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El Tiempo en Segorbe. Predicción

El Tiempo en Segorbe

domingo, 30 de junio de 2013

Desde Segart, mirando a las estrellas



Para este último viernes de junio nuestro amigo Kiquet nos propuso realizar una ruta nocturna por la sierra Calderona. Exactamente ascender a la Mola de Segart,  partiendo del pueblecito de Segart.

Eran las 8,25 h. de la tarde cuando empezamos a caminar los 9  amig@s. El sol de poniente iluminaba arriba la figura totémica de la Mola. Una luz sesgada, como acaramelada. Pasamos por la seca font del Campaner,  siguiendo las señales del GR-10. Al culminar el sendero, abocamos a un camino, que sigue en dirección al monasterio de  Sant Esperit de Gilet. Enfilamos el camino por la derecha. Delante,  se alzaba la imponente Mola y su famosa y abrupta  canal, con sus farallones de rocas rojizas, con sus bandas vegetales que bullían con su verdor. Y los dorados rayos del sol nos daban de frente como una sedosa caricia, en su radiante camino al ocaso.











Tomamos el sendero que nos conduciría al pie de la peculiar incisión de esta bella montaña. Fue el tramo que con más esfuerzo desarrollamos. Sinuoso. Anillando curvas. Y llegamos a la canal. Breve trepada y alcanzamos la cumbre. Cerca, el vértice geodésico, blanco, como el ala de una paloma blanca.

El crepúsculo iba anidando en el cielo, retozaba como la fuerza de un bramante, desatando sus telares. Sus sorbos nos enganchaban. Su colorido. La extensión de las vistas era colosal. Una amalgama de colores tendía su brazada mágica, llenando de ilusión nuestras miradas. Del mar al interior, ancho, anchísimo…



  

La tarde languidecía. Se alejaba el día. Y llegaban las primeras sombras de la noche. Y nosotros empezábamos a sentir plenamente nuestro sueño senderista. Palpábamos en su esplendor el momento esencial de la ruta nocturna, el cálido abrazo de la noche, el pálpito de las estrellas fraternizando su mensaje, el júbilo.

Senderos, cima, miradores, crepúsculo, silencio, amigos!!… ¡cuántas joyas encontradas!

Y preparamos la cena, en el ambiente deseado, con los efluvios de la sierra danzando a nuestro alrededor, enriqueciendo el embeleso del silencio. Pero no hubo silencio en la cumbre de la Mola. Tampoco manifestaciones estridentes. Había respeto entre los amigos montañeros hacia el espacio que ocupábamos, pero también animación. Mucha. Y amistad a raudales, excelente compañerismo, que flotaba bajo un cielo aún sin estrellas. 




Y hubo destello en la cena, en lo que aportamos cada uno….Y el mantel,  las rocas planas… Y alegría, placer, anclado en una montaña vigía, hito sobresaliente en la liturgia del senderismo por la Calderona.


Y se fue pasando el tiempo, entre animadas charlas, bajo la corona de un cielo donde  ya relucían las primeras estrellas, que arrebolaban la alfombra de luces de las ciudades, con sus reflejos destellantes… Valencia, L’Horta, EL Camp del Turia…

Y tocó abandonar la cumbre. Y lo hicimos bajo la luz de los frontales. Siguiendo el estrecho y empinado sendero. Las piernas ajustando los pasos, con la ayuda de los bastones. Y ya en el camino que nos devolvió a Segart.

Qué bonita fue la noche entre tan buenos amigos!!

Y la experiencia, claro que sí, enorme, extraordinaria…!!



jueves, 27 de junio de 2013

Sendero del agua


“Soñar es parte de la aventura. Gozarla una elección”.




En verano no  acostumbro hacer un paréntesis en mis connaturalizadas rutas senderistas. En esta temporada me gusta escoger itinerarios donde el agua es la protagonista. Y si el calor aprieta, nada mejor que regalarte un chapuzón refrescante y… como nuevo. Y a volver a andar, con más bríos.

