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El Tiempo en Segorbe. Predicción

El Tiempo en Segorbe

martes, 31 de enero de 2012

Entre laberintos



Se enclaustran mis pensamientos en hondonadas oscuras. Busco la luz de mis sentimientos y la calma interior. Pero a veces se retuercen en vaivenes parabólicos, como las hojas de los árboles en las arremetidas otoñales. Me gusta oler la tierra; me gusta soñar aunque no dejen huellas. Me gusta levantar edificios en mis acciones, aunque a veces los cimientos no sean firmes y se desmoronen.

Me gustaría penetrar en un bosque precioso e imaginar su ramaje como sonoras flautas, orquestando melodías divinas, para resucitar alegrías perdidas, cobijadas en aljibes secos. Deseo que mis sueños vuelen como palomas blancas, saliendo de esos laberintos lóbregos y surcando los caminos de mi destino entre luces resplandecientes, buscando la mano amiga que me lleve al reino de la armonía, del equilibrio y de los jardines dorados.

domingo, 29 de enero de 2012

Por los paisajes de Náquera: La Calderona


Caminos panorámicos de la Calderona



-Luis, lloverá?

-Creo que no.

Salimos de Náquera con el cielo entoldado de nubes. Unas nubes pesadas, quietas, abotargadas con su planeo gris. El tiempo se mostraba tranquilo y la temperatura era ideal para andar. Caminábamos a nuestras anchas, en nuestro elemento. Tomamos el camino por donde se rubrica la ruta del Salt. Marcas y señales verticales del PR-CV 329 nos guían. Pasamos bajo el Pinar, L’ Ombría y el Puntal Mateu, poblados de pinares. En la distancia asomaba  elegante con su corpachón roqueño,  la Mola de Segart. Más cerca, dormía   el castillo de Serra, recortando con sus dentelladas pétreas trozos de cielo. El ambiente era agradable, sumido en un sopor de nirvana. A los 3 kms. arribamos a la zona donde se ubica el Pí del Salt, un pino monumental. Nos hacemos las fotos para el recuerdo. Alrededor muéstrense algunas canteras de rodeno, con sus estratos casi horizontales, con sus gamas rojizas. Estas pedreras fueron explotadas  hasta 1940.

Seguimos caminando hacia la siguiente curiosidad natural de la ruta. En este caso fue el sinclinal del Salt, una de las formaciones rocosas originales del señalizado itinerario,  en forma de “U”. Dimos en este aéreo paraje buena cuenta de un almuerzo exquisito,  entre las deliciosas aportaciones de cada uno. Desde este altorrelieve  se columbraba el mar, con su raya infinita, con el lívido clamor del sol posándose sobre las aguas.

El tiempo se mostraba quieto. Caminábamos felices, dándole a la orquestación oral. Las tierras rojas, la vegetación exultante. Y el ejemplo para otros muchos municipios radicados en el parque natural de la sierra Calderona aparecía puntualmente en nuestro caminar. Señalizaciones del PR, cartelitos informativos de la botánica de la sierra…. De ahí el interés de muchos excursionistas y ciclistas de desarrollar circuitos por el término de Náquera.

Servales, arguilagas, madreselvas, brezos, madroños, lentiscos, jaras…. Toda la típica vegetación de la Calderona. Aparecen edificaciones de recreo. Seguimos la ruta hacia la  fuente del Oro, nos cruzamos con un grupo de senderistas de la Asociación Valenciana de Sordos. Vemos la fuente, muy concurrida de agüistas. Y retrocedemos hacia el Salt otra vez, para encaminarnos hacia Náquera siguiendo el camino del Fondo. Surgen miradores, mesas de interpretación y perspectivas hacia los montes de Serra. Pasamos ante el Fenassar, donde se despliega una nutrida restauración hidrológica forestal,  siguiendo una técnica iniciada a raíz del incendio de 2004.

