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El Tiempo en Segorbe. Predicción

El Tiempo en Segorbe

viernes, 30 de noviembre de 2012

De películas


De vez en cuando comento mis lecturas o el cine que veo. Y como un flash deslizo un comentario en mi blog.

Esto es lo que hago ahora, con las películas más recientes que he visto.

La primera:






“El amigo de mi hermana”. Tenía ganas de ver una buena comedia. Tiene su rúbrica romántica. Unos diálogos subyugantes, divertidos… Tiene secuencias que emociona. Es tierna. Y con un argumento sencillo, su directora, Lynn Shelton ha sabido transmitir con ingenio y  buen hacer un film excelente, que lo recomiendo.

Ah!! Los actores magníficos. Vaya trío. He gozado con sus respectivos papeles. Los bordan, sobre todo Emily Blunt.

En fin, una comedia excelente para pasar un buen rato en el calor del hogar.



La segunda:





Esta no la he visto aún, pues se estrena hoy.

Me refiero a “La vida de Pi”. Pero dicen que es “la peli del año”. En “Fotogramas” se lee: “Para quiénes añoren la grandeza cinematográfica”.

Y el crítico, Antonio Trashorras, comenta: “Película excepcional en todos y cada uno de sus apartados audiovisuales, que no puede obviar su carácter de carísimo zumo multiespiritualista de gran superficie. Hito de la imagen como conexión con lo maravilloso y lo imaginario”.

Vamos, suficientes razones para ir a verla este fin de semana… ¿Verdad?

Y más cuando la novela homónima ha figurado en las listas de los libros más vendidos. 



jueves, 29 de noviembre de 2012

Tiempo de olivas

  


Tiempo de aceitunas… o de olivas…. Tanto monta… Tiempo de fríos, de vientos, de mañanas heladas, de rocíos…. Es el valor que tiene la recolección de este apreciadísimo fruto en mi tierra,  o allí donde se cultiva, en media España.

Manos expertas, rostros rastreados por la crudeza de las temperaturas. Las olivas, desprendidas del pedúnculo, van cayendo a los verdes manteles de las mallas,  extendidas sobre el terreno. Se cosecha las olivas, que ya muestran en su epidermis el adecuado tono de la madurez, morado o negro, según cultivos.

Hoy,  el sacudido, aparte del tradicional “a mano” u ordeño, se hace de forma mecánica, a base de vibradores. Y dura toda una jornada, o varias, según la superficie de los campos.

Es el aceite del Alto Palancia muy aromático, con sabor dulce y suave al paladar, de color verde dorado y unos niveles de acidez muy bajos. Que lo hacen perfecto para su consumo en crudo, así como en los cocinados.

La variedad Serrana de Espadán es autóctona de la comarca del Alto Palancia y limítrofes, en ningún otro lugar del mundo se cultiva. Nuestros antepasados la eligieron y se cuajó por nuestra comarca, al considerarla la más apta para este terreno. Y revistió parcelas en valles y quebradas, en laderas y planicies, al amor de pinadas y alcornocales.

Aceites del Alto Palancia. Premiados. Valorados. Exquisitos…!!!

Con todo el valor con que se apreciaba en el Libro de los Salmos.

…Oro líquido!!!

Por las anchas tablas del olivar se escucha música. Cielos plomizos. Y la sierra alta se viste de blanco. El glauco tilde de las hojas bailan al son de manos maestras. Y en el lienzo de la tierra, entre suaves terrones y finas hierbas, se desparrama un ejército de relucientes perlas.

Y se escucha un canto al amor del mediodía:

“Demos tiempo al tiempo:
para que el vaso rebose
hay que llenarlo primero”

(A. Machado)

-¿Dónde vas, linda moza,  con tu cesta amorosa?

-Voy a ver a mi gente, que varea desde la alborada y que alegre el trabajo con vino, cordero y ajoaceite.









martes, 27 de noviembre de 2012

Por los vertiginosos escarpes del castillo del Buey Negro




He vuelto a la Muela del Buey Negro. Y otra vez he contemplado los restos de un castillo, que,  por su posición estratégica, debió ser imponente. Emplazado en una larga plataforma sobre el ahondado curso del río Villahermosa. Componiendo una postal muy atractiva, singular, sobre elevados accidentes geográficos: cornisas, ventanas, paredes verticales, despeñaderos.... 

Me gustan los paisajes de río cuando se armonizan entre congostos, desfiladeros.... Y esta vez, en el Buey Negro se conjugan con la historia. Y aún se aprecia el valor de la misma, la construcción de un castillo en una geografía inhóspita y muy difícil.

Hay un sendero local que permite hacer una travesía preciosa, de notable valor excursionista: El SL-CV 91,  partiendo de la población de Argelita. Hay postes de seguimiento y balizas durante todo el recorrido. Y se puede ver nuestro objetivo, identificado por la franja rocosa donde se asientan los restos del castillo y una edificación construida de piedra. 

Por la meseta del castillo anduve entre ráfagas fuertes de viento, que se pavoneaba a gusto. Eran rachas de viento frío. Orillé los lienzos, la muralla, las ruinas sombrosas del castillo. Me subí a algunas rocas colgadas sobre el pavoroso abismo para ver mejor todo el paisaje orbital, su belleza, su gracia, su poderío... Y decliné subir a la cima, para asomarme a los vertiginosos escarpes que se emplazan sobre el sinuoso curso del río Villahermosa. Volveré con mis amig@s senderistas para hacer la ruta integral. Y disfrutar de los valores históricos y naturales  que atesora esta espectacular ruta.















domingo, 25 de noviembre de 2012

Una ruta espectacular por la Puebla de Arenoso




La sorpresa al acercarnos a la Puebla de Arenoso fue el fastuoso mar de nubes que cubría tanto la población como todo el embalse de Arenós. Una formación lechosa, compacta y mágica, que solo dejaba entrever las cornisas y los espolones rocosos que dominan el embalse y el desfiladero del Mijares.

En la fuente de la Salud, situada a la salida de Puebla de Arenoso en dirección a Olba, parte el sendero local, el S.L. 57,  de la Umbría. Y su recorrido fue toda una bella sorpresa, un sendero que utiliza antiguos caminos de herradura y que nos encantó a todos. El otoño refulgía entre una embajada de mil colores: En arbustos, arces, rebollos, chopos y olmos. Vegetación velada por las exóticas brumas, pero que, a medida que iban disipándose, el paisaje se mostraba en todo su esplendor. Hermosas pinadas contrastaban con antigua tierras de labor, hace un tiempo abandonadas, y altiplanicies repujadas por coruscantes verdes, entre hileras de altaneros enebros.

Desde la Puebla de Arenoso fuimos ganando altura, pasando por el Chorrador de la Umbría, el Montico y la Carrasquica, un árbol centenario y cuyo emplazamiento conforma un mirador excelente sobre el encajonado valle del Mijares.

Pasamos por el Pilón de Cuatro Caminos, por el mirador de Loma la Grana y rodeamos la Sabina, que, con sus 1.013 m. de altitud, constituye el punto más alto de la ruta.

En el descenso encontramos numerosos puntos de observación, desde donde contemplamos el encajonado valle del embalse, enmarcado por el Viso, el Almorocho y la Sabina, con Puebla de Arenoso en el centro.

El sendero nos introdujo por los deteriorados caseríos de Mas de Onofre y el Chorrico. Alrededor de los mismos se extienden antiguos bancales y franjas aterrazadas, melancólico escenario donde se aprecia lo que fue una sustancial labor agrícola, mayoritariamente cerealista.

Llegamos al pintoresco paraje de la fuente de San Miguel, umbrío, lleno de verdes y ocres, acorazonado por un viejo olmo junto a la fuente, de tronco rugoso y ahuecado.

Desde la fuente las aguas meteóricas han erosionado el sendero, encontrándose tramos en mal estado y resbaladizos por la humedad reinante, hasta llegar al pañuelo de huertas aledañas al barranco Los Caños.

En resumen, ¡UNA EXCELENTE MAÑANA!, que refrenda nuestra semanal cita con el senderismo.

Y una ruta fantástica, que orla las 5 estrellas, entre un relieve agreste y fragoso, dominante con sus valores ambientales y estéticos, con observatorios de lujo, donde en el horizonte se imponía el agudo perfil del mayestático Penyagolosa.

Senderistas: María José, Chonín, Martín, Angel, Juan, Manolo y Luis.


 Galería de imágenes de la ruta


















viernes, 23 de noviembre de 2012

El último suspirar de una reina




Cuando estuve en Medina del Campo, lo primero que hice fue visitar el castillo de la Mota. Y recuerdo, porque estuve en los actos, la conmemoración del 5º Centenario de la muerte en Medina de la reina Isabel “La Católica”, ahora que la televisión dedica una interesante serie a su vida.








Y allí, desde la maciza torre del homenaje, donde vio discurrir las distantes aguas del Duero, me pareció escuchar los sonidos de cientos de dulzainas anunciando la fiesta grande, mientras las últimas amapolas del verano pintaban de rojo el semblante ocre del castillo, donde el sol se fija como un lucero brillante, como un blasón de la historia, que iluminó a cristianos, judíos y moros, a pinos y trigales, a linajes, leyendas y las cruces de Alcántara, rubricando la grandeza de un castillo, santo y seña de Medina, donde acogió el último suspiro de una reina.






jueves, 22 de noviembre de 2012

Idilio cromático en la sierra de El Toro





Como una cita iniciática, como un encuentro simbólico con el otoño, cada 21 de noviembre acudo a la sierra de El Toro.