Así  que eché mano a mi documentación y escogí una ruta que se desarrolla por tierras de Cuenca. Pero que tiene su punto de partida en el pueblecito de Santa Cruz de Moya, en ruta hacia el  Rincón de Ademuz. Y entre las posibilidades senderistas que tiene su término, hay una que por su nombre me hizo inclinarme a conocerla: Sendero del Agua.

Olé!!! Esa es la mía…

Y allá que me fui, ayer,  a recorrer este sendero. Aparcamiento en el pueblo. Y debidamente pertrechado “de todo”, sobre todo líquido, lo abandoné, siguiendo un camino que discurría entre bancales de olivos.

Tras pasar por “Los Villares”, una espléndida área recreativa, ya el río Turia riza su protagonismo discurriendo con ritmo sosegado entre márgenes pobladas de chopos y carrizos. La ruta se asoma a una angostura del río, bastante pintoresca, y se alza para cruzar la aldea de la Olmeda.

A partir de la Olmeda, la ruta busca la montaña, el bosque de pinos y matorral. Ofrece algunos rincones gratos, como en el tramo del arroyo de la Saladilla. Y arribo al valle del río Arcos, que tan buenos recuerdos senderistas tengo río arriba, hasta Arcos de las Salinas.

El calor aprieta fuerte. La vega del Arcos dulcifica el acoso de los rayos del sol. Y muy cerca de la confluencia con el Turia, me detengo. Me pongo el bañador y me regalo un reconfortante chapuzón, que me sabe a gloria. Y de nuevo, con renovadas energías, sigo el trayecto, ahora por el Turia arriba, entre una tupida vegetación formada por chopos y taráis.

Penetro en el casco urbano de las Rinconadas y paso al lado del molino del Puente. Me hallo en uno de los recorridos más bellos de esta “ruta del agua”. Es el valle de Santa Cruz. Desde antaño han sido muy relevantes los elementos de paso por el Turia, los puentes. Se construyeron en el siglo XX, sobre la base de antiguos vados. El más espectacular es el Puente Nuevo, que cierra la serie de fotos de esta crónica.

Y entre nuevos molinos me acerco a Santa Cruz de Moya, que se alza en lo alto. Pero antes visito otro hito interesante de esta ruta: Las Simas, que son surgencias de agua represada, que forman un bonito rincón.  Un acuífero en continua evolución. Aunque en principio el agua se utilizaba para el regadío, a mediados de la década de los 80, como reza un cartel, dejó de utilizarse para el riego, debido a su salinización.

Por la calle Real llego al pueblo. Y en un bar bebo lo que me gusta, una cerveza con refresco de limón. Esta combinación en cada sitio tiene su nombre. “Pika” en Bilbao. Pero creo que comúnmente se le denomina” una clara”...

Y vaya que me aclaró la sed. Como siempre… Y tomo el coche. Me voy a ver otra vez el espectacular Puente Nuevo. Y me alegra escuchar a mi artista favorito, la música de Kitaro, con el tema “Mariposa de los sueños”…

….”y si despiertas antes de que salga el sol y algo se enreda en tus alas, seré yo”.














El Puente Nuevo

lunes, 24 de junio de 2013

Por el Maimona, encadenando pasos por sus riberas...



Después del tormentón del pasado viernes por la tarde, llegó la calma y el deseado sábado. Soleado, luciendo un día veraniego. Ideal para salir de ruta. Madrugando un poquito más, para iniciar la marcha con la grata sensación  de la fresca. Y buscando lo más apetitoso en esta época, las ramblas y barrancos, menos abiertos a los espacios montañosos, más imbricados en las umbrías, enriquecidos de aspectos naturales, como son sus angosturas, sus bellezas paisajísticas y la envoltura vegetal que acordona sus márgenes…

Nos fuimos al barranco de la Maimona. Este barranco tiene dos tramos diferentes, pero no exentos de espectacularidad. Uno es el que discurre entre Olba y Montanejos, salpicado de pozas y constreñido por paredones calizos que alcanzan los cien metros de altura. Su recorrido es más técnico. Otro,  es el que discurre cauce arriba,  desde Fuente la Reina. También rodeado de perfiles rocosos, de una espesa vegetación y meandrizado entre hilvanados cantiles. Además, reúne alicientes dignos de mención: sus pozas y remansos,  de fino colorido esmeralda.

