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El Tiempo en Segorbe. Predicción

El Tiempo en Segorbe

sábado, 29 de diciembre de 2012

y... III. Els Ports. Un viaje deseado.





Cuando llego al área de picnic de la Franqueta veo que es un paraje maravilloso para recrearse con todos los elementos naturales que dispone. Y que es una base ideal  para desarrollar fantásticas rutas por Els Ports: Al collado Miralles, donde es factible visitar el pino Ramut, un árbol monumental con 22 m. de altura y 3,15 m. de perímetro; a la cabecera del río de los Estrets, ruta para enlazar con el GR-7,  que atraviesa el Port desde Fredes a Paüls; el circuito de la Espina, con rincones de salvaje belleza, para no perdérselo...

Pero opté por hacer el recorrido circular a la cueva de Picasso.  Muy bien señalizada, con una distancia de 3,1 km.,  la ruta, se adentra por un inmenso bosque de pinos de la variedad negral, coscojas, carrascas, bojedales, ruscos, tejos y otros arbustos peculiares de este inmenso parque natural. Hasta que desciende hacia el río de los Estrets,  saliendo de la umbría del bosque, emparejándose con él con protectora barandilla de madera. La llegada a la cueva está señalizada. Y es un hito en la vida de Picasso, en su primera estancia en Horta, entre junio de 1898 a enero de 1899. Esta cueva, pequeña, como una balma, forma un cobijo natural. Se establecieron en ella Picasso y su amigo Pallarés. El artista dibujaba, captando toda la naturaleza que le rodeaba. Dibujos en los cuales “el profesor era la propia naturaleza”. Y al resguardo de la cueva depositaba bastidores y telas. Y los elementos  que necesitaba los tenía al lado: “el agua, el aire, el viento, la lluvia, el fuego”... En aquella época se habitaba en molinos y masías,  como en el cercano  mas de Quiquet, que el pintor solía frecuentar.

Dijo de esta estancia: “Mis emociones más puras las he experimentado en un gran bosque de España, donde, con dieciséis años, me había retirado para pintar”.

Dejo la carismática cueva y sigo la ruta. Hay quietud en el río, en los pequeños remansos. La meliflua corriente parece masajear el silencio. Todo lo que me rodea es suntuoso. Los rayos del sol hacían resaltar las espadañas de las cumbres, mientras llenaban de sombras y penumbras las hondonadas.

Visito en el barranco del Carrer Ample el área de interpretación de la Marbrera, conformada por una antigua cantera de mármol. Subo al mas de Quiquet, donde en siete grandes paneles se muestra toda la evolución del paisaje de Els Ports, desde la prehistoria hasta nuestro siglo, donde se enseña a conocer todos los valores naturales dels Ports y estimar la riqueza de este patrimonio.

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De regreso al pueblo de la Horta me invade una sensación de pesadumbre, alimentada por la misma felicidad de tanta belleza salvaje reunida en Els Ports… ¡quería más!!!

Y cuando paso delante del acceso a las inmensas Rocas de Benet, erizadas soberanamente de líneas geométricas, que tanto inspiraron a Picasso, su gallarda silueta me hace desviarme del trayecto principal. Subo con mi coche por el camino del mas de les Eres hasta el punto donde parte la ruta para ascender a la cumbre principal de esta montaña, la más emblemática del Port.

Me sentía arrebatado por la fantasía arquitectónica de las murallas de Benet. Resplandecía dentro de mí el deseo de tocar la roca y redondear mi aventura personal por esta inmensa catedral geológica, con la Llastra como principal lomo rocoso.

Y fui subiendo, subiendo, con el sol reptando también a mi lado…

IMAGENES DE ESTA PINTORESCA RUTA

















miércoles, 26 de diciembre de 2012

II. Hacia Els Ports. Un viaje deseado.





-¿Otra vez?

Mi coche protestaba cada vez que lo detenía.

-Amigo, es que es todo un espectáculo lo que veo.

Así era. Las  emblemáticas Rocas de Benet resplandecían en lo alto, con el sol de la mañana adornándolas de luz y colores. A su lado, se estiraba la cohorte de otras cumbres menores pero igual de bellas, pináculos, agujas…. QUE ME ILUSIONABA FOTOGRAFIAR.

Pero llegó el aparcamiento “oficial”. Me encontraba a las puertas de uno de los valles más singulares, sorprendentes y  espectaculares de Els Ports: Los Estrechos de Arnes.

Me adentro en el valle siguiendo el curso del río de los Estrets, que forma meandros y pozas de notable densidad esmeraldina. Enmarcado todo su curso por colosales paredes calizas, conglomerados de espectacular visión y colorido, como las Moles del Don, la Gronsa, del Duc y dels Viernets.