Llegamos a Náquera. Un pedazo más de la Calderona lo guardamos en nuestras vivencias. La compañía de lujo,  como siempre. Y todavía nos quedan muchos senderos, paisajes y las olas pétreas de muchas sierras para gozar.

El tiempo fue benevolente. Y nuestra despedida, cordial y afectuosa, tuvo como testigo al sol, arrullando el cristal del mediodía.

No llovió.

Senderistas: Carmen, Almudena, María José, Vicente, Kiquet, Angel,  Juan y Luis.






Luis mostrando la ruta, y Náquera dando ejemplo de una excelente información senderista


Caminos de tierra roja. Al fondo, la Mola de Segart


Pí del Salt, en un amplio paraje rodeado de rodenos


...y el pino sonrió por el abrazo de nuestras amigas


Buscando sitio para almorzar ¿lo encontraremos?


Los lavajos salpican los caminos


Otra vista de la dentada Mola de Segart


El Moncudio ¿subimos?


La foto del grupo


Llegando a Náquera. La señalización... EXCELENTE!!!


sábado, 28 de enero de 2012

Y palpo la piedra...




Ya vuelvo otra vez al mundo del silencio. Huele el aire a tierra olvidada. Las chimeneas del caserío no humean. Parecen depositadas en un oscuro reino.

Y palpo la piedra que un día recibió caricias y sueños. Los sarmientos de los alféizares ya no platican con su savia vivificante. Quieto, miro y remiro a mí alrededor. El sol es como un bergantito navegando por el cielo. Otra vez repaso esas piedras entristecidas, recubiertas por el moho de la amnesia. Paso la mano por el lomo de estas piedras, como si fueran espigas doradas. El áspero roce es un dislocado contubernio.

Vuelvo a mirar la tierra que platica con las piedras, con sus desventuras. Y sigo el camino. Solo. Como siempre, escogiendo el silencio.


jueves, 26 de enero de 2012

Viajando por España: Alcalá del Júcar




He pasado una mañana inolvidable recorriendo sus calles, observando los detalles de sus casas, adaptadas magníficamente a una topografía inclinada, singular, que va a rendir su vasallaje al río Júcar.

Después de pasar las ondulaciones desnudas de ancha amplitud de Manchuela, me topo con la gracia y la imagen de este precioso  pueblo, uno de los más bonitos de España. Sus casas enjalbegadas son como vestidos de novia.

Alcalá del Júcar es un pueblo blanco. Su blancura se arrima a todas las fachadas, pinta alféizares y tejaroces.  Es como un baño de luz, una nevada resplandeciente, que penetra en la intimidad de los hogares.

¿Qué hay cuestas? Son el postín de este pueblico, donde el Júcar le sonríe, deslizándose entre sus hoces tranquilo y rumoroso.

Ver desde estas hoces Alcalá del Júcar es un sorprendente y admirable espectáculo. Que maravilla observarlo con sus calles entrelazadas, desplegando su sosegada ilustración urbana. Constituye un paraíso escondido, relevante, abierto a la luz.

Lo manifiesto: Alcalá del Júcar es tema pictórico y fotográfico. Tiene temperamento blanco con el florón de su castillo, alzado a un costado, por encima del apiñado e indescriptible caserío.

Alcalá del Júcar, coronado de luz, es convocatoria viajera, bandera blanca sobre el Júcar. Me apresa su imagen. Y le doy mi cantar, para escanciar por sus rincones la esencia de la fascinación. Es como un ensueño romántico. Pueblo acaudalado de remansos, con sangre de río. Se sube por los hombros de la fama turística. Y es cierto, se agranda en asombros, como un ballet de espirales blancos.












domingo, 22 de enero de 2012

Por el Cañón del Júcar...

 

Desde Requena por la nacional 330 llegamos a Cofrentes. El pueblo parece escalar sus calles hacia la mole del castillo. El embalse que se forma en la confluencia del Cabriel con el Júcar es ancho. Su nombre: de Embarcaderos. El agua modela su tersura, sus pinceladas de azul turquesa, estirándose hacia Cortes de Pallás.

