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El Tiempo en Segorbe. Predicción

El Tiempo en Segorbe

martes, 29 de noviembre de 2011

El río Alcalá y las canteras de las Navas

 

Bajamos por el río. Me encanta escuchar la canción de los ríos, aunque se asemejen a un  riachuelo. Vamos caminando por las riberas del río Alcalá. Alza la voz en los saltos, cuando cae de roca en roca, rozando  los arbustos de sus orillas. Se crece en espumas, en coloquios. Parece que baila seguidillas. Y nosotros nos emparejamos a su lecho. Caminamos sobre una alfombra de hojas de tonalidad cobriza. Son de las choperas, que exhiben su desnudo ramaje otoñal.

Se infiltra el Alcalá entre las despejadas banderas de los congostos. Son habitáculos donde se refugian las sombras, donde crece la humedad. Donde pueden  tener su reino las ninfas, resplandecientes con sus cabellos dorados, etéreas, de mirada tierna y dulce.

Vadeamos el río y seguimos el rastro de un magnífico sendero. Subimos entre las pinadas. Nos guían las marcas del PRTE26. Nos elevamos por la intimidad del apretado bosque. Y un camino nos conduce al mirador del Castillo. El valle del río Alcalá con su delicioso cauce se abre hacia Cabra de Mora. El paisaje es espléndido, dilatado, solemne. Pinares que forman un manto vaporoso de verdes. Y en lo alto una serie de roquedales blanquecinos, que afloran entre la pinarada. Y en el horizonte, la sierra de Javalambre dibuja sus severos lomos. Y a sus pies, suben fajas neblinosas envolviendo las llanuras con su impalpable espesor.

Caminamos entre el espeso  pinar. Un camino ancho nos sitúa a los pies de los altos paredones de las Canteras de las Navas. Parajes sombríos. Festival de musgos, “los vegetales más primitivos de tierra firme”. Y vamos a parar ante  los elevados y vistosos farallones donde brota el arroyo del Regajo y donde vemos,  como una coronación hacia el vértigo,  una colonia de buitres leonados oteando el espacio.

El arroyo es alegre, menudo. Baja somero formando pozas cristalinas,  donde la hierba y el musgo recrudecen sus tonos esmeraldas. Estos rincones son  de una soberbia belleza. Y nuestra dicha parece escalar los enhiestos paredones grises. Pero continuamos bajando por  el serpenteante camino hasta recalar nuevamente en  el río Alcalá.  Lo seguimos nuevamente bajo el pandemónium de verticales riscos. Un senderillo     que alardea su rastro entre la hierba, y que enlaza con el citado PR casi en el inicio de esta bonita ruta circular, que discurre entre la apoteosis de los pinares y bajo los impactantes contrafuertes de las Navas, entre otros incontables alicientes.










domingo, 27 de noviembre de 2011

Por los altos caminos de Guadalajara



El río Henares 

En mi reciente viaje  a la comarca de los Pueblos Negros de Guadalajara tuve la feliz oportunidad de gozar con otros valores naturales y monumentales.

Me paré a ver la corriente calmosa del río Henares, que parece seguir la ruta del Cid, bajando de las oscuras montañas que conforman la sierra Ministra.

Ya con el Ocejón a la vista, las tierras de Tamajón están hechas de cárcavas, de sabinares y pinares, donde crece el robellón en los otoñales días de noviembre.

Por estas tierras se ubica la Ciudad Encantada de Tamajón, formada por cuevas y formaciones extrañas. Todo un espectacular amasijo de rocas que la erosión ha modelado.

También visité las ruinas del monasterio de Bonaval (siglo XII), que formó parte del modelo cisterciense. Se aprecian aún sus elementos principales. Una arquitectura atrapada por la decadencia y por la vegetación circundante. Reconstruida,  sería un punto excelente de encuentro con el pasado, un valor turístico de primer orden.  El paseo por este ruinoso cenobio se adentra también por los escorzos del silencio. Y el lugar, situado en el valle del Jarama, sigue conservando su fuerza mística y placentera.

Y avistase en la distancia los enérgicos rasgos de la nieve brotando en las cimas de la sierra de Ayllón, que forma parte de los Montes Carpetanos, como prolongación de la sierra de Guadarrama, cuyas cimas sobrepasan los dos mil metros de altitud.

Como monumentos me entusiasmaron algunos palacios de Tamajón, la iglesia de la Asunción  y la ermita de los Enebrales, refugio de peregrinos y caminantes.

También la tierra me encantó. Una tierra digna de coplas, donde se yerguen las pizarras, los verdes de los prados, los manteles boscosos de los robles… Ingenio vivo de la naturaleza, su magnitud… Un mundo diferente, donde el sol estampa su luz, donde la nieve la viste de blanco y donde la luna, en las noches serenas, se quiebra en los espejos  de sus ríos. Y parece dormirse en esos inverosímiles tejados de pizarra, que es unción mágica de la arquitectura popular.





Palacio  en Tamajón


Iglesia de la Asunción. Tamajón


Sierra de Ayllón


Monasterio de Bonaval


Ermita de los Enebrales


Ciudad Encantada de Tamajón

jueves, 24 de noviembre de 2011

Los Pueblos Negros de Guadalajara




El Ocejón, con sus 2.048 m. de altitud, me miraba. Parecía que me decía ¿subes o qué? Si lo ascendía dejaría de ser viajero para convertirme en montañero. Y podría hacer las dos cosas si me quedaba un día más en la zona. Pero no era esa mi intención. O sí. Con todo,  le dediqué la lira del poeta:

“El Ocejón, vigilante
de pizarra, gris y plata,
ha vestido cada mata
con escarchas de diamante”.

Estos pueblos negros forman parte de la Arquitectura Negra, localizados en la provincia de Guadalajara. La puerta de entrada natural a esta zona, donde uno tiene la impresión de aparecer en un mundo diferente, es Tamajón. Y me adentro en la comarca serrana, donde se explayan pueblecitos con un encanto rural admirable, dignos de una detenida visita. Y es lo que hago. Preparo la cámara y me muevo feliz por estos marcos donde la roca de pizarra es la materia prima para la construcción de casas y calles. Su característico color negro se impone. Es la fisonomía emblemática, que se armoniza fantásticamente con la naturaleza.

Visito algunos de estos pueblos, como El Espinar, Robleluengo, Majalrayo y Valverde de los Arroyos. Las muestras se suceden. Arquitectura noble, auténtica, casas oscuras. Corrales que tienen en sus muros cruces dibujadas con piedras negras (El Espinar). Piedra pizarrosa, aspecto primitivo. El aliciente del viaje es recompensado suficientemente. Y me siento a gusto en estos  museos donde la arquitectura popular es protagonista. A los pies del Ocejón, el pico más emblemático. Pueblos que son historia. Y donde el placer de ver encanta. Seduce. Y se viaja a ese mundo recóndito, donde la naturaleza pugna por ser como es. Como siempre ha sido.

Y que mejor que junto al manjar estético y visual se una el de la buena vianda. Mi estómago así lo exigía y como buen mandatario  así lo hice. Un buen vino acompañó a un cabrito asado que estaba suculento. Y lo relajé con otro nuevo paseo. El sol de la tarde hacía resplandecer el campo, los bosques de robles, la pizarra. Se aposentaba en el Ocejón, que me seguía mirándome, como diciéndome:

-¿Subes o qué?

Y lo hice, y me quedé cerca de la cumbre.

-Otra vez será, amigo.

















miércoles, 23 de noviembre de 2011

Sigo el camino...




Sigo el camino como un soñador. Soñé caminos de alegría. Caminos felices, de emociones y luces. Y sigo siendo fiel a esos caminos, como un trovador que abraza la vida, a la tierra, a la amistad que crece en el camino.

Son  andaduras cordiales  donde florecen estandartes de afecto. Mis alegrías cabalgan entre árboles tiernos, entre aguas cristalinas, entre rosarios florísticos de aromas fieles. Soy sincero, mi caudal son los amigos. Son el oleaje de mis emociones, los himnos de primaveras eternas. Y os digo: Estoy con vosotros con mis palabras, con mis entusiasmos. Soy fiel a lo que soy. No mirar mis sombras, ni el oro deslucido de mi conducta. Mirar los trigales de mi alma. Veréis amapolas encendidas y una ilusión sincera,  que cabalga noche y día con acordes de pasos ciertos. Son los que creáis vosotros bajo los cielos de seda, los que hacen que mi vida discurra por un  jardín de rosas, de fuentes rumorosas, de hialinas arcadas, como las cuerdas de un violín sinfónico.


martes, 22 de noviembre de 2011

De películas

“Criadas y señoras”.

Me recomendaron esta película y fui a verla. Tiene elementos suficientes para buscar el éxito entre el público y lo logra en todos los aspectos.

Es un tributo a las criadas de color que sufrieron el racismo en sus años difíciles. La película está ambientada en el año 1962, en Mississippi. Las relaciones surgen entre las protagonistas,  cuando Skeeter (Emma Stone), una joven de 23 años, de la alta sociedad sureña, se dispone a escribir un libro relatando testimonios, puntos de vista e historias de las mujeres negras que han estado trabajando al servicio de las familias sureñas.

En definitiva, una preciosa película que entretetiene, sensible, muy humana y bien ambientada, con una interpretación genial, y que sales de la sala satisfecho de haber pasado dos horas volando.

Ese final,  cuando la criada Aibileen  es despedida conmueve.  Sobre todo viendo a la niña llorar diciéndole “no te vayas”. Es el amor a los cuidados, a la educación, al cariño, a los sentimientos, donde la frase “Tu eres buena, tu eres lista, tu eres importante” remarca la importancia de una relación tierna y bondadosa.

Si no me equivoco “Criadas y señoras” es una película que tiene perfumes de Oscar.