El camino, ribeteado de coruscantes bojes,  sigue la estela de una conducción de agua potable a Horta de San Joan. El recorrido es fácil, pero en cada paso que das la danza vertical de las rojizas murallas te sobrecoge. La sucesión de transparentes pozas es muy atractiva;  y su color y formas invitan al baño.

No es raro ver escaladores en los diferentes espolones rocosos que recaen sobre el río. Las vías deportivas son varias, de diferente dificultad.

Pero al visitante le atrae las dolomíticas crestas, el vuelo de los buitres que presencia, escuchando al mismo tiempo el suave murmullo del río en su encantador deslizamiento sobre el rocoso lecho, obstaculizado por  bloques desprendidos de las cotas altas.

El espectáculo geológico es admirable y fantástico. Las paredes exhiben toda clase de protuberancias, covachas y canaladuras, recubiertas por exudaciones amarillas, pardas y ocres. Las cortaduras y anfractuosidades son vertiginosas, por donde hacen cabriolas las cabras montesas. Y en lo alto, la sucesión morfológica de las crestas es suntuosa, recortándose contra el azul.

De regreso al aparcamiento, escucho de nuevo el vigoroso sonido de las aguas del río, en sus constantes regates con la roca. Su rumor serpenteaba por la atmósfera de una  forma sutil y cálida.

Hacía bueno. El sol y las sombras se amarraban por los corpachos de la Gronsa Central. Y la seducción de trepar por la roca era enorme. Dejé los bastones al lado del sendero y remonté unos metros la empinada ladera. Por encima de mi se revelaban como olas las crestas de esta montaña. Enfrente tenía las gigantescas  Moles del Don, con sus vestiduras cenicientas. El sol del mediodía hacia recalar sus flechas escarlatas sobre las enormes murallas de los Estrechos de Arnes.


 
BELLAS IMAGENES DE LA RUTA DE LOS ESTRECHOS DE ARNES















domingo, 23 de diciembre de 2012

I. Al encuentro de la obra de PICASSO



Con este viaje a la Horta de Sant Joan, en la comarca de Terra Alta (Tarragona), quiero FELICITAR las FIESTAS  a todos mis  SEGUIDORES  y AMIG@S. Gracias por COMPARTIR un año más mis ilusiones viajeras y montañeras. Decía Henry Russell "que allí donde el artista o el escritor han puesto su corazón, siempre se vuelve". El mio encontró la felicidad en estas aficiones que leís en mi blog, a las que he dedicado una especie de culto durante 35 años.

Este viaje es el último de 2012. Y para una mayor explicación del mismo, lo he dividido en 3 entradas. Las últimas de este año.

Espero que os gusten.

GRACIAS...!!! 






El genio artístico de Picasso se estableció en la Horta de Sant Joan. Supo encontrar la belleza en la gallardía, en la divinidad y en la magnitud de la naturaleza. Y su arte brotó con la magia de sus pinceles. El que mejor lo sabe es el escritor Frances Miralles. Nos lo explica en su obra “El secreto de Picasso”.

“1898. Picasso se establece ocho meses en Horta de Sant Joan, un pueblo rural donde el pintor adolescente vivirá una misteriosa aventura iniciática. Tras vagar con un amigo por bosques salvajes, enormes barrancos y torrentes, se refugia varias semanas en una gruta, donde duerme sobre un lecho de hierba y cuece alimentos en una hoguera. Allí hará un descubrimiento que cambiará para siempre su vida y la cultura del siglo XX”.

Llego a este municipio de la Terra Alta con la Navidad en danza. Primero voy a visitar el pueblo, así como el Museo Picasso. Y, como colofón, me perderé por los lugares donde estuvo Picasso.

Quiero establecer comunicación con esta naturaleza bravía e indómita de Els Ports. Y con suerte, alcanzar rutas mágicas donde solo residen las musas. Y al verlas, que aumente mi regocijo, mis deseos de crear palabras en estos espacios donde el sol muestra una luz diferente, donde las sombras tienen otro color, donde el aire recrea con excelsitud el ambiente de estas montañas queridas, donde la vida se ve de otra manera desde el marco del origen ancestral del ser humano.

El pueblo.

La Horta de Sant Joan es  un pueblo fotogénico mirándolo a distancia. Alzado sobre una montaña, como queriendo otear mejor el fantástico y complejo relieve de Els Ports. Y puede estar orgulloso de su hidalguía medieval, con calles costaneras, estrechas, pasadizos, puertas en arco, enfajadas de sillares,  y la maravilla de la plaza de la Iglesia, que combina el edificio municipal, una obra renacentista del siglo XVI, en cuya fachada destaca un mural de Fernando VII, en conmemoración de las Cortes de Cádiz. Es una plaza porticada, con la iglesia de San Juan Bautista (siglo XII). La antigua prisión, que es visitable, se ubica en los bajos del ayuntamiento, donde se expone un estudio sobre los elementos arquitectónicos de la Horta.


El Centro Picasso.

Se halla situado en un edifico renacentista del silgo XVI, que fue antiguo hospital. Y ofrece un conjunto de obras del pintor, en reproducciones facsímil,  en las dos estancias en la Horta. La primera (1898), con obras de “estilo libre y personal” y en la segunda (1909) donde aflora el cubismo.

La exposición está dividida en tres plantas. En la planta baja  se muestran fotos y objetos. En la primera, se muestran reproducciones de las obras realizadas entre 1898 y 1899. Como se explica en el museo “ en estas obras ya se puede apreciar la ruptura con el academicismo y el inicio de la genialidad picassiana”. Y en la segunda planta la muestra está integrada por óleos cubistas realizados en el verano de 1909. Todo el conjunto está admirablemente instalado,  con textos explicativos de toda la obra realizada por Picasso en la Horta. El Centreo Picasso fue inaugurado en octubre de 1992.

Hay que visitarlo. Es una recomendación fiel.

Y antes de adentrarme en els Ports, contemplo a media distancia el convento de Sant Salvador, al pie del sugestivo perfil cónico de la montaña de Santa Bárbara. Y cuando observo lo que tengo delante, toda la panorámica de montañas de este famoso parque natural, comprendo que Picasso amara Horta, sus paisajes y sus gentes, cuyo recuerdo “los llevó toda la vida dentro de su corazón”.
















sábado, 22 de diciembre de 2012

¿Qué tiene mi comarca?




¿Qué tiene mi comarca que gusta tanto? 

Acaso sus paisajes, su historia, el agua de sus manantiales, el dulce canto de su río con su personalización humana; sus maravillosas sierras, laberintos de belleza, las piedras de su arte donde canta el avecilla de los siglos…. Creo que son suficientes valores para que mi comarca sea distinta a otras en la provincia de Castellón. Porque de todas estas maravillas, nace la inspiración, el factor creativo de sus gentes en este amplio solar de arraigo y solera.

Y surgen literatos y poetas. Creadores del verbo. Y publican obras nacidas en el regazo de la historia, de la poesía, de la narrativa, de la estética, de la espiritualidad…

En los últimos tiempos el Alto Palancia tiene libros que abarcan diversos géneros: historia, fiestas, naturaleza, aves… Sentimientos que glorifican el brocal de la palabra escrita.






La música es otro género que destaca, que ya viene de siglos atrás, entre sones de vihuela. Y no me refiero a las bandas que tiene cada pueblo, que las hay y buenas. Me refiero a compositores, solistas instrumentales, directores de bandas, cantores…Y de eso lo saben muy  bien David Montolio,  Juan F. Plasencia, Manuel Aucejo, creador de himnos y melodías que se entonan en horas festivas…. Sí,  ya se que me dejo a otros, pero es una muestra de que el Alto Palancia entroniza la inspiración,  y su belleza es como una orquesta,  con el sonido intacto casi estrenado, la melodía perfecta para levantar voces y batutas en el rico arbolario de la genuina entraña popular.







Y claro, con tanta belleza, con tantos temas que alimenta el paladar del buen hacer, el Alto Palancia es, asimismo,  escuela de pintores. Y mana el arte soberbio, con pulso sereno, dinámico, pero también llameante. Y surgen artistas reputados, como el escultor Manolo Rodríguez o los pintores Luis Bolumar y Rams. Sí, ya lo se. Hay más. Diestros y esclarecidos con el pincel, que triunfan con su propia obra y son maestros en el sinfonismo pictórico. Y en este quehacer, se encuadra el sabor de mi comarca, que es ventana abierta a espíritus inquietos y a todas las emociones.

El Alto Palancia es copla, refrigerio, madrigal, retamas, jarales, enebrales, sabinares…. Se hace culto a la naturaleza, a la fiesta, entre rachas tornasoladas y noches donde el sol del gozo alumbra calles y plazas y las inunda de tesoros plateados, de bullicio, de mozas guapísimas cantadas en sainetes, entre hierbas olorosas de la mañanera enramada.