Partimos desde la ermita de San Martín. Diez amig@s con ganas de disfrutar de la mañana. Con la gran alegría del reencuentro, que siempre estimula. El grupo lo formamos: Juan, Martín, Chon, Pilar, Carmen, María Angeles, María José, Isabel, Manolo y Luis.

A iniciativa de Martín, dejamos la travesía del Maimona para el final. Y seguimos el trayecto del PR que une Villanueva de Viver con Fuente la Reina. Los caminos afloraban la humedad de las lluvias, precipitadas pocas horas atrás, salpicados por algunos lavajos. Las razas, que son los rayos de luz que se filtran entre los troncos del pinar, alardeaban su rúbrica de luces y sombras. Los arbustos moteaban multitud de gotitas, que el sol resplandecía lúcidamente.  Cruzamos el collado Lepo y por un bonito sendero descendimos al encuentro del barranco La Graja.  Lo seguimos, arribando a la carretera, muy cerca de Fuente la Reina.

El pintoresco pueblo aparecía como dormido. No vimos a ningún vecino por las calles. La hora era, naturalmente, aún temprana. Breve parada en la fuente de las Mangraneras. Prosecución del inerario, ahora por un tramo de carretera, y enlace con el magnífico sendero que nos abocó a la depresión del barranco de la Maimona. Un camino de herradura hermoseado por el cortejo de multitud de carrascas, de espacios umbríos, con el engarce del superior anfiteatro rocoso, entre  bloques desprendidos de los farallones.

El marco por donde caminábamos era precioso. Arriba, los acantilados. Abajo,  la frescura de la tupida e impenetrable espesura vegetal. Una enramada fantástica y verdor por todas las partes. Y el barranco derrochando su canturía. Remansado en pozas cristalinas, que dulcificaban la caminata, pasando por trechos  donde la maleza había crecido soberanamente,  y hacía que el avance estuviera salpicado por mínimas dudas,
pero que no fueron  obstáculo alguno para andar  por el sendero, siempre admirando la fuerza geológica de este barranco, de impresionante y espectacular belleza, formando una reserva de variada y profusa vegetación, adaptada al medio húmedo, tan oloroso.

Sobre los riscos de los paredones que se alzaban al otro lado del barranco, vimos a un grupo de cabras hispánicas ¿o eran corzos? , que se quedaron mirándonos, alzándose sobre los riscos airosamente, luciendo sus posturas habituales.

Y llegó el momento del almuerzo. El marco, una agrupación rocosa muy asequible y que el sol iluminaba plácidamente. A los postres, brindamos con cava y pastelicos por mi santo. Amig@s! me emocionasteis. Fue como un rito acariciante….

Y seguimos la marcha, barranco arriba, con algún resbalón sin importancia. Y diversión a raudales en algunas fases del itinerario. El sol ya metido de lleno en la arboladura, rielando por la corriente del barranco. Y llegamos a la fuente de Pierres. Breve parada. Fotos al verde remanso del Maimona, que mostraba sus dones como una doncella emparentada con adonis, bajo el dosel de una opulenta chopera.

Y abandonamos el Maimona. Y su encanto. Ascendimos  por el Sabinar. El trayecto nos dejó en un camino. Majestuosa se alzaba la sierra de Santa Bárbara de Pina, con su ensabanación pinariega, que parecía volar bajo un cielo limpio y claro. Y pronto llegamos a la ermita de San Martín, ya avanzado el medio día. Foto del grupo. Elogios a la ruta. Momentos que rubrican la excelente amistad del grupo…. La cordial despedida….


Volveremos…. En otra ruta…





















sábado, 22 de junio de 2013

"EL SABOR DE LA TIERRA", mi próximo libro.


Esta portada es idealizada.  Presumiblemente no será la definitiva.


Este verano saldrá a la luz pública un nuevo libro mio. Estos días estoy ocupado en tareas de repaso, mejora de textos y fotos, antes de pasar a la Editorial.