Pero esta vez no vimos el pueblo ni el embalse. La niebla se condensaba en el valle, formando una imagen muy pintoresca. Un manto blancuzco se esbozaba por las cuencas de los dos ríos. En medio de la vistosa capa lechosa se elevaban la pareja de chimeneas de la Central Nuclear de Cofrentes, expulsando por sus bocas blancas nubes de vapor de agua.

Nos desviamos por la carretera que conduce a Balsa de Ves. Y un nuevo desvío por pista asfaltada nos llevó hasta el hundido cauce del Júcar, donde su eterno soliloquio ha configurado un espectacular cañón.

Y fuimos a verlo, a gozar de una naturaleza brava, colosal, de las más intrincadas de la geografía valenciana. Andábamos por un camino colgado sobre el río. Al camino le siguió un sendero. Las paredes sobre nosotros se elevaban imponentes, borrachas de sol, alternando gualdas y ocres. Debajo descendían hasta el cauce del río. Los precipicios impresionaban. El río se deslizaba serpenteante con su comício forestal, dibujando su estela azul con firme pulso, entre pozas remansadoras.

-Luis, que parajes más preciosos.

Al otro lado el paisaje se multiplicaba en mil dones laberínticos. El misterio se entrelazaba en las angosturas, en los congostos, en el denso pinar, en las grandes fisuras del roquedo… Las arrogantes rocas crecían como galayos, como inertes estatuas de piedra. No había nada artificial a la vista. El cañón del Júcar es un escenario impresionante, virginal, un circo con sus retablos abrumadores, dialogantes, porque siempre, cuando la naturaleza nos maravilla, parece que nos hable, con sus hiperbólicas semblanzas, con sus visiones de ensueño.

Senderistas: Carmen, Mª Angeles, Angel, Emilio, Juan y Luis.

Imágenes de la ruta: 












miércoles, 18 de enero de 2012

Viajando por España: Valencia


Plaza del Ayuntamiento



Que puedo decir de esta hermosa capital. La conozco muy bien. Cada semana la visito. Tiene fama, hace paisaje urbano al azul. Es luminosa, tiene color y sabor a…. fiesta, a gastronomía… No existe lobreguez en Valencia. Tiene su tono dorado, los naranjos que la abrazan. Y tiene mar… Y una albufera, donde los ocasos son divinos entre escarlatas y violetas, con sus juncos, con su avifauna, con las aguas del lago espejeando el sereno avance de las barcas….

Y un río serrano, el Turia, cuyo viejo cauce florece todo el año con  sus árboles de mil tonos, como huertos pintorescos, aromatizando el paseo y los clásicos mármoles de los modernos espacios de la cultura.

Me gusta rendir culto a la belleza, a los frutos de la tierra, a los exquisitos placeres del buen comer. Los primores de la paella, cocida al crepitante fuego de la leña, el “all i pebre”, el pescado recién capturado con su inherente aroma…

Valencia es clara y monumental, Valencia es historia, desde que el Cid cabalgara por sus tierras. Y fue cortesana y mercantil. Y es musical, con obras cimeras de Joaquín Rodrigo y del maestro Serrano “el mito popular”.

Evoco aquellas tardes de círculos culturales, de cafés, de mesas de mármol… Charlas en mi juventud, ávido de saberes, entre escritores y pintores, porque Valencia alumbró eminentes artistas del pincel, con reverentes obras, fuera de convencionalismos. Y son Sorolla, Benlliure, Domingo Marqués, Segrelles, Ignacio Pinazo…

He paseado Valencia de día y de noche. Por sus calles íntimas, bajo las gárgolas de sus monumentos religiosos, en sus fiestas, por las fallas del Pilar, del barrio del Carmen…, llenando el estómago de las delicias de los dorados buñuelos, acompañados de un aromático chocolate.

