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El Tiempo en Segorbe. Predicción

El Tiempo en Segorbe

domingo, 29 de abril de 2012

En la peregrinación de Les Useres





Hace una temperatura sumamente agradable en el santuario de San Juan de Penyagolosa. 20º que no están nada mal. La ropa de abrigo se ha quedado en el coche. El sol rebota en el Penyagolosa y se cuela por los pinares. Son las 17 h. de este viernes último de abril. Y en los puestos comerciales de los porches cubiertos flotan perfumes de cremas y aceites. Se crea un ambiente especial, implantado. Y espero a  mis amigos, que participan en la peregrinación como excursionistas.

Van llegando los primeros caminantes por el GR-33, el “Camí dels Peregrins”. El sol garabatea claros y sombras sobre el terreno herboso. Hay flores pequeñitas, de color violeta, que estampillan el suelo. Hay  una quietud melosa  en la atmósfera. Parece que en todo este recoleto espacio del eremitorio se recrea el espíritu de la peregrinación.

-¿Espera a alguien?

La pregunta me la hace una mujer, que me dice que espera a su marido.

-Cinco años que acude a la peregrinación. No ha fallado uno. Le encanta. Aunque se cansa, siempre llega hasta aquí con cara de satisfacción, una emoción que me transmite siempre.

Llegan los primeros amigos. Saludos afectuosos. Con los conductores bajamos con mi coche hasta Les Useres. Volvemos a subir hacia San Juan. En Vistabella encargamos la cena. Una vez en el ermitorio saludo al resto de amigos. Y esperamos la llegada de los peregrinos. La multitud congregada impresiona. Y un  silencio ceremonial, muy respetuoso, recibe a la comitiva. Llegan al peiró, cantan el “Omnes Sancti”, se detienen a descansar.  Algunos peregrinos fuman algún cigarrillo.

La noche va cayendo, mientras en el cielo se refugian los últimos claros. Se organiza la procesión. Los cantores entonan el “O Vere Deus”. Los cantores van con los faroles… La noche se ha echado encima. La campana de la ermita  emite sus toques intermitentes.  Todo es solemne, respetuoso…. El silencio y los cánticos glorifican  la noche en San Juan...

Leo a mi amigo Alvaro Monferrer: “En Les Useres los niños han jugado a pelegrins desde siempre”.

Los amigos  tenemos una nueva cita, la cena en Vistabella. La reserva la hicimos en el bar-restaurante El Dau. Buenos platos, riquísimo todo. Y un ambiente fraternal, que es nuestro lujo.

Un afectuoso saludo a mis amigos: Carmen D., Begoña, Manolo, María José, Vicente, Manolo Moliner y Angel.













viernes, 27 de abril de 2012

MI DESPACHO





Mi despacho es chiquitito. Aquí durmió mi hija mayor. Y ahora está lleno de recuerdos, de fotos que cuelgan en las paredes como emotivos blasones de mi vida. De mi mujer, de nuestros años jóvenes con  nuestros afanes de lograr lo más soñado; de mis nietos, de mis hijas, de pequeñitas,  viajando por el Pirineo; de esa magna cordillera, con fotos de conquista de las cumbres más representativas por mi afición montañera… De fotos recientes, con mis estimados amigos de senderismo….

Todo tiene un valor incalculable, dorado, para mí.

 Las veo cada día y despiertan al verlas oleadas de recuerdos, de emociones, de cariño hacia momentos inolvidables.

A un lado están varios dibujos de mis nietas. A “nuestro abuelo” escribieron. ¡Qué lindas!

También, al lado de la pantalla del ordenador, tengo un bonsái recién comprado, pequeñito, un ficus. Lo voy a cuidar mucho, para que crezca y alegre mi rinconcito con su pabellón de hojitas verdes y tiernas. Y encima se descuelga una ristra de pimientos secos, retorcidos y rugosos, pero que me gusta tenerlos como un símbolo del mundo rural que tanto le debo.

Y alrededor estanterías, llenas de libros. Mis obras, libros de viaje, de excursionismo…. Libros de autores valencianos, amigos míos. Además también tengo mi bastón de peregrino. Trofeos y premios. Y flores secas, de tomillo y manzanilla, que aún mantienen su perfume embriagador.

Mi despacho, sí, todo un  sahumerio de recuerdos que cada instante contemplo, mientras escribo para mi blog, hago un apunte para un nuevo libro o emano mis tonadas en palabras de color ocre, blancas, azules…




miércoles, 25 de abril de 2012

El grito de la tierra




El mar, la mar!!! Busco su eco cabalgando hacia un reino de horizontes. Hacia ese final que nunca se encuentra, donde florecen culturas y todo un cordel de aventuras. Donde flota el romanticismo y el trabajo duro de los pescadores. Donde se respira paz en las finas arenas, donde se engarza la sinfonía de los eternos rumores de las olas.