Su título: "EL SABOR DE LA TIERRA".

Integrará un ramillete de relatos, de impresiones, remembranzas personales..., donde la Naturaleza está siempre presente. Imágenes de una cosecha fructificada en ese iluminador "libro abierto", que es la Naturaleza.

O sea, que esta nueva obra se integra a ese escaparate de publicaciones mías, a la exposición del público lector, juntamente con mi último libro "FIESTAS DEL ALTO PALANCIA", publicado por la Editorial Antinea.



jueves, 20 de junio de 2013

Pedazos de libertad




La voz del río,
su corriente adónica
ungió
mi alma.

La palabra amiga llenó
de fulgor mi corazón.

El sol rompía cristales
sobre el sitial del río,
goteando lazos de plata.

Y la magia de la naturaleza
vitalizaba el engranaje de mis años.

Y veíamos el silencio
bailoteando su vals sobre el río,
al lado de espigas y amapolas
entre campos de oro.

Y la voz amiga me hablaba,
compartiendo los mismos pasos,
sobre el sendero blando.

La luz también nos hablaba;
su monólogo nos iluminaba;

Y mirábamos el cielo

que nos enviaba pedazos de libertad.





miércoles, 19 de junio de 2013

No mires atrás, mi niña



Y mi niña caminaba
por el sendero de esmeralda,
cantando una melodía
a la montaña brava,
al riachuelo mocetón
y a las plantas que nos miraban.

No mires atrás, mi niña,
mira el cielo que nos encanta,
donde el azul extiende sus gracias
coronando la inmensa llanura perfumada




Pero se vuelve para mirarme
para brindarme la sonrisa más hermosa,
su figura gallarda,
como un dulce embrujo
en la tarde vestida de plata.


domingo, 16 de junio de 2013

Una vez más en el espectacular EBRÓN





El Ebrón es un río fantástico. Vamos, que su recorrido entre El Cuervo y Tormón, entre fronteras aragonesas y valencianas, no deja indiferente a nadie. Cada paraje por donde caminas te entusiasma. Su fisonomía. Su vaivén de curvas. Las espectaculares gargantas que atraviesa… Sus escarpados y constreñidos  relieves…

Sus puentes naturales… Su perfecto acondicionamiento para andarlo: puentes de madera, pasarelas metálicas aflorando sobre la corriente esmeraldina…. El frescor del ambiente, con el sol cálido de la primavera que apenas llega al valle ahuecado, húmedo en la sólida penumbra.

Un consejo: No hay que apresurarse. Cada detalle es una sorpresa admirable. Pintorescos matices. Deliciosos motivos vegetales, descollando marciales y cimbreantes chopos que se miran en las transparentes aguas del río.

Cuando el Ebrón entrega sus aguas al Turia en Las Ajuntas, el valle se ensancha. Los verdes huertos,  que huelen a manzanas cuando el otoño asoma, se afinan desde el descolgado caserío de Castielfabib.

Siete  amig@s disfrutamos de una jornada senderista completa. El marco: Los Estrechos del Ebrón.

Que hacina paisajes con mágica fastuosidad. Que  los llevo en mi alma,  desde que quise, en otros tiempos,  que la palabra fuera obra escrita, que, como dijo el poeta “es blanca y sensitiva”.

Que dicha que lleguen los sábados para encontrarnos con la naturaleza, haciendo lo que nos gusta. Es la grandeza del senderismo. Apresando emociones en cada salida. Sintiendo la amable palabra del amigo contigo. Hablando, riendo, en ese dichoso transitar bajo la inmensa bóveda del cielo.  Con un sol que calentaba, que desplegaba bochorno en los espacios abiertos….

Y para el final: la comida. Escuchando al lado,  el poema del agua viva, brillante, hecha canción en los chorros. Y en el chiringuito homónimo,  nuestro periplo por la vida ilusionada tuvo la gracia merecida en una mesa alargada, donde se llenó de buenas viandas. Y la foto del grupo después, para encastillar la alegría y el recuerdo.


Y ahora las fotos:






























Ver el estupendo vídeo de nuestra amiga Merche: