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El Tiempo en Segorbe. Predicción

El Tiempo en Segorbe

sábado, 30 de abril de 2011

La llama del deseo






Cálidas manos me abrazan entre un paisaje de sorpresas. Su voz, melodiosa, es como un río fulgurante, de elegante ternura. El camino se viste de hermosas princesas, flores que mayo tributa al ensueño del amor. Pasos que se detienen, que deletrean infinitos goces, de ardores anhelantes que alientan, mientras la inspiración dibuja palabras de íntima esencia, que se enroscan por los pétalos de la belleza. La vida palpita entre perfumes románticos, entre maravillosos lazos que alumbran la llama del deseo.

jueves, 28 de abril de 2011

Disfrutando que es gerundio



 El Júcar en el Estrecho del Infierno

… Y por la serranía de Cuenca.

Que bien que me lo he pasado. Vaya que sí. Aguas jóvenes nacen  en la Cuenca pinariega: Júcar, Guadiela, Cuervo… Relumbran y cantan jolgorios serranos. Serranía de Cuenca, airosa, rumorosa, aromatizada… Escalan los pinos y se alzan sobre las hoces y los verdes mantos de las extensas praderas.

Estoy rodeado de belleza. Prados alegres de un verde norteño, riscos y desfiladeros que recortan los bosques y sutiles hilillos de agua saltarina que nacen en el Estrecho del Infierno. Es el manadero del Júcar.

Aunque otros manantiales aportan sus aguas al naciente río, ubicadas en los Ojuelos de Valdeminguete. Antes del citado estrecho parte la ruta hacia el cerro de San Felipe, la cima más emblemática de toda la serranía con sus 1.838 m. de altitud.

Desde  Tragacete, por la carretera que se dirige al nacimiento del río Cuervo, nace un desvío que me conduce al puente de Vaquerizas. Desde este punto, ya a pie, quiero alcanzar la Peña del Halcón, vistoso mirador de la serranía y del valle de Tragacete con sus 1.722 m. de altitud.

Y para arriba voy. Eso sí, viendo detalles que alumbran mis pasos. Una fuente con su abrevadero. Amplios prados. Cuatro ciervos, ágiles, que enseguida se refugiaron entre las frondosas matas de boj. Pinos silvestres de anaranjada corteza, que cargan el aire con sus aromas y una faja de cantiles cerca de la Peña del Halcón, que se asoman al amplio valle de Tragacete y a las forestadas tierras de la serranía, por donde se enroscan los tajos de aguas mozas y se acoda y retuerce el Júcar, camino de Cuenca.

“En los pinares del Xúcar
Vi  bailar unas serranas…”

(Góngora)




En ruta al nacimiento del Júcar


El Júcar descendiendo hacia la cascada del molino de la Chorrera.


Un rebaño cerca de Tragacete


Una fuente en las praderas de las Vaquerizas


Bosque de pinos silvestres


Típica hoz desde el puerto del Cubillo

martes, 26 de abril de 2011

Los Puertos de Beceite, otra vez

 

He estado nuevamente en el soberbio macizo del Port. Que singularidad de PAISAJES muestra. Espectaculares. Mi pasión de toda la vida a la montaña cobra relieve cuando estoy en el Port. Son montañas maravillosas que cautivan a todo el mundo. Su salvaje belleza es impresionante, con una naturaleza realmente intacta.

Todo su enérgico conglomerado de muelas, tozales, crestas, agujas, canales…. lo tenía delante. La adrenalina parecía olear mi cuerpo y más mis piernas. Estoy en el barranco de la Vall. Recorro la canal d’en Marc y me asomo al Forat de la Vella. Qué impresión más profunda y grata me produce esta geología tan majestuosa, con una pléyade de agujas moldeadas por la erosión.

Vuelvo al camino y me alza con sus continuas lazadas hasta los pisos superiores. Pero cada paso me brinda nuevos motivos de emoción, viendo el Bisbe, las Mirandes con sus colosales murallas, la Roca Xapada y el Caro, el gigante de todo el macizo con sus 1.442 m. de altitud. Todavía quedan vivos los recuerdos de una excepcional ruta a la cumbre que hice con mi amigo Juan Abad, pasando por el collado de los Pallers y la moleta Rodona. Para volver.

Una senda me conduce al collado de Lloret. Y me siento en una roca,  mientras me entretengo  con delectación a la contemplación de tanta belleza que me rodea. Cualquier senderista ha conocido la tranquilidad que da un camino, un buen sendero. Hechos de pasos, de gentes que caminaron por ellos. Para nosotros, montañeros, son cordones umbilicales que nos llevan a la dimensión de la naturaleza, a sus ignotos parajes, a los misterios de la creación, a la aventura, a las cimas.

Riesgos e incertidumbres, pero también de conocimientos que ensalzan nuestra afición y nos elevan a estadios supremos de profunda felicidad. Compartirlos con amig@s es vivir con plenitud la experiencia de la montaña.





viernes, 22 de abril de 2011

La última cima

 

-¡¡¡Ehh!!!  ¿Sabes como se llama este pico?

-No. Lo habéis escalado, no?

-Bueno, no ha sido tan difícil, pero nos ha gustado y queríamos saber su nombre.

Estoy al lado de este pico espigado, habiendo alcanzado hace unos instantes mi cumbre, el Gran Tuc de Colomers, de 2.932 metros de altitud. Y observo como los dos montañeros se hacen fotos.

El pico donde estoy tiene una cima más ancha, pero de mayor altura que su vecino. Da nombre a un extenso circo lacustre, en el Pirineo catalán: el de Colomers. Lo descubrí  hace 15 años y desde entonces alcancé otras cumbres, que dominan también este inmenso y hermoso circo, como el Ratera, el Montarto, el Tuc de Cendrosa, el Tuc de Bergús…

Hice noche en el refugio Llong. Una noche cálida, estrellada y que auguraba el buen tiempo del día siguiente. Partí al alba.  El venerable lago, con su forma alargada, seguía ensombrecido. El sol no llegaba a colarse por esta fantasía de paisajes. Caminaba feliz, siguiendo la buena ruta hacia el Portarró de Espot. Abajo se iba quedando este lago y el Redó, dominado por el Gran Tuc. Los torrentes escanciaban sus armoniosas espumas, palpitando con alegría.

El  genio sombrío de las cumbres se agigantaba, con sus láminas de caliza blanca. Que colosal era todo. El hombre se empequeñece entre estos palacios del parque nacional de Aigües Tortes. Las pendientes eran empinadas y fatigantes. Progresaba entre pedreras, y la transparencia del aire era solemne. Arriba se recortaba, como aplastándome con su grandeza,  la aguda mole del Gran Tuc, monarca excelso de todas las cumbres de Colomers.

Traspuse un collado, el último obstáculo dificultoso de la ascensión. Aparecía moteado de nieve, embalsamando este notorio mirador, puerta fantástica entre valles, por donde se filtran fuertes vientos, suaves, desgarradores e  incluso poéticos.

Todo un alpestre espectáculo de gran magnificencia se dominaba desde la cima del Gran Tuc, realzado por el esplendor del sol, que le otorgaba un efecto sublime, sobre todo a los lagos, lanzando brillantes reflejos...

-¡¡¡Ehh!!!  ¿Sabes como se llama este pico?
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Han pasado 8 años desde que hice esta ascensión al Gran Tuc de Colomers. Entonces no sabía que se iba a convertir en mi “última cima”. Voy paseando por las orillas del Palancia. El camino está orlado de flores silvestres. Y se que ya no voy a volver a mi amado Pirineo. Seguiré animando mi vida con la naturaleza de mi tierra hasta que Dios quiera.

El Pirineo ya queda lejos para mí.

Una lágrima resbala por mi rostro…



miércoles, 20 de abril de 2011

Hacia el castillo




Los horizontes de mis sierras tenían una vaga tristeza. Las brumas enturbiaban los montes. Yo seguía la paz del camino. Las amapolas lucían sus rojas gemas entre olivos plateados. Andaba con el alma llena de ilusiones. Ahora era un sendero el que me elevaba hacia el castillo. Bueno, hacia el cerro donde aún se mostraban los restos de un castillo morisco. Las ramas curvas de los arbustos columpiaban ramos de flores blancas y amarillas. Hálitos de vida y perfumes, floridas imágenes renacidas sobre los terrenos verdegueantes. El bosque se estampaba cerca y mis recuerdos buscaban aquella senda, que, partiendo del pueblo, me llenó de dicha plena, compartiendo ilusiones de altos sentimientos en el estandarte de la amistad, como manantiales de aguas íntimas.


¡FELICES FIESTAS!


lunes, 18 de abril de 2011

He vuelto a la Serrella




 Hace pocos días no desaproveché la ocasión de volver a la Serrella, una de las sierras más espectaculares de Alicante. ¿Qué aún no has estado en ella?  No esperes más, ahora, en la primavera, es la estación ideal para recorrerla. Tiene un número de itinerarios excelente, y desde sus cumbres se descubren otras sierras emblemáticas, muy cercanas, resguardando el bonito valle de Guadalest, como Aitana, Bernia, la Xortà y el gigantesco Puig Campana. Y el Mediterráneo, repujado por la bonita sierra Gelada.

Es una sierra que tiene potencia y pureza. Excita y rejuvenece al montañero. Genera muchas vivencias, aunando nombres propios de este imponente macizo: El Pla de la Casa, su cota máxima, con 1.379 m.; la Mallà del Llop, la Canal, etc. Estructura alpina, laderas de fuerte pendiente, roquedos, afiladas crestas y las pétreas agujas de Els Frares de Quatretonda. Ascender por ellas es encontrarte en un mundo mágico, irreal, donde el senderista atesora vivencias de gran impacto emocional y visual.

Toda esta iconografía natural de la Serrella infunde carácter, nos hace vibrar, enriquecernos de experiencias y de pequeños y grandes detalles, que rubrican la importancia del montañismo. Esta sierra enseña su melodía su voz, su magnetismo… Y a mi me robó el corazón hace años y regreso a ella para gozar… enormemente!!!




domingo, 17 de abril de 2011

Entre trigos y amapolas








Me gusta andar por caminos desconocidos, sin un rumbo fijo, lentamente, saboreando los detalles naturales en cada paso. La más reciente singladura ha sido por la antigua baronía de Arenoso, por tierras del  Alto Mijares. Tierras onduladas donde se fija la carrasca, el enebro  y alguna monumental encina. Paso al lado de una masía, donde encuentro un edificio ruinoso. El lívido sol mañanero hacía resplandecer sus paredes ocres, roídas por el ineluctable paso del tiempo. Los bancales cerealistas  buscan los derroteros del terreno, donde las aguas se fijan y hacen crecer las matitas, como un mantel tierno y displicente.

Desde aquí veo a un mundo más hermoso. Aunque es una utopía. Pero entre  la soledad que me acompaña parece que todo lo que veo me pertenece. Mis ojos han aprendido a ver, como así se expresó  H. Hesse.

Un rayo de sol se cuela en una alberca solitaria. Y me siento atraído por los colores de las flores de la aliaga, como mariposas amarillas, y también de los cojines de monja, que se embeben de las tierras frías. Sus colores violáceos relumbran como una vestimenta litúrgica, como signo de humildad y penitencia. Y sigo el camino como un vagabundo diurno, entre las trenzas de oro de un tropel de flores que adornan el camino.

Una suave brisa susurra entre matas y robles, se eleva por una cañada y conquista la cumbre de la montaña. Y cuando llego a ella el adorno salvaje de estas tierras históricas se cuela en mi alma. Y me siento sobre las peñas, y escucho el rumor lejano del Mijares, que sigue su cauce con amoroso afán. Y mis pensamientos se pueblan de frases, de sensaciones y felices evocaciones.  Y mientras  el acorde primaveral me acariciaba  recuerdo aquel verso de la insigne Rosalía de Castro “infeliz el que vive sin soñar”.






jueves, 14 de abril de 2011

He estado en Daroca


Panorámica de Daroca



Post dedicado cariñosamente a mi estimada amiga la Abuela Frescotona, que tiene un magnífico blog, esencialmente dedicado a cuentos de la vida. Ella me estimuló a realizar este viaje a Daroca,  que quería conocer, y que muy gustosamente relato, esperando que le guste. E igualmente a todos mis amig@s, visitantes y lectores.

Querida Abuela: Al fin estuve en Daroca. Desde mi ciudad está conectada con la autovía mudéjar A-23. Dos horas de viaje y me hallé frente a una de las ciudades históricas más importantes de Aragón.

Un día muy luminoso y bonito adornó mi visita a Daroca. Sabes, lo primero que hice fue visitar la Oficina de Turismo, donde, muy amablemente, me atendió Rosana. Me facilitó una valiosa información  de esta ciudad, orientándome en la ruta monumental que tienen establecida para las visitas.

Inicié mi  recorrido con un sentimiento de emoción. Porque  era un momento muy esperado para mí y estoy seguro que mi relato te llegará a tu corazón.  Lo primero que visité fue la colegiata de Santa María, que preside la plaza Mayor. Atesora una nave de gran riqueza ornamental, aunque el interés que despierta esta iglesia es que es guardiana de los Sagrados Corporales, que según leo en el folleto turístico “durante siglos provocó que Daroca se convirtiera en un lugar de peregrinaje para los cristianos”.

Tras esta visita, por calles costaneras voy viendo las iglesias de San Juan, de estilo mudéjar, de San Miguel, con su portada románica, con la desgastada escena de Cristo en majestad, y de Santo Domingo, con su estilizada y hermosa torre mudéjar.

Por un dédalo de callecitas estrechas me alcé  hasta uno de los fragmentos de la muralla, formando parte del recinto amurallado que coronaba en el castillo mayor, salpicado de múltiples torreones, cuya extensión, de más de cuatro kilómetros de largo, se convirtió en el más extenso de Aragón. Muy cerca de la puerta del Arrabal se obtiene una de las vistas más espectaculares de Daroca, con un impresionante  mosaico de tejados con sus tonos rojizos,  que se emplastan con el terreno circundante.

Desde la muralla descendí hasta la puerta Baja, conectada con la alargada calle Mayor hasta llegar a la Puerta Alta. Al lado de  la  puerta Baja, una de las más monumentales de la ciudad con su aspecto almenado, se ubica la fuente de los 20 Caños, de agua cantarina, solemne y viva.

Te diré, Abuela,  que hasta aquí el arte y la monumentalidad de Daroca ya me había conquistado. Reina de mi andadura bebí de la fuente, pero también de sus rincones, que observé en mi singladura sensitiva. Y continué por la calle Mayor,  desplazándome hasta la morería, intima, callada, donde se siente el ramalazo del paso del tiempo, y más cuando recorres el típico callejón oscuro.

Me dijiste que viera la Mina. Queda muy cerca de la puerta Alta y de la carretera de Zaragoza.  Y te digo lo que es. La rambla Fondonera era el recolector de las aguas pluviales del Campo de Romanos y del valle de Jiloca, cuyas riadas provocaban muchas pérdidas al atravesar el casco urbano de Daroca. En el año 1555 se inició la construcción de un gran túnel bajo el cerro de San Jorge, con el fin de desviar las aguas que las fuertes tormentas acumulaban, recibiendo el nombre de La Mina.

Te digo, Abu,  que al visitar la medieval Daroca los ojos se llenan de remembranzas, de páginas repletas de historia escritas por musulmanes, judíos y cristianos. Su carácter estratégico jugó un papel muy importante en la historia de Aragón, y hoy se abre al turismo, contándonos muchas historias. Y yo te he contado  mi visita como un sencillo lienzo de voz y pasión,  como esas rosas de primavera que lucen en toda la población y que huelen a siglos.

Espero, querida Abuela, que te haya gustado.

Luis.





Iglesia colegial de Sta. María de los Sagrados Corporales


Los Sagrados Corporales


Portada románica de la iglesia de San Miguel


Torre de la iglesia de Sto. Domingo


Puerta del Arrabal


Puerta Baja


Fuente de los Veinte Caños


Callejón Oscuro


Puerta Alta


Detalle de un escudo de Daroca



La Mina


martes, 12 de abril de 2011

Corre Palancia





Corre Palancia, entre cortinas verdes. Serpentea entre tus riberas verdes. Lanza tu saeta de plata al arco del cielo. Traza tu singladura, buscando la paz del naranjal, entre marcos de azules serranías, donde la roca explaya sus recios dibujos de rojo subido. Curva Palancia tu cauce y cabrillea al sol de la tarde. Hila el labriego su letanía entre  la tierra provechosa. Sonríele, Palancia, antes de que tu caudal mengüe y con retozos resecos claves tu dardo al Mediterraneo, donde las procesiones de las brisas tributan sonidos a las olas, como baladas frescas, en coplerías adónicas.


lunes, 11 de abril de 2011

Entre perfumes y colores




Te gustaba estar conmigo, en el jardín de las flores sonrientes, de los surtidores que acombaban sus plateados chorros, festejando muestras pasiones juveniles. El agua corría libre, bailando como nuestros corazones, al compás de una sinfonía de colores, de luz y de aliento, mecidos por el amor.

Bajo un cielo puro se deslizaban las dulzuras que la lira enamorada exhalaba, entre violetas pálidas, lirios cárdenos, claveles y nardos. Y tu, mi reina, fecundabas nuestros sentimientos como una flor que brillaba en el vientre de una mañana cálida, encendida con un beso de sol, trenzada entre mil finezas de perfumes y colores.

Un ruiseñor cantaba oculto en la fronda de un naranjo, y la risa de una fuente se mezclaba con la luz dorada, como notas de oro que se prendían en nuestras manos enlazadas.


viernes, 8 de abril de 2011

Antiguo refugio en la sierra de Javalambre


El viejo refugio

Querid@s amig@s:

He estado en Javalambre. La miscelánea de percepciones y sensaciones que he vuelto a recibir ha sido enriquecedora. He andado bajo sus pinares, que refugian en sus frondas los vientos de los valles. He vuelto a ver los chaparrales, que son delicados manteles para la nieve. He trepado “algo” por sus rocas, que encrestan cimas en las que triunfan los panoramas. He gozado con la policromía primaveral y con las serenas romanzas de frescas fuentes que entonan sus risas de plata. He serpenteado por sus senderos… Y he estado en el refugio Rabadá y Navarro… Y he recordado el viejo refugio. Y de él hablo ahora:

Durante el año  1990 utilicé bastante este refugio.  Me sirvió para pernoctar algunas noches en completa soledad, durante mis andanzas por esta hermosa sierra. Enmarcó ese afán que ilustra mi vida de sueños y aventuras, de entusiasmo montañero desde siempre. Escribiendo sobre su delirante cobertura, sobre su materia prima, que brota bravía y se encarama lucidora con sus cumbres sugestivas. Fueron horas venturosas cuando la sierra seguía mostrando sus incólumes bellezas por todas sus vertientes, despertando en mi corazón la llama del querer.

Hoy un moderno refugio se alza donde se asentó el viejo. Cumpliendo desde su inauguración oficial con una oferta muy completa para la práctica de nuestro deporte. Cuenta con todos los servicios e instalaciones afines. Y para saber más ésta es su web: Refugio Rabadá y Navarro.


jueves, 7 de abril de 2011

Jérica florece en primavera




 Amig@s: ¡Visitad Jérica!

 Resuena en primavera con ritmo colorista, aleada por el arte mudéjar que airea su singular y esbelta torre. Y se agiganta por las voces de su pletórica historia. Pasear con sosiego  por sus calles encaladas, estrechas y en cuesta, que se encaraman hacia el castillo, donde su sugerente estampa copia la música del Palancia, que acaramela su paso por una impresionante hoz.

Alburas, sugestiones y escalas cromáticas deleitan el paseo por estas calles, llenas de remembranzas, embellecidas por el genio estelar de las flores, que siembran rincones, fachadas y alféizares. Un jardín de prodigio colorista, que dilata la seducción y el gozo. Una ronda de colores de la calle San Roque, especialmente.

Mi homenaje a esas hacendosas mujeres que cuidan con auténtico amor estos jardines, que son emblemas de la belleza, de la luz y la alegría.






martes, 5 de abril de 2011

Sembrando el amor




Miro el mar y mi soledad se llena de pensamientos. Recuerdo tus pasos sobre el tapiz de los brillantes guijarros. Reías a gusto saltando sobre las olas. Tu júbilo condecoraba el mar,  y la brisa revoloteaba a tu alrededor como un ave de esperanza. Eras feliz y tu risa era como un manantial que resonaba melodiosa en mi alma. Me hablabas y tus palabras eran como ritmos de franca melodía. Dulce tiempo que disfrutamos juntos, conservando el néctar de nuestros besos ensamblando nuestras almas. Las olas seguían jugando con nosotros. Y dejamos impresas nuestras huellas en la arena, sembrando el amor que fue nuestro ensueño  en una noche primaveral, de luna llena.


lunes, 4 de abril de 2011

La Murta, paraíso natural




 Cuando alcanzas el Cavall Bernat y tus dedos tocan las nubes, parece que flotas. Las rocas y los precipicios te acompañan y tu dicha senderista crece como la espuma. La experiencia montañera es única. Parece que te mueves en un mundo alpino, a tan solo pocos kilómetros del mar y de los verdes arrozales de La Ribera valenciana.

La Murta con su valle tiene empaque y un acceso precioso, revestido de emblemáticos colores, presididos por el intenso anaranjado de los esféricos frutos del tupido naranjal. El valle irradia luminosidad y color. Plantas sinfín adquieren un preciado y elevado valor botánico: lentiscos, coscojas, murta, brezos y… pinos. Mucho matorral típicamente mediterráneo, que se enseñorea bajo los cantiles rocosos, cuya fisonomía valora este hermoso valle en forma de herradura.

Y como broche histórico centra el protegido valle, que pertenece al término de Alzira, los restaurados restos del monasterio de los Jerónimos, de donde parten los mejores senderos medievales que se puedan conocer. Uno de ellos serpentea hacia el Pas del Pobre, formando parte de la sugestiva ruta de los monasterios, entre La Murta y Aigües Vives.