Mis pensamientos se llenan de recuerdos amados, de pasiones peinando rocas y cumbres, de placer, siendo corazón de risas y amistades sin dificencias...

Soy marinero del aire, y mi voz se acuna entre ola y ola. Es la fiesta de los sueños. La de los colores tierra adentro; donde nace el capullo, la rosa silvestre y la aurora; donde la savia crea belleza; donde el amor no sobra, donde se asientan los jardines de la vida, en tierra limpia; donde el trigo es un  mantel verde y hay también un grito de la tierra, que se siente abandonada.


lunes, 23 de abril de 2012

Por Bezas, entre pinares de rodeno





El pasado sábado nuestro grupo disfrutó de otra ruta fantástica. Esta vez nos fuimos a la Sierra de Albarracín, para desarrollar uno de los recorridos estrella de esta fascinante sierra. Una joya entre el sistema de valores naturales y paisajísticos que engloba esta sierra.

Anduvimos por paisajes de fuertes contrastes. Entre macizos y relieves del rodeno y valles lacustres, entre pinares de rodeno,  plantas aromáticas y jaras de gran porte.

Partimos de Bezas siguiendo las señales blanquirrojas del GR-10.  Ascendimos por el camino del Taconar. Atrás quedaba el pueblo, enmarcado por tierras de labor y muros de piedra seca. Detrás, se alzaba el lienzo espectacular de la sierra Carbonera y el Cerro de los Cepos. Cruzamos el collado de la Laguna y llegamos a la planicie donde se aloja el pintoresco humedal de la laguna de Bezas, también denominada  “del Infante”. En este paraje habitan patos, garzas, tordejas… Serie de fotos, los patos paseando por la orilla opuesta, “cua cua” …  y a caminar otra vez.

Nuestra ruta siguió la señalización de la Peña de la Cruz. Una pista nos fue subiendo al lado del barranco del Saltillo, dominado,  cerca de la pista a Tormón y Rubiales,  por las cuarcitas de El Calvillón.

A todos nos encantaba los paisajes que veiamos. Las charretas, las pequeñas paradas para las fotos… La alegría surtía en cada paso, buscando en la mirada la Peña de la Cruz.

Un  tramo de carril y otra pista después de pasar por el collado del Portillo nos condujo hasta los pies de la pintoresca Peña, alzada entre bellísimos escarpes e inmensos bloques de las areniscas del Bundsandstein con sus filigranas de huecos y hendiduras. Un mirador sobresaliente, escalones labrados en la misma roca, sólidas barandas  de madera para asegurar los desplomes, y en la misma cumbre, la cruz alzada, la caseta de vigilancia y el blanco mojón del vértice geodésico.

El tiempo acompañó en toda la ruta, con el sol rastreando las nubes. En la cima de la Peña el aire era frío, pero nuestros ojos se abrieron llenos de asombro ante las soberbias  panorámicas que se avistaban  hacia todas las direcciones, en busca de horizontes lejanos;  de las formaciones de la arenisca rojiza y de los rasgos geomorfológicos que se alojaban en las rocas, como tafonis, alvéolos y gnammas.

La foto del grupo rubricó los felices instantes que pasamos en este espléndido mirador de la Cruz. A sus pies, debidamente resguardados, dimos buena cuenta del almuerzo, como siempre regado con los buenos caldos que nos trae nuestro amigo Juan y las aportaciones peculiares y deliciosas de todos.

En el descenso seguimos un camino para sacar madera flanqueado  por un  hermoso robledal de marojo y rebollo. Pasamos delante de una depresión artificial formada por una antigua cantera de arcilla y por la carretera llegamos a Bezas, dominado este último tramo por las areniscas del Paisaje Protegido del Rodeno.

La foto en la fuente del pueblo, de frescas aguas, rubricó una ruta excelente, donde la buena armonía  y la excelente compañía fue, como siempre, el componente principal.

Abrazos y hasta la próxima.



IMAGENES DE LA RUTA
















sábado, 21 de abril de 2012

En un relumbre etéreo





Amig@s, me gusta la fiesta, la diversión, el gin-tonic perfecto, la música, el canto, pero… si me buscáis, seguro que me encontraréis rodeado de estrellas, en ese firmamento primaveral que luce con sus mil colores. Y sentir la sangre correr fastuosa por mis venas. Y sentir que la vida es hermosa. Y ver como el mar se revela con su azul inmenso. Y ver que la tierra se descuelga en ríos de hermosura, de pálpitos, de silencios, de paz…, anclados en la liturgia del tiempo.

Y en este escenario, solo, estreno mis vivencias, como aleluyas, recibiendo la ambrosía de muchos besos,  en la magistral aula de la naturaleza. Y me encuentro a mí mismo, como una burbuja danzando en un relumbre etéreo.





viernes, 20 de abril de 2012

Adelante....!!!!




...Es una palabra que me gusta.

-¿Subimos a esa cima, Luis?

-Adelante, amigos.

Casi nunca renuncio a retos. En la montaña me vale casi todo. Desde la realeza de un simple paseo, hasta la ascensión más dura. La galería natural engrandece cualquier decisión. Mi cuenco personal se llena de todo: De emociones, de motivaciones, de silencios en coro, de luz, de la excelsa jerarquía de las ilusiones, que se fraternizan en mensajes ungidos de voluntad; de banderas triunfantes que cada uno instala en esas cumbres de nuestros amores, después de acuñar sensaciones ascendentes para abanicar horizontes de grandeza.




miércoles, 18 de abril de 2012

El pozo y las brisas



El escritor tiene en su mesa de trabajo varias fotos, principalmente de un grupo de casas. Recientemente el escritor, que es un enamorado de enarbolar paseos por tierras desconocidas, se topó con este grupo de casas.




Y como le encanta perderse por lugares recónditos de las tierras castellonenses, visita este trozo de tierra, remarcada por un grupillo de viejas masías.




Y le parece que aún laten trabajos de sus antiguos moradores. La trilla, el mulo, el burrillo, tan gris como una manta de invierno, la vieja balsa, sin agua, reforzada con piedra seca, donde aún baja un hilillo  de cristal por el riachuelo, recreándose en chicuelos remansos. Y andando se topa con el pozo, embutido en hierbas desenfrenadas, donde iba a coger agua con su pozalico la moza cantora, como una flor hermosa y dorada adornando la primavera.





El escritor, que es dado a remover con la vista todo lo que ve, se cabrea ante este abandono de muchísimas masías.




Y como no puede hacer nada para evitarlo, se sienta, coge un bloc de notas y se pone a escribir lo que le sale de su caletre, mientras una brisa le llega a visitar, tan cansada que no es capaz de trajinar entre la arboleda y hacerle imaginar que está escuchando el bullicio de una docena de niños entregados a sus juegos. 






domingo, 15 de abril de 2012

UNA AVENTURA FELIZ POR LA CALDERONA





-Este sendero parece que es el correcto.

-Aquí se bifurca… ¿qué hacemos?

-Por aquí encuentro otro sendero.

Cada cual aportaba su opinión, pero el barranco de Les Merles nos embarcó en una auténtica aventura. Un laberinto vegetal nos encerró de tal manera, que era difícil salir de semejante atolladero. Había que buscar la salida….

Pero empecemos por el principio. Este sábado nuestro grupo alcanzó la cifra de 13 amigos, dispuestos a realizar una ruta por la sierra Calderona, por el término de Albalat dels Tarongers. El recorrido, de tipología circular, se desarrolla por espesos bosques de pinos carrascos, una densa vegetación mediterránea, unos caminos y senderos con  su característica tierra rojiza, unos miradores excelsos hacia el interior de la sierra, predominando el imponente Garbí, y hacia la costa, circunvalada por el Mediterráneo.

Seguimos la descripción de la ruta del libro de Esteban Cuéllar. Las marcas nos guiaban bien al principio. Rebasamos el túnel del tren minero de Ojos Negros, tomamos altura por el camino de La Redona y nos desviamos hacia el barranco de Les Merles. Al cabo de seguirlo ¡pardiez!, el sendero se evaporó. Todo era buscarlo. Unos por un lado, otros por otro. El amarrañado terreno y su inclinación nos complicaban el avance por huidizas muestras de sendas. Había que subir terreno arriba. Eso sí, las jaras exhalaban sus perfumes y su innato colorido, entre multitud de arbustos que se agarraban a nuestras piernas con demasiada euforia.

Alguien, que se había desplazado del grupo, exclamó,  como emulando a Rodrigo de Triana:

-¡Pista  a la vista!

Y así, salimos del laberinto del barranco, que nos había ofrecido una buena dosis de aventura, diversión y espectáculo. Llegamos a la parte alta del camino, donde nacían los senderos a La Redona. Nuestros pasos siguieron la senda que sube al cercano cerro del Chocainet, la cual, se endereza bastante cerca de la cumbre. Nos recreamos con las vistas que nos ofrecía tan singular mirador, entre ráfagas de un viento caprichoso. Al descender de la cumbre, ya en la pista,  llegó el momento del almuerzo, exquisito como siempre, cada cual aportando su habitual elemento nutritivo: Papas, vino, chorrizo, cafecito, pastas, chocolate, dátiles….