Me gusta sentarme en la plaza de la Reina, tan animada, al lado de la apoteosis  colorista de cataratas de flores que parecen brindar sus rojas gemas al Miguelete, al cimborrio de la Catedral. Se respira en el aire un olor a azahar, se escuchan los suspiros de la arboleda y el incesante trajín del tráfico.

-¿Qué le traigo?

-Un café, por favor.

Evoco muchas cosas, como el paso de los tranvías con el estruendo metálico de sus ruedas. Y también las visitas a las librerías de viejo, a las salas de arte, al teatro…. Notabilísimo teatro con Concha Piquer, Lilian de Celis, Sara Montiel…

Sí, Valencia es luz, y me atrae, me llena, como esos fulgores de marzo, como esos monumentos irónicos, como sus bellas falleras.




Palacio Marqués de Dos Aguas


Miguelete y puerta barroca de la Catedral de Santa María


Plaza de la Virgen


Torres de Serranos


Torre de San Bartolomé


Palacio de la Generalitat


Lonja de la Seda


Los Santos Juanes


Mercado Central


Gran cúpula del Mercado Central


Ayuntamiento


Estación del Norte

domingo, 15 de enero de 2012

Un sendero dedicado a Cavanilles





Agua embalsada por la presa de Cortes de Pallás. Un lago artificial y una carretera que hace regates a las curvas. ¿Otra?

La naturaleza es brava, angosta, profunda y salvaje. El Júcar,  con su hábito de encadenar cañones,  se remansa, y un estilizado viaducto de 280 m. de largo,  que parece flotar sobre las aguas verdi azules, constituye el eje introductor para llegar al pueblo, tras pasar por un impresionante túnel.

Empezamos la ruta. Nos encaminamos hacia La Muela. A nuestro lado huertas con el típico “tocón”, el árbol del almez, de donde se elaboraron horcas y cayados. Y empezamos la ascensión… ¿por donde? Nos preguntamos.

Y es que ver encima del pueblo  tales paredones  sobrecoge. Parece imposible que por su vertiginosa estructura caliza pueda existir una ruta. Pero la hay. Asoma La Cortada, y un antiguo sendero zigzaguea hacia la cumbre. Son 400 m. de desnivel. Impresiona su culebreo, remontando los verticales cantiles. Conforma este empedrado sendero un antiguo camino de herradura de la época morisca. Se denomina de Cavanilles. Muy adecuado el topónimo,  dedicado al ilustre botánico valenciano. 

No hay más que seguir las marcas del sendero para encontrar muy pronto  la emoción de la ascensión. Subir y parar en las proas rocosas. Ver el pueblo abajo desde los miradores, el valle del Júcar con el aderezo del alargado embalse. La pendiente se va ganando a base de paciencia y tesón en la andada. Hay puntos con su toponimia singular, como “La Cueva de la Mora”. Y se llega a la cima, a 817 m. de altitud, al éxtasis de las panorámicas. Hay que detenerse, ver el agua cautiva, el Júcar hinchado,  hilvanando un rosario de espejos, los rizos de las montañas en las lejanías, sublimadas por el verde manto de los pinares.

Es entonces, cuando en el altiplano de la Muela de Cortes, se observa un inmenso dique que refuerza una faraónica construcción. Se trata de un lago artificial que supera el kilómetro y medio de longitud, para el salto de bombeo de la central eléctrica. El embalse está a un nivel superior de nuestra ruta. Por tanto, no se puede contemplar.

Se sigue el PR. Se allana la ruta. Y surge el punto del desvío. Se aboca a La Franca, otro paso singular de la ruta, algo aéreo, descendente, culebreante… Se acoge el sendero a los flancos de un barranco, con el hito de algunas cascadas y el manantial de San Vicente.  Abajo queda Cortes de Pallás con su blancura, recogido entre los desplomes rocosos de La Muela, con el embalse azuleando a los pies de la población.

Senderistas: Angel, Juan, Martín, Manolo y Luis.