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El Tiempo en Segorbe. Predicción

El Tiempo en Segorbe

sábado, 30 de marzo de 2013

II. ALCORISA. EL DRAMA DE LA CRUZ





Surge  en Alcorisa la pasión viviente del Drama de la Cruz.

Son las tres y media de la tarde del día de ayer, Viernes Santo.

-Si llueve como ahora,  se celebrará igualmente la representación.

Me lo dice la dueña del restaurante donde comemos.

El cielo está cerrado, gris. Llueve. Una lluvia fina,  que se escurre por el impresionante lienzo de rocas que rodean al pueblo. Y se afina por el escenario donde se celebrará,  a partir de las 5 de la tarde,  el Drama de la Cruz.

Pero media hora antes de iniciarse la primera parte del Drama,  cesa de llover. Mas,  el cielo sigue manteniendo el  espectro gris de la prestancia climatológica, adecuada a la urdimbre de escenas de la Pasión. Ya no lloverá en toda la tarde, pero la visión cenicienta del celaje es severa, casi cabalística.

Por mi condición de escritor de turismo, me entregan una acreditación de prensa. Y me muevo, al igual que otros compañeros, por el perímetro del espacio público, donde la multitud se congrega para presenciar las sucesivas escenas.

Conmueve el silencio. Se inicia el Drama de la Cruz en el Monte del Calvario.

Leo en el folletito-guía de la representación: “La primera se llevó a cabo en 1978. Desde entonces, muchas cosas  han cambiado: se han incrementado escenas, se han modificado otras, se mejora el vestuario, la megafonía…, pero siempre hemos intentado ser fieles a la realidad de los hechos”.

Y esa realidad se inició vivamente con el sermón de la montaña, con la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, con su venta, con la última cena, culminando con la flagelación y burlas y la condena a muerte.

Las sucesivas partes tienen lugar en el Monte Calvario, con la subida, las caídas de Jesús, la Verónica…. Y en la explanada de San Juan, la crucifixión, el diálogo con los ladrones, María al pie de la cruz, la muerte, el descendimiento, y el entierro.

Es todo impresionante. La escenificación, la admirable actuación de los actores, el escenario natural, el silencio, la multitud, que jalona todo el itinerario, el suelo, sembrado de guijarros, la luz de la tarde, el cielo, que se cubría de velos grises, con franjas oscuras… Solo se escuchaba las voces de los actores, entre la seducción del color de su trajes, entre el apogeo ocre del terreno, con los recios volúmenes de las rocas…

Uno se siente actor al contemplar en primera línea toda la escenificación. Parece actuar también. El sentimiento fulge como un arco de colores… Las voces se adhieren al pensamiento. Y el sincronismo se aploma en el templo de la naturaleza, allí donde las gentes presencian la muerte de Jesús, entre un silencio que conmueve, que palpita en cada rostro.

No hay olor de incienso cuando camino hacia las tres cruces de madera que rematan el saliente de San Juan, pero se percibe un olor a plantas silvestres, como un ramaje que se enreda misteriosamente, mientras me parece escuchar  las últimas palabras de Jesús antes de su muerte: “Padre, en tus manos entrego mi espíritu…”.

Por las hondas heredades de mis sentimientos se coló la luz mortecina de la tarde… Un rayo de luz escarlata del ocaso rasgó a poniente las nubes… E iluminó las cruces del Calvario, hecho con aroma de historia.




























I. POR LA RUTA DEL TAMBOR Y DEL BOMBO: ALCORISA




Nueve pueblos de la comarca del Bajo Aragón representan la Ruta del Tambor y el Bombo: Alcorisa, Calanda, Alcañiz, Andorra, Samper de Calanda, Híjar, Albalate del Arzobispo, Urrea de Gaén y La Puebla de Híjar.

Todos los actos comienza el Domingo de Ramos y finalizan el Domingo de Pascua.

Estamos en Alcorisa. Es mediodía del Viernes Santo. En los campos brotan las amapolas, anunciando el sereno clamor de la primavera. El sol nos ha acompañado en el viaje. Pero en el pueblo, las nubes quieren jugar al coro, como el anfiteatro natural de lienzos rocosos que festonean el pueblo, redondeados con sus arrugas,   y vertiginosos.

En la iglesia de Santa María la Mayor tiene lugar el relevo de la guardia. Y a la hora prevista, el silencio queda absorbido por el mayestático y progresivo redoble de tambores y bombos. Las distintas cofradías de Alcorisa se concentran al pie de la grácil y enhiesta  torre de la iglesia.

Y conformando el típico ritual empieza la procesión del Pregón. Se uniforman los sonidos, el color variado y absorbente de los trajes de los cofrades,  negro, morado, azul… El ritmo cadencioso de los pasos, el clamor de trompetas rasgando como música equilibrada el espectacular ambiente que crea el desfile. Pequeños y grandes hacen danzar con energía los aplomados brazos sobre el tambor o el bombo,  en filas alargadas y periódicas, con templada  seriedad, con un tamborileo seco, disperso…, que se cuela por arcos, aleros…. Y todos hacen anidar el asombro entre la numerosa expectación que se arracima en el sinuoso recorrido del Pregón.

Pero queda en el aire el instante final del tamborileo en la plaza del Ayuntamiento. Una costumbre medieval, que en Alcorisa se remarca entre vestigios del pasado, articulados por una arquitectura popular. Llueve. Parece que el cielo llora. Y al cobijo de los soportales de la plaza se refugia el publico y los cofrades. El estruendo es tremendo, acompasado por tambores y bombos y hendido en el cielo litúrgico, que conmueve los sentimientos de la población, imprimiéndole asentimiento, potestad, espiritualidad, y emocionales vivencias, encantadas en la idiosincrasia de la Semana Santa.
















jueves, 28 de marzo de 2013

Coplas de vuelos y ocasos



La mañana es clara como el vuelo de las garzas. El sol redobla su fulgor sobre el puerto de Catarroja. Avizoro caminos donde resurgirán nuevos resplandores verdes. La tierra crece con caudal de gloria. 




Paseo junto a las barcas, que reposan con corazón marino. Y me siento feliz. Todo es agua. Cerca, queda el enorme anillo de la albufera, donde el agua vislumbra imágenes de mar. Me asombro por todo. Porque todo huele a himnos huertanos. De arroz. Que brota con esperanza. Con grapados de labores, hechas de hombres con fe.





Caigo en la red de la quietud. Y de la sangre de los crepúsculos, que enredan amores, sellando la tarde con acordes románticos.Y me cautiva. 




Y camino para tocar el alma de estas tierras, donde nace el amor de mil aves, donde la primavera adensará su sangre milagrera, con redobles de vuelos y graznidos.






miércoles, 27 de marzo de 2013

Un paseo por Espadán





Mientras asciendo pausadamente por el pedregoso y serpenteante sendero, con el amable sol calentándome la espalda con sus trenzas de oro radiante, solo escucho el monorrítmico chasquido de mis pasos y el golpeteo cadencioso de mis flamantes bastones sobre el suelo. Alguna abeja zumba nerviosa por el  verde ropaje de los brezos, adornados por las incipientes inflorescencias de sus blancas flores. Y en la cadena de descansillos, urdo algunas preguntas, como resultado de un adobado maridaje de experiencias disfrutadas a lo largo de mi vida.

-¿Por qué esta pasión mía a las montañas, a la naturaleza, desde que era un crío?

-¿Por qué, siendo ya una persona septuagenaria, sigo manteniendo esta pasión, encendida como una llama ignífuga?

-¿Por qué he tenido la suerte de escribir más de una docena de libros, hablando siempre de la naturaleza, de los pueblos y de sus gentes?

-¿Por qué disfruto tanto haciendo senderismo con mis amig@s?

-¿Por qué sigo, semana tras semana,  calzándome las botas con la misma ilusión que cuando tenía 18 años?

-¿Por qué me emociona tanto contemplar el rostro de un/a amig@, mostrándome su alegría y sus enarbolantes sensaciones de felicidad?

Y como corolario a estas preguntas, solo cabe una respuesta:

Seguir haciéndome estas mismas preguntas muchos años más. Porque significará que todo sigue igual en mi vida. Que todo va bien. Que los años son los mismos, aunque la edad vaya alcanzado cotas superiores. Que los senderos por donde disfruto, seguirán siendo  los adorados compañeros de muchas rutas más, y que los rostros de mis amig@s seguirán animándome con su alegría y su afecto…

... y que los “fantasmas” que me acechan por la edad no serán los obstáculos que me impidan disfrutar de más montañas, de sus regios alientos, de más silentes senderos, de más charlas llenas de amistad, con su frescura y gozos fulgentes.

Sonrío por el sendero y... aún bebo más del silencio de la montaña, como una dulce caricia; y me detengo, para apreciar la virginal frescura de la flor sonrosada de la jara, bañada por el vivo sol del mediodía.














domingo, 24 de marzo de 2013

Una espléndida mañana por la sierra Martés



En la cumbre del Ñoño, de 1.071 m., en la sierra Martés


Buena ruta hicimos el grupo de amig@s ayer sábado, sin desniveles considerables,  por una encrestada sierra salpicada de sugestivos detalles senderistas: Paisajes, panorámicas, cumbres (picos Martés y Ñoño), buenos senderos balizados por la variante del GR-7, ribeteados golosamente por enebros,  coscojas, carrascas, lentiscos, romeros, tomillos, aliagas…, amalgamando tonos y perfumes, cornisas rocosas, como sayales extendidos vertiginosamente sobre las vertientes de la montaña, formando un antipendio natural, y…  un tiempo ideal…!!.... y unos amig@s magníficos...!!!

Se publican seguidamente una selección de fotos de esta preciosa ruta circular por la sierra Martés, partiendo del caserío de  Venta Gaeta.




Se ha dejado atrás el caserío de Venta Gaeta. Al fondo, la sierra Martés.


Señalizador vertical del GR-7. En este punto, confluye la ruta circular por la sierra, que es la que hicimos.


El valle donde se emplaza Venta Gaeta, y, detrás,  las chimeneas de la central nuclear de Cofrentes.


Avanzando por el cordal de la sierra Martés


En el vértice geodésico de primer orden del pico Martés (1.084 m.).


Avanzando por el lomo de la sierra, hacia el pico Ñoño, que se ve al fondo de la cuerda.


El menda.... Por fin, tengo una foto solo....


Contrafuerte de la sierra, con el Ñoño despuntando al final del cordal de la sierra.


Tras salvar los contrafuertes desplomados del Martés.


Descendiendo del Ñoño, por la vertiente noroeste.


Los puntales rocosos que rodean la cima del Ñoño.


El caminante solitario


El Ñoño, con sus instalaciones, y el grupo descendiendo casi a la trocha.