Gentes nacidas y afincadas en esta maravillosa tierra. No está todo de lo que hablo. El Alto Palancia es pétreo puntal,  referencia, atrae. Se ama. Y en ese amor a nuestra tierra se perfila la suprema inspiración de toda obra.


miércoles, 19 de diciembre de 2012

Vivas y amplias coloraciones en el barranco de la Maimona




No la conocía y ha resultado ser una ruta impresionante, sorpresiva en términos excursionistas. El tramo más pintoresco y espectacular discurre por el fragoso cauce del barranco de la  Maimona, en el término de Fuente la Reina. Un magnífico sendero caracolea por la margen derecha de este barranco,  que ya infla el roquedo y que tan soberbio se muestra con su colección de acantilados cerca de Montanejos. Un sendero que une la fuente Pierres con Fuente la Reina.

Además, se convierte en una ruta circular, con una distancia aproximada de 14 kms., entre las poblaciones de Villanueva de Viver y Fuente la Reina. Parte desde la ermita de San Martín de Villanueva de Viver. Sigue la ruta inicial por pista. Se aboca a otra. Se sigue por la izquierda. Y en pocos minutos penetra en una pinada. En la misma linde, por la izquierda, nace un sendero abierto entre muretes de piedra. Este sendero o antiguo camino de herradura, va descendiendo entre bancales abandonados. Cruza la partida del Sabinar, donde proliferan sabinas, enebros y pinos. Atraviesa la despejada línea de un tendido eléctrico y se aboca al cauce del barranco de la Maimona. En el paraje donde termina un camino, que arranca de la cercana carretera CV-208, se ubica la fuente Pierres, de abundante caudal. La vegetación de ribera es copiosa, enriquecida por  tropillas de chopos, que desmayan sus desnudas ramas. Las hojas de los chopos alfombran el suelo, donde el sol también dibuja lunares de oro. El agua se remansa plácidamente, ofreciendo un aspecto esmeraldino precioso. 

Y en este punto nace el sendero citado en el primer párrafo de este escrito, bastante marcado, con una buena labor de limpieza. Y al seguirlo,  por el corazón de la Maimona, te maravilla todo. Las carrascas de tronco rugoso, las plantas trepadoras, el ramaje retorcido de los arbustos, los rincones donde resplandece el musgo, los cinglos nimbados de luz. Y el sendero se acerca al lecho del río, donde el agua se detiene, cristalina, invitando al baño en…  ¡verano!...

Saboreo el olor de las plantas. Sus tonos ramificados. Escucho el rumor del río, delicado, sutil…. Vaya sendero!!! Rico en matices, amable en su charla con el senderista, aunque también tienes que prestar atención en algunos puntos… Y se desboca el sol por las paredes opuestas. Los puntales se crecen, al igual que las protuberancias en los desplomes rocosos…  Todo es belleza en el barranco de la  Maimona, una belleza salvaje que me atrapa, como los colores de los rebollos, de las carrascas….Unos colores petulantes, briosos,  en vísperas de la Navidad….

Y el sendero se desliza por debajo de túneles de verdor, buscando el cobijo de las sombras, de las rinconadas de espesa vegetación… La marcha se adentra por un terreno calizo, pedregoso, sorteando bloques desprendidos de los cantiles superiores…

¡Zing!.... El chillido de una cabra montesa me hace despertar de mi contemplación emotiva del entorno de la Maimona…. Hay varias. Y observan mis gestos curiosas……Y las fotografío. Y sigo el precioso camino de herradura, que se acurruca al pedregoso terreno…

Y llego a Fuente la Reina. Entrando por la fuente Las Mangraneras, las  casas tienen la absorbente imagen de asomarse sobre la estela de la carretera. Subo sus empinadas calles, hasta que vuelvo a retomar la carretera, que me ofrece una pintoresca imagen de este pueblo de la comarca del Alto Mijares, tras salir de él por la calle Barcelona. Sigo hacia Villanueva de Viver por la carretera. Y  unos setenta metros antes de llegar al acceso cementado del cementerio, tomo por la derecha un sendero,  que me baja al barranco La Graja. Es un sendero balizado con pintura blanca y amarilla. Ancho, de buen andar. El pinar se espesa y cobra su auténtico valor botánico por las faldas de la sierra de Montalgrao o de Pina. El encaje de pinos se adensa. El sendero salva y cruza el collado Lepo. Sigue la ruta por camino, sorteando los calveros pardos de las tierras. El encaje de un pinar de erectos troncos crea sobre la pinocha  un mar de sombras espesas, como una caligrafía solemne. Se sale del pinar y surge una bifurcación. Sigo por el ramal de la derecha, que pronto entronca con el camino de la ida, después de salir de la ermita de San Martín, a donde me acerco, mientras Villanueva de Viver despierta su blancura a la luz de sol, que se recuesta sobre los hastiales y repechos de Santa Bárbara de Pina.