GENEROSOS AMIGOS QUE ME SIGUEN

El Tiempo en Segorbe. Predicción

El Tiempo en Segorbe

viernes, 30 de julio de 2010

Valoro los sueños


Valoro los sueños, aquellos que resplandecen como los pétalos de las flores, sin extinguirse y enriqueciendo con su policromía los momentos de cada día. A mi edad, estimo más que nunca la vida. Y la familia. Y los amigos. Y las ilusiones… Muchas cosas, vamos. Y me siento más feliz. Pero, que dura es la existencia muchas veces con hechos y ambiciones que desembocan tristemente en desigualdad, simplemente por la falta de solidaridad. Y surgen la pobreza, las lágrimas, los dolores, los tormentos de muchas personas.

¿Por qué esta desigualdad?

Respetemos la pobreza, los derechos individuales, la libertad… Aliviemos el dolor, hagamos sonreír el alma en cualquier lugar del mundo. Hagamos de los sueños una realidad, de esos sueños que hacen feliz al hombre infeliz.


miércoles, 28 de julio de 2010

En la Cueva Santa



Repica la campanita en el Quinto Misterio Doloroso. Su tañido, melódico y dulce, convoca a los fieles a misa al filo de la tarde. El popular santuario es una pincelada blanca cuando el sol del verano se instala en lo más alto del cielo.

En el plácido regazo de la pinada y de las carrascas, el histórico edificio despide una sugestiva paz espiritual, cuyo epicentro se halla en el interior de la Cueva, donde la Virgen recibe el amor de sus devotos.

Paseo por el penitencial Camino de la Cruz. Las hierbas aromáticas me acompañan y me llenan de alegría. Un joven matrimonio contempla uno a uno los artísticos casalicios del Vía Crucis. Me siento en la Cruz. Este hito es testigo del paso generacional de romeros llegando a la altura del santuario por el histórico camino, pasando por atávicos rincones.

La brisa retoza en interminable concierto por las carrascas y se pasea por mi rostro. El bosque mediterráneo se manifiesta fantástico alrededor del santuario. Y sin agudizar mucho la vista, contemplo en esta mañana transparente, la lejana figura del Penyagolosa, la “montaña sagrada”, el icono del relieve valenciano.

Tras la misa bajo a la Cueva. En la umbrosa atmósfera de la rocosa y sagrada gruta miro a la Virgen blanca. Y me reconforta este nuevo encuentro con mi Patrona.







lunes, 26 de julio de 2010

Por la costa de Irta



Irta es costa y montañas vírgenes. Y parque natural. Son 15 kilómetros de costa sin edificar. Con la majestuosidad de interesantes hitos entre acantilados, calas y pequeñas playas de blancos arenales. Y voy a recorrer una parte de esta costa desde Alcossebre.

Empiezo a andar desde la playa Galarssa. Un paseo urbanizado conecta con el faro de Irta. En la atardecida se anima de paseantes que llegan hasta el faro. Retornan al pueblo o se quedan en este paraje envueltos por el arrullo de las olas, bien pescando o simplemente gozando de los bostezos del mar.

“Prefiero la montaña para contemplar mejor el mar” dijo Byron. Ahora, desde la recoleta cala Mundina, inicio mi paseo vespertino junto al mar, escuchando permanentemente el dinámico batir de las olas contra las estáticas calas, arremetiendo con sus torbellinos de espuma nevada. Es un sonido agradable, suntuoso y sinfónico, que enriquece el paisaje que me rodea con su amoroso abrazo, palpitando libre de querencias modernistas, con el expresivo lenguaje de la naturaleza.

El aire, la luz moribunda del ocaso que se condensa por la sierra, la transparencia del mar regido de un azul intenso, forman un maravilloso concierto de elementos primigenios que, en simbiosis con la sierra, engrandecen la estética del paisaje, que, en la costa, se hilvana de un sugestivo enjambre de calas.

De retorno al faro, tras visitar la playa del Serradal y la cala Cubanita, e impregnado de sales y yodos, puedo decir que el Mediterráneo ha penetrado un poquito más en mi corazón.















El mar, imágenes y música:






¡¡¡FELIZ SEMANA A TOD@S!!!

viernes, 23 de julio de 2010

Las abejas y los libros


Aunque esta foto es muy normalita, quedando relegada a las antípodas en comparación con la grandilocuencia de las fotos de mis amig@s bloguer@s, maestros indiscutibles de los macros, me gusta por…. la laboriosidad de estos insectos -abejas o abejorros-. Y cuando los veo en mis andanzas campestres, me detengo para rendirles mi homenaje particular, que no es otro que la atención y la profunda admiración que siento hacia ellos.



Y es que, como dijo J. Russell Lowell “los libros son las abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra”.


miércoles, 21 de julio de 2010

Desde mi ventana


La calina se condensa por las cumbres de la cercana sierra Calderona. A esta hora de la tarde el calor parece acometer con más ahínco. El sol, que inicia sus primeros pasos hacia el ocaso, descarga con fuerza su manufactura lumínica, como cada día. Solo cuando la tarde de sus últimas bocanadas y el sol trasponga el horizonte montañoso, bañándolo de rosas, se llenará el ambiente de los pueblos de mi comarca de alegría, de sonidos y de color.

Pero, ahora, la calma es bochornosa. La avenida recrece desierta, invadida por la sesgada luz. Ni los gorriones se apean de los tejados a estas horas de la tarde. Lo hacen al alborear el día, cuando apetece más picotear por el suelo, tranquilos, juguetones.

La brisa acentúa más la ola de calor. Retoza con codicia por las copas de los árboles. Cerca, distingo la esférica forma de un almez. Y el movimiento del ramaje parece accionado por manos invisibles, aplastándolo con severidad.

El resol se impone en las sombras, aburriendo mi avenida. Los árboles ornamentales, que salpican las aceras, tienen su faz llena de áureos matices. Y casi que escucho el canto de las chicharras templando sus instrumentos en la arboleda de la sierra y el susurro de cristal de las acequias, correteando por las huertas.

A media tarde, las piscinas de mi ciudad se llenarán de bañistas, buscando el dulce frescor del agua, y las terrazas de los bares se irán llenando de parroquianos, entregados a tertulias placenteras, mientras el sabor de los helados, de las energéticas horchatas valencianas y de cualquier apetecible bebida, refrescarán los estómagos con acordes de solemnidad.

La noche volverá con su romanza veraniega.


domingo, 18 de julio de 2010

Viejo olmo


Viejo olmo…

Como un guerrero que eres no te venció la enfermedad aún, sigues firme como un peregrino en el tiempo y en el espacio, únicamente con tu grueso tronco, erecto como una torre, arrugado en la indeclinable danza de la vida, con la alborada alegre de las rosas y el soplo verde de la hiedra trepando hacia el cielo, donde se desplegó airosa la sombrilla de tu mágico ramaje, alfombrando de sombras el suelo. No te libraste del rayo, y te pespuntearon los rigores del sol y del viento. Como un caballero, silenciaste amores y pasiones. Dulcemente te arroparon los niños con sus risas y juegos, y los viejos tejieron sus historias, que son un tesoro de los pueblos.

Viejo olmo…

¡Sigue ahí!... con tu casta, tu realeza y tu arresto.


viernes, 16 de julio de 2010

Los ríos de piedra del Tremedal


El Caimodorro es el techo de los Montes Universales con sus 1.920 m. de altitud. Frondosos bosques de pinos los cubren, salpicados por predominantes relieves formados por crestas cuarcíticas. Hace poco ascendí a esta cumbre, recorrí estos umbrosos bosques, aspiré golosamente sus perfumes y reparé en las fugaces siluetas de los ciervos.

Pero lo que una vez más me llamó la atención son los sorprendentes ríos de piedras, que cubren algunas zonas de esta espectacular sierra. Están constituidos por una ingente multitud de bloques que se formaron durante las glaciaciones cuaternarias. Tienen diferentes tamaños en longitud y anchura. Algunos ríos alcanzan un desarrollo de 2,6 km. y por esta significación son los mayores del mundo.

Destacan por su tono grisáceo, en contraste con el tapiz verde de la vegetación aledaña, cubriendo laderas medias y bajas y el fondo de los valles.

Es muy aconsejable en este verano visitar este macizo, los ríos de piedras , la pintoresca población de Orihuela del Tremedal, su santuario, etc. Cerca, queda Albarracín con su peculiar arquitectura y sus paisajes del rodeno, los relieves de Ródenas con sus tormos de areniscas y el castillo de Peracense, entre otros singulares atractivos paisajísticos y culturales.








martes, 13 de julio de 2010

El pico Palomera, espectacular atalaya


Aparco el coche junto a la ermita de la Virgen del Castillo, situada al lado de la rambla del Salto. He llegado al punto de partida de la excursión de hoy abandonando la autovía A-23 por la salida 150. Sigo en dirección a Aguatón, tomando la carretera TE-V-1002. Desde este pueblico una pista de un poco más de 5 kms. me acerca a la ermita. Son las 9 de la mañana cuando inicio la ruta. Mi objetivo es alcanzar la cumbre del pico Palomera (l.529 m.).

La mañana es soleada, con algunos cirros rasgando el cielo. Y una brisa juguetona se pasea por el camino, creando un ambiente agradable para andar. El terreno aparece ondulado, moteado por oreados cerros cubiertos de carrascas. Sigo la señalización de un PR que llega hasta la cima.

El paseo por el camino es entretenido. Mariposas de distintos colores revolotean con gusto por las floraciones. La brisa es suave y peina con amorosos ramalazos los frágiles mechones de las gramíneas. Al contraluz, las finas espigas parecen volutas de humo, adoptando diferentes posturas luminescentes. El paisaje está callado. Tiene un regusto sutil y atávico y camino placenteramente.

Ahora sigo por el lecho de un barranquillo que se empina hacia el collado de la Cruz. A ambos lados de la ascensión la enramada de las carrascas recrean el paisaje, mientras que las gayubas con su coruscante verde tapizan el inclinado terreno. Es la parte más dura del trayecto. Antes, he abandonado la pista muy cerca de una cadena que impide el paso a los vehículos.

Traspongo el collado y más cómodamente el senderico se eleva hacia otro collado, el de los Picachos. Es el punto ideal de la ruta, donde el pico Palomera remarca su imagen más impresionante con su airoso vértice geodésico. Casi sin perder desnivel alcanzo la base de la cumbre. Pero antes me asomo a los bruscos escarpes de falla que se apean en saltaderos hacia el llano. Abrumador. La acción tectónica de esta sierra es muy relevante. La caliza protagoniza un espectacular espinazo. Y por el cresterío me reúno con la altiva torreta, que es un referente geográfico de notable magnitud.

Mi vista se llena de panorámicas por todos los lados. Cerca, los llanos de Visiedo y el amplio valle del Jiloca. Y más lejos, las sierras Menera, Albarracín, Javalambre y Gúdar.

En esta impar cumbre me recreo con el silencio, con la majestad de la caliza, con el elegante vuelo de los buitres, enjoyando el espacio con sus alas extendidas.

Me quedo quieto en la cumbre, como pegado a ella. Mis piernas se resisten a partir.












viernes, 9 de julio de 2010

Miro el mar...

El Peñón de Ifach


Gaviotas que garabatean el azul,

graznidos que galopan sobre las olas,

cantiles que bordan el mar,

con el ingente retablo de las rocas.


Te admiro Irta,

con tus calas vírgenes;

te admiro Montgó,

faro de la historia;

el colosal Ifach,

resplandeciente sobre el mar;

y Bernia y la sierra Gelada,

grandiosos tronos de la costa.


Visiones eminentes bajo el cielo,

ufanas perlas del Mediterráneo,

desgranan imágenes triunfantes,

encendiendo amores en perenne vuelo.


Calas en la sierra de Irta

La sierra Gelada

martes, 6 de julio de 2010

He estado en el far-west


Acabo de llegar del far-west, pero no he visto vaqueros ni indios. O estaban de vacaciones o se escondieron al verme. Y con mi soledad a cuestas me fui al Colorado…

Vale, que no es así.



Pero sí que es cierto que el paisaje que he visto es muy espectacular. Lo crearon las arcillas miocenas, desde la Muela de Teruel hasta Villastar; y el epicentro de tan admirable colorido se encuentra en la rambla de Barrachina, muy cerca de Teruel capital, donde estas arcillas destacan por su tono rojo intenso, originando imágenes de notable belleza con sus características cárcavas y badlands, con una formación muy atractiva de escarpes estriados. Vamos, que una vez que recorres estos parajes parece que te encuentras en esos lugares indómitos del lejano oeste con su morfología vertical y prismática, que, unidas a las que se asientan por Villastar y Villaespesa, forman un ambiente “semiárido mediterráneo” para pasar un buen rato recorriendo estos paisajes que la erosión ha producido.





Y… ahora las imágenes, más expresivas, amig@ lector@ que el anterior párrafo:

Vídeo de la ruta:






Apuntó el escritor Ricardo Fombuena en sus pinceladas “La imagen de estos castros égidos y sus recuerdos, se graban para siempre en la memoria y, quizá también en el alma; hoy, sobre los oteros de silencio que besa el sol cada mañana, apenas si crecen plantas”.



En el valle crece la semilla, pastan los rebaños al son de sus esquilas y las sabinas albares salpican las laderas y los cabezos. De vez en cuando las grajas rasgan los aires con sus gorgeos y los buitres se aposentan sobre los alcores, vigilando el ancestral paisaje.

Muy cerca, por el Turia, ríen las plantas, los chopos transpiran la virginal esencia de sus verdes florones y las umbrosas huertecillas extienden la gloria del frutal…