Y recorro el emblemático barranco de la Cueva del Agua. Una delicia cromática. Toda la vegetación se asoma orlada de tonos  rojos, ocres, cobrizos, amarillos… Es una explosión de gamas ubérrimas. La naturaleza engrandece la sierra,  con el privilegio ornamental de plantas y arbustos que espiritualizan un bosque denso, armonioso y fecundo, henchido de suprema belleza, entre el acorde dominante de una pléyade de aristas, bloques y vértices calizos, con su aspecto ceniciento, embelleciendo terrazas y desplomes.

Camino despacio, me paro, reflexiono…. Las caricias de las hojas de los rojos arces son como un bálsamo purificador, que mitiga los zarpazos de ventiscas agridulces, de alacranes depredadores. Aquí, rodeado de racimos de bondad, no escucho el reloj de las prisas, de la aceleración urbana. Las sombras, que las hay, son otras. Y lucen,  también, con sus colores.











martes, 20 de noviembre de 2012

Mi fidelidad a Xàtiva





Cada vez que visito Xàtiva hilvano en mi mente mil palabras musicadas. Porque Xàtiva es música, sentimiento, emoción, un caudal de bellezas alabadas. Es como un fervor hondo hacia una ciudad monumental, histórica, hecha de plazas, de fuentes, de sueños, de paisajes, de amanecidas y paseos románticos…

Me llego a Xàtiva y respiro muchas emociones. Porque parece que su luz es distinta a otras grandes urbes. Xàtiva es para verla de día y de noche, cuando paseas sus calles solitarias… Y el corazón se arrumba de colores cuando la ves desde los miradores del castillo.

Hoy he andado Xàtiva con amigos. Y me han llevado a su castillo. Y les he dicho que todos sus paramentos alzados sobre las rocas son como un águila de acero, que percibe desde su vuelo un olor diferente.

Dicen que la tierra tira. Y la mía es toda mi tierra valenciana,  desde los confines con Aragón y Cataluña hasta Murcia. Y mi afán es verla nuevamente, cuando los años encauzan nuevas etapas, entre una marejada de sabores diferentes.

La colegiata, palacios, casonas, conventos, alamedas con sus plátanos cobrizos, jardines… Xàtiva es cosecha histórica. Y vibra siempre, porque tiene, además, arte y azahar que embriaga. Y un horizonte de montañas que embelesan,  cuando las avistas desde este castillo volante que arroba con sus almenas, con sus piedras, donde las rosas en mayo se encienden llenas de vida.


domingo, 18 de noviembre de 2012

Espléndida mañana de senderismo en CULLERA





Pues…,  si. Llovía cuando abandoné Segorbe, a las 6,30 h. de ayer sábado. En Valencia también llovía. Pero dejó de hacerlo cuando viajábamos  por Sueca en dirección a Cullera.

Cullera. La visité por vez primera en el año 1975. Y me gustó su estampa, entre tierra y mar. Su caudal de sol. En la tierra, arrozales, acequias y canales. Cañaverales,  luciendo sus blancos plumeros…. Estuve por el “estany”. Y entre huertos de naranjos, el azahar!!

Y subí por un camino blanco al calvario…. Y vi el mar, su enorme pincelada azul, alguna barca pesquera y a lo lejos un buque,  en viaje hacia no sé donde… Y el faro, que dicen “alcanzaba once millas”…

Entonces no se hablaba de senderismo. Ni se hacía. Nuestras montañas eran escuela para actividades mayores. Estuve en el castillo, que fue una de las mejores defensas del reino moro de Valencia. Y en el en santuario, donde se venera la imagen de la Virgen del Castillo o de la Encarnación. Data su aparición en tiempos de los primeros cristianos,  cuando gobernaba estos territorios el emperador Justiniano. Nos dice Carlos Sarthou que su “culto se extendió mucho en el siglo XVIII entre la gente marinera de esta región”.

En este sábado, mientras el tiempo daba sus bocanadas con cielos neblinosos, caminando con mis amigos por el PR-CV336, entre Buenavista, el 2º Collado y arribando a la solitaria playa del Dosel,  recordaba  aquellos lejanos 37 años. Cuanto ha cambiado desde entonces Cullera. La contemplamos subyugante, una tentación en verano por sus buenas playas, de finísima y dorada arena.

Llegamos al Faro y el PR se enfila hacia la montaña. Eso sí, pasando por la desnivelada urbanización del Faro, con sus dominantes bloques de viviendas. Pero las vistas se iban agrandando, fijándola en los inmensos arrozales