Recomendable: La lectura del libro "Criadas y señoras", de Kathryn Stockett. "Una historia donde más de uno debiera leer".


domingo, 20 de noviembre de 2011

De Serra a Rebalsadors





Debido al mal tiempo descartamos ir al valle de la Murta y nos decidimos ir a Serra, con el fin de alcanzar Rebalsadors (799 m.). A veces las predicciones metereológicas nos hacen cambiar los planes y resulta que la realidad es otra. Cosas del tiempo.

Salimos de Serra con el cielo cubierto por una marea de nubes grises, compactas, sombrías. El aire estaba quieto y la tierra se había recargado de humedad. Pero no llovía. Y lo agradecimos. Asomaban reflejos anaranjados hacia las llanuras de la costa y una tenue luz se desplomaba sobre el mar.

Dejamos atrás el barranco y la fuente de la Deula. Seguimos las marcas de la variante del GR-10. Alcanzamos el elevado mirador de la Pobleta, que nos brindó una excelente vista del valle de Lullén, con la cartuja de Porta Coeli en el centro,  entre un enrejado de naranjos. Una brisa lozana atornillaba nuestros pasos. El sendero cruza horizontalmente la vertiente de Rebalsadors que se aboca a la Pobleta. Y antes de alcanzar el collado de la Morería, recortamos el trayecto ascendiendo por los lindes de una empinada vaguada, que nos depositó en el camino de la Pujada a Rebalsadors.

Paulatinamente nos elevamos hasta alcanzar el blanco columnario del hito geodésico de esta maciza cumbre. Los tintes pardos y oscuros de las cumbres contrastaban con el verde jaspeado de los pinares de la Calderona. Nos envolvía una brisa con su roce mimoso. El silencio era aplomado. Y las vistas nos extasiaban. Emergían  con delectación, entre un paisaje misterioso bajo la cenicienta bóveda del cielo. Un paisaje inmenso, surcado de profundos congostos, vallecitos y trochas.

Descendimos de Rebalsadors entre matorrales y pinos. La tierra rezumaba humedad y una fragancia dulzona bailoteaba por el abrupto terreno. Seguimos por un  sendero que desconocíamos, tras la oportuna información facilitada por unos corredores. Pasamos por Les Coves, airosos miradores hacia Serra, su castillo y la Mola de Segart, que nos relajaban el descenso.

Pinos y una densa cabellera de arbustos nos alojó en el surco de una barrancada. Conectamos con el GR-10 y regresamos por la Deula a Serra. El sonsonete de una fina lluvia nos acompañó en este final de la ruta. Una ruta muy atractiva, jugosa en perspectivas y en donde nuestros sentidos recogieron la estampa elegante del corazón de la Calderona, trasegada de veladas neblinas.

En los alrededores de Serra los almeces extendían su ramaje con verbeneros amarillos.











viernes, 18 de noviembre de 2011

He vuelto a Lucena del Cid




Viajo con el sol colándose por las ventanillas del coche. Qué hermoso día otoñal. Estoy cerca de Lucena del Cid. Qué placer volver a las tierras del Alcalatén, donde el aire se mueve cuando respira el Penyagolosa. Voy a recorrer lugares donde los heraldos de la naturaleza han formado montañas singulares, altos acroterios donde la caliza explaya su reciedumbre, donde el verde arropa laderas con su éxtasis ancestral. Son las guerrillas de los pinares.

Camino entre un silencio campero que agradezco. En el aire bailotea una brisa que parece jugar conmigo. Va empapada de un filtro de esencias vivas. Veo tierras donde se deshacen los colores otoñales y que miro con ahínco. Parece que mi espíritu observador se concentra en los ojos.

Voy por caminos y me rodea un paisaje donde se revela el secular esfuerzo humano,  con el fin de transformar el territorio y obtener recursos vitales.

Tierras abancaladas, masías donde se concentraban la actividad, comunicadas por caminos y sendas. Mirad estos paisajes es revivir historias, pasiones y duros trabajos de los masoveros, en un entorno de soledad y que hoy contemplo con mucho respeto.

Me parece oír cerca el sonido de una campana. O me pareció que la escuchaba, sugestionado por la soledad, esa soledad que es mi compañera en recorridos de templanza campesina, adorando las virtudes de la naturaleza sin engaño, ese mundo que me entusiasma y cautiva, un mundo misterioso, aflorando por todos los lados los mil detalles que conforman bosques, desfiladeros, senderos, angosturas, caminos, masías…

El silencio, esos silencios que me acompañan siempre,  son un tesoro que estimo, que saludo y que recibo como contestación sus  amigables caricias.




jueves, 17 de noviembre de 2011

Ronda de colores




Colores del otoño, fantasía cromática que el sol realza cada mañana. Ronda de colores encendidos, amarillos, ocres, granas… Colores bravos, brillos de oro, que bailan en su ardor. Colores que ríen, que resplandecen sobre la tierra rósea, bajo el azul del cielo donde ponen su estampa real, y donde se dibujan tus ojos… de azul.