De bajada, pasamos delante de la fuente de la Murta. Cruzamos la carretera que lleva al pueblo de Segart y nos hicimos la foto del grupo en el paraje recreativo colindante a unos chalés.

Desde aquí  el menda siguió unas marcas de sendero local, como si fuera a encontrar los cerros de Úbeda. Dicho sendero ascendía, ascendía hacia los paredones del Garbí. Dudas acertadas entre el resto del grupo y otra vez para abajo. En la misma urbanización, preguntando, dimos con el recorrido correcto. Un precioso sendero con marcas de SL que, entre bonitos paisajes y algún que otro algarrobo centenario, nos abocó a la rotonda de la salida 7 de las autovía mudéjar.

En este punto coincidimos con el grupo de amigos de Rocacoscollá, que habían subido al Garbí por la canal. Saludos afectuosos y marcha hacia los coches, donde cerramos este interesante circuito con su buena dosis de entresijos aventureros. Pero al final, salimos airosos y felices.

Un saludo a todos y hasta la siguiente ruta.



















viernes, 13 de abril de 2012

Mis botas




Mis botas andadoras. Conocen senderos mejor que yo. No les importa el terreno que pisan. Hacen regates a las rocas. Y se alegran de recibir las caricias de tomillos y romeros. Salvan cualquier escollo natural. Tienen bríos. Conocen la furia del viento. El atropello de la lluvia. Los besos cálidos del Sol. Gozan cuando hollan cumbres. Cuando se asoman al vertiginoso vacío. Cuando trepan por las rocas, como ardillas. Y se comunican con otras botas amigas. Y a veces discuten.

-Nosotras somos mejores.

Pero todo es levedad, simpatía.... Florece la franqueza de la amistad. Y a veces hasta cantan...


miércoles, 11 de abril de 2012

AMO A LA VIDA...

  


Amo el coraje, la fuerza moral, el temple  y la valentía de mi mujer, auténtica guerrera ante las adversidades de la vida.

Amo las caricias de mis nietos, su voz tierna y angelical, sus abrazos y sus alegrías.

Amo las sonrisas de mis amig@s, su amistad, sus muestras de afecto y apoyo.

Amo las regañinas de las personas que me quieren, cuando me notan un evidente desconcierto en mis emociones.

Amo la voz del silencio, que me enriquece tanto como las palabras doctas de un psicólogo.

Amo a la naturaleza, que tanto me ha dado durante mi larga vida; sobre todo emociones, experiencias, cultura, enseñanzas…

Amo el cántico armonioso de un ruiseñor, atalayado entre la floresta, con su enjundia floral.

Amo el espacio, la conquista de la altura, los obstáculos que me encuentro… Inducen a la reflexión, a determinar las capacidades de cada uno, a dejar una huella permanente en mi corazón.

Amo la belleza en todo, pero sobre todo la belleza que se encuentra,  porque sale del interior de cada uno.

Amo la seducción de esa belleza, porque me da estabilidad en la vida. La encuentro en las montañas, sobre todo. Como dijo Gaston Rébuffat “Un bello paisaje es, en primer lugar, un alimento”.

Amo los bosques, las rocas, los árboles… Ellos me escuchan cuando les hablo y me liberan de tensiones. Me proporcionan fortaleza, pasiones, ambiciones, salud moral…

Amo los senderos, los pasos fieles de los amigos, la felicidad que nos invade, el eco musical de la naturaleza, su esplendor y su pureza, la humanidad que nos sella,  conformando un mundo hermoso.

Amo el pensamiento, porque me ayuda a caminar por los senderos de la vida, a tener conciencia de las cosas, sus virtudes, incluso su misticismo.






Amo los lugares salvajes y luminosos de los Pirineos, sus cumbres. En esas cumbres celestes he encontrado el origen de la belleza, de la perseverancia, del equilibrio, del entendimiento, del valor, del camino hallado, que me proporciona confianza y ardor, alas a mi corazón para poder seguir otros caminos de belleza en mi tierra.

Amo a las gentes de los pueblos que he visitado en mi vida de viajero. Su hospitalidad, sus charlas amables, su filosofía… son pilares que fundamentaron el hecho de andar y contar, de maravillarme ante la naturalidad y confianza de personas nobles, hechas de la tierra donde levantaron sus vidas.

Amo los ecos de los valles, como epitalamios mágicos y emisarios de gracias trovadoras.

Amo los ríos cristalinos, con sus cantares,  fertilizando praderas risueñas, valles de azabache y verdor.

Amo las sonrisas peregrinas de las olas, en playas de entusiasmo, donde emergen las odas como rizos hechizantes, entre encantos dorados.

Amo el brillo de las ilusiones, que emergen entre un mundo hostil, de lágrimas y dolores, de afanes y esperanzas.

Amo tantas cosas…..


Amo a…. ¡LA VIDA!