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El Tiempo en Segorbe. Predicción

El Tiempo en Segorbe

jueves, 30 de junio de 2011

¡A Pitarque!



Con esto de que la natación es mi bálsamo diario, je,je.je... dentro de unos días la cita será Pitarque. Allí me daré -nos daremos ¿no?- un chapuzón. Bueno, más de uno.

Sí, sí, ese río de igual nombre,  donde tiene su famoso nacimiento. Y que desde el pueblico tiene una ruta maravillosa hacia el profundo cañón donde nace -como botón de muestra están las fotos- con tumultuosos saltos de agua, plateadas pozas, una vegetación chulísima, cabras montesas, con el arte de su agilidad, y buitres oteando desde el cielo.

¡Huy, que bien nos lo montamos!

Y en el coche, cervecicas bien frías, porque el amigo Lorenzo te agarra con sus rayos por todas las partes.








martes, 28 de junio de 2011

Me crié en el Alto Palancia




Me crié en el Alto Palancia, entre perfumes de romeros y manzanillas, entre olivos plateados y almendros floridos, entre ecos de esquilas, arremolinados en tierras  altas,  y finos rumores de fuentes y manantiales.

Busqué la esencia de mi tierra y la encontré. Entre senderos y caminos, con un sol que nace cada día y limpia las ojeras de la noche. Con pueblos remansados en el espíritu de la historia, con sus calles mimadas por antiguos abolengos, con sus monumentos que enarbolan el firme  emblema del turismo.

El Alto Palancia y sus pueblos, bañados por el Palancia con su lámina labrantía y rodeados en las sierras, de silencio y verdor.

Sierras de mi tierra, erguidas, solemnes, tupidas, hermosas… Espadán, la Calderona, El Toro, Peñaescabia… Sierras vivas, que se regocijan cada día mostrando su gallardía vegetal y rocosa.

Aguas del Palancia, río andado y soñado, peinadas suavemente por las brisas y galanteadas por acordes vegetales, que parecen más bien delantales de mozas que miman su alma.

Subir, amigos lectores, a estas sierras. Encontraréis el aliento de vuestras vidas: Paisajes, horizontes, vistas y un  aire que alienta, que restaura, que pacifica corazones arrebolados de júbilo.

Palancia me enraizó con su cielo transparente y sus maravillas naturales. Parece una sinfonía musical, fraternal y abierta. Es mi hogar, como el de las rocas, de las encinas y alcornoques, como el de los senderos y caminos. De una tierra donde hice “camino al andar”, donde sentí y siento  lo que, bellísimamente, dijo Camoens: “Vivir no es necesario; navegar, sí”.








domingo, 26 de junio de 2011

Susurros y colores del Reatillo




Me incorporé finalmente a la ruta que propuso Kiquet (ver su blog). Una excursión compartida felizmente  por Carmen K.,  Carmen D.,  Mery y Emilio. Nos fuimos a Villar de los Olmos, aldea ubicada en el municipio de Requena. Caminando nos adentramos en el cañón del Reatillo, nuestro objetivo excursionista.

Hasta llegar a esta aldea cruzamos campos de viñas, mientras la visión contemplativa de la evolutiva mañana tenía aires de lechosas brumas en el cercano horizonte.

Verdes y más verdes. Este río es cómodo de recorrer. El azul del cielo parece que eleva su color entre el suntuoso contraste de gamas que ofrece este río, salpicado notablemente de suspiros primaverales, concentrados en infinidad de flores. Entre las plantas se refugian las arañas, mientras el tejido de las telarañas brillaba al sol naciente.

Andamos por la cabecera de este río. Paredes rocosas se enroscan a sus márgenes y toda una cadena de pozas y remansos se eslabonan por su lecho. Aguas cristalinas donde nadan pececitos.

Los peces del río no están aburridos, saltan y juegan al escondite, muy felices.

Y pequeños saltos de agua susurran sonidos que alegran el trayecto, la mayor parte del mismo rozando un tupido y húmedo herbazal.

 Las frondas pinariegas revisten las laderas, donde la caliza  se recorta, a veces, en afilados cuchillos. Meandros y más meandros, rocas que lamen la corriente. Caminamos sin apenas dificultades. Vadeamos bastantes veces el río. La vegetación es un lujo. Pasamos por bellos parajes, donde nos detenemos para hacer la foto. Conectamos con el GR-7.  El caudal del Reatillo parece engrosarse. Se ve que lo alimenta algún cercano manantial.

Al llegar a la aldea, su fuente nos refresca.

El Reatillo nos ha brindado sus susurros y colores.


Imágenes de la ruta:












viernes, 24 de junio de 2011

El Siero




Aún no son las diez de la mañana y ya hace calor. Los ciclistas llegan a la cumbre de El Siero algo cansados de la subida por el camino.

-Buenos días.

El saludo, la charla, la observación del paisaje, alguna preguntita que te hacen para ir al pico del Aguila de Gátova. Y ¡pa’ abajo!

Yo no, todavía me quedo en la cumbre de esta aislada montaña sita en la sierra Calderona. Pasan los minutos en silencio. Recorro con la vista los caminos y senderos de este popular parque natural, tan cerca de Valencia, que he recorrido. Solo y en compañía de amig@s. Formas, horizontes, parajes… Asoma el ropaje verde y rojo de la sierra con notable belleza. Y pienso que algún día la cruz que corona El Siero se alzará hacia el cielo.






miércoles, 22 de junio de 2011

Seguiré...



 


Seguiré buscando la felicidad hacia esa cumbre amiga.  Seguiré queriendo su silueta, los recuerdos con los amig@s, las vivencias de días soleados, acariciado por las brisas. Seguiré escuchando el silencio, que me arrebata. Seguiré amando a las plantas, a los animales, a los valles, a las fuentes y a los pueblos engarzados en la naturaleza.


Seguiré haciendo rutas sin rumbo fijo en las noches pacíficas para ver si consigo bajar una estrella.


Seguiré trepando las rocas como si fueran alas y poder volar.

Seguiré andando por los senderos, que son como luminarias del senderista, estamentos de nuestras ilusiones y guía de nuestros pasos.

Seguiré adentrándome en el bosque y refugiándome en sus inmaculados rincones, escuchando el rumor del riachuelo donde nadie se ha asomado.

Seguiré caminando por parajes esplendentes, sintiéndome “transportado más lejos que nunca del mundo del hombre”, como afirmó H. Hesse.

Seguiré buscando la recompensa de las alturas, la actividad iniciática que un día, bastante lejano, encontré.

Seguiré vagabundeando por las montañas, donde la felicidad es más perfecta y restaura el ánimo.

Seguiré caminando con l@s amig@s, porque cada uno de ellos “me ha dejado una huella suficientemente profunda” (Agustín Faus).

Seguiré…


lunes, 20 de junio de 2011

Mi homenaje a los gigantes y cabezudos que crearon una tradición en Segorbe





 Amig@s, ahí estoy en la foto, con unos años menos, y con una cartera en la mano derecha. Y hoy me pregunto:

-¡Diablos!  ¿Qué hacía yo ahí con esa cartera en la mano derecha, como un representante de finanzas?

-Ni idea.

Pero, claro, no voy a hablar de mi, je,je, je…

Mirad, ahí veis a cuatro gigantes.  Altos, corpulentos, hieráticos…. Iban llegando a la plaza del Agua Limpia y eran recibidos por los vecinos, sobre todo por la grey infantil, que se divertían  a lo grande con los inquietos cabezudos.

Este sábado, día 25,  saldrán a desfilar los nuevos gigantes y cabezudos, estrenados hace unos años atrás. Siempre se ha hecho, con motivo de la festividad del Corpus Christi. Antiguamente en Segorbe se celebraban danzas, más modernamente conciertos musicales, entre otros actos.

Ha sido y es notable la afición de “los llevadores” de los gigantes, que ejecutan esta tarea con pericia e ilusión. Algunos de ellos esta afición se ha heredado de padres a hijos. 

Estos antiguos gigantes eran seis. Se construyeron el año 1941. Los artífices de estas figuras fueron los segorbinos Ricardo y Francisco Martín Tortajada, Jacinto Garcés Sales y José Lino Güemez. Se construyeron para que fueran más altos que los que desfilaban en el Corpus valenciano. Y doy fe que su vistosidad y gallardía artística era fehaciente

Mi homenaje a estos gigantes y a sus creadores.

Hoy la tradición continúa. Este año con festival de la escuela municipal de danza, pasacalle de sevillanas, por el cuadro de baile flamenco y concierto de clarinete y piano, con la solemne procesión del Corpus el domingo, día 26, a las 20 h.



sábado, 18 de junio de 2011

Ha llegado otro sábado





Suena el despertador…. ¡por fin!  Qué alegría. ¡Me voy de marcha!.... Pantalón, camiseta, calcetines, las botas… Tengo todo a punto. La mochila preparada. La cámara de fotos. El cafecito me reconforta, me espabila de la soñera. Sigo el ritual senderista. Llega la hora y bajo al punto de encuentro con l@s amig@s.

Sonrisas, expresión de alegría, saludos y besos amistosos. Está amaneciendo. Ha llegado otro sábado. La naturaleza nos espera con sus ríos, con sus valles, con sus cumbres…

Visiones, charlas animadas, la tranquilidad del sendero… Nuestros pasos unidos a otros pasos… Ya estamos en la ruta, como todos los sábados, llenándonos de alegrías como fuente de la felicidad. Subir, subir hacia lo alto, andar, aspirando el aire purísimo, con la vegetación acariciándonos, las flores alegrándonos con sus colores y las rocas afianzando nuestros impulsos montañeros.

Suena el despertador… por fin, otro sábado!!!









GRACIAS, AMIG@S

Sabéis, seguiré con mis botas haciendo locuras hasta que mi cuerpo aguante.

Que para juntar palabricas y contar mis "batallicas" desde un sillón, ya tendré tiempo, si así lo quiere mi destino.

Así que ¡hala!, a esperar este sábado, y otro y otro...


viernes, 17 de junio de 2011

El refugio de Estós




Uno de mis refugios preferidos en mis largos años recorriendo el Pirineo y sus cumbres, fue el de Estós. Guardo bastantes buenos recuerdos de mis estancias en este refugio. Eran estancias estivales durante mis vacaciones. Me gustaba charlar en la acogedora y cosmopolita  terraza,  mientras la tarde iba declinando y los picos emergían orgullosos como espectros siderales, como lanzas capaces de tocar las estrellas.

Los sueños más reparadores y felices los he tenido siempre en los refugios, soñando con cimas, con nieves virginales y doradas y con llanuras sonrientes pobladas de flores.

En este refugio nacieron buenas amistades. Entre otras, recuerdo al matrimonio catalán Rafael y Montse. Los tres nos hicimos 12 tres miles en tres jornadas, buscando el placer de las alturas, el aire elástico, la perspectiva  de la aventura, los mantos púrpura de los glaciares, los arroyuelos corriendo por las laderas a sus anchas entre las verticales rocas, y los lagos brillando bajo el sol, con el hielo aún palmeando por la superficie.

Recuerdo también a Marga y a Elisa. Eran dos chicas aragonesas con las que estuve una jornada recorriendo la mágica región de Batisielles. Iban a Benasque y les dije de extender la caminata hacia estos bellos parajes, una de las maravillas de los Pirineos. Aceptaron y disfrutamos mucho con el sorprendente ambiente que atesora estos paisajes del parque natural, embalsamados por el aroma de múltiples abetos, de los verdes prados y de las flores. Subíamos y bajábamos por el enriscado terreno de Batisielles, visitando sus famosos lagos, bajo la estática mirada de los monumentos de granito de las agujas de Perramó y de Ixeia. La soledad en estos rincones es crepuscular y romántica, y son valores que atraen a muchos visitantes,  junto a  la grandiosidad y virginidad que tienen.

En una de las dos fotos que ilustran este texto se aprecia la terraza de este refugio. Tomé esta foto en una de mis incursiones veraniegas al gran valle. Vénse mochilas, sacos de dormir y blancos veladores rodeados de montañeras y montañeros entregados a dinámicas charlas. Descansando de la fatiga del día o preparando ascensiones. Lejos del ruido, que es mucho. Entre la tranquilidad y la pureza que nace por todos los lados y adornada por un aire sanísimo.

En estos refugios reina el buen humor. Un@ está feliz de embellecer y encantar la vida de este modo tan iniciático. La naturaleza es divina y en los Pirineos se realza en un fantástico  marco de cumbres, dominados en el precioso valle de Estós, por el colosal Posets (3.375 m.), una de las cumbres que me dejó una profunda huella.



miércoles, 15 de junio de 2011

Este río es muy largo





¿Este río es muy largo?

-No mucho, tiene 75 km.

-Anda, abuelo, pues si que es largo.

Paseo con mis nietas por las riberas del río Palancia, como lo hacia cuando  eran pequeñitas, al igual que mi nieto,  y les encantaba echar piedrecitas a la corriente.

-¿Os acordáis?

-Vaya, abuelo, y asustábamos a los peces.


Corre una juguetona brisa que riza la superficie de los remansos, que son como espejos donde se refleja el ramaje de los chopos. El sol dibuja inquietos lunares luminosos sobre el agua mansa. Parecen barquitos en busca de aventuras.

-Chicas, en estos remansos me bañaba cuando tenía vuestra edad. Sabéis, entonces no había piscinas ni parques acuáticos como ahora.

-Qué divertido sería.

-Y a veces no calculabas bien el chapuzón y chocabas con alguna roca y salías del agua con un chichón.

-Ja,ja.ja… se ríen las dos con una risa franca, de oreja a oreja.

Me encanta pasear con mis nietos. Me siento nuevo, feliz y a veces se asoma en mí un ramalazo de niño inocente que un día fui.

Me acuerdo de esos niños que les falta cariño, que apenas sonríen, solos, tristes. Son como estrellas sin brillo. Que triste es ese mundo, Dios.

Mis nietas juegan junto a la fuente de los 50 Caños.

-Abuelo vamos a beber de todos los caños.

Y su alegría es como “una expresión de la vida”

Pienso que así es. Y las veo jugando con el agua cristalina, que mana feliz del interior de la tierra, sembrando dicha alrededor de tan mágico paraje.

Y sentado en un banco recuerdo un pensamiento de Mikhaël Aïvahov, que dice así: “También para los adultos la risa es un medio de comunicar la vida. Cuando reís, las energías que habíais acumulado en vuestro interior se desbordan y tenéis necesidad de compartir algo  con los demás. Cada vez que sentís que la vida aumenta en vosotros, sentís el deseo de reencontraros con vuestros amigos, de conocer a nuevas personas, porque tenéis algo que dar: el exceso de vida que está en vosotros pide ser derramado en algún lugar, y la risa entre amigos es a menudo la manifestación de esta necesidad de comunicar la vida”.






domingo, 12 de junio de 2011

Por el Camino Natural del Guadalaviar



Ayer,  sábado,  estuvimos en Teruel. Muy cerca de la capital está San Blas. Y por San Blas, antesala de la Sierra de Albarracín,  pasa el río Guadalaviar.


Desde este barrio nace una de las rutas más bellas que se pueden hacer por esta hermosa provincia: “El Camino Natural del Guadalaviar”, desde San Blas hasta el pantano del Arquillo. Fantástica ruta perfectamente acondicionada para el senderismo, con una adecuada señalización a lo largo del río.

El Guadalaviar, el río Blanco, que mas abajo será ya el Turia, recorre en 3 km. un alucinante congosto. Entre escarpadas laderas se estrecha, se abre, y el vergel de sus riberas se hincha de incopiables verdes, sembrado de marciales chopos, de sauces, de mimbreras... Lianas y zarzamoras acarician el agua. Y en este paraíso que ha creado el agua un@ puede extasiar los sentidos.

Caminamos a contracorriente, felices, rodeados de verdes selváticos, escuchando el canto del jilguero y el rumor del río, donde los saltos de agua lo envuelven en espumas.

De madera y metálicas son las barandillas, las pasarelas y los puentes. Y en los entenebrecidos estrechos, bajo las cortadas rocosas por donde se cuela el río, allí donde se ubicó la antigua presa del Arquillo, una pasarela metálica sirve para remontar fácilmente el río.








Andamos con optimismo bajo las verdes frondas que engalanan el río, por donde se matizan las gradaciones luminosas del sol. Las impresiones que recibimos son cuantiosas en compañía del Río Blanco.

Plácida andadura que cortejamos con un animoso y divertido almuerzo. Y seguimos río arriba. Corre el agua rumorosa, con orla de espumas, que crecen y se multiplican en infinitos hilos cristalinos en el aliviadero de la presa.

Para llegar a la altura del pantano del Arquillo tenemos que remontar una empinada escalera de madera. Y tras contemplarlo, bajamos de nuevo al Guadalaviar. Ahora lo seguimos río abajo. Y cuando llegamos al punto indicado, nos elevamos por la ladera, siguiendo un apeldañado sendero hasta arribar  a la parte superior del desfiladero y vemos el río abajo, constreñido por los altos paredones. Avistamos tierras de labor y un terreno ocre, casi rojizo.








Labrantíos matices  y trabajos mecánicos se suceden en la otra parte del congosto. Nosotros seguimos la huella del aéreo sendero. Nos detenemos en los miradores, charlamos y nos recreamos con las vistas. Y descendemos de nuevo al río.

Volvemos a escuchar su voz, su carácter, su mocedad. Los chopos dan telón y sombra al Guadalaviar. Los cantiles calizos acopian la voz de las brisas. Como la alameda, que el río enriquece en verdores sólidos.


 





 En la plaza del Torico de Teruel tuvo lugar el epílogo de  tan fenomenal ruta. Una plaza sumamente ambientada con música acústica  que animaba las concurridas terrazas. Y con unos pastelicos de Muñoz nos fuimos hacia casa.  Y a esperar la próxima salida.

Participantes: Carmen D., Carmen K., Mª Angeles, Mª José, Emilio, Juan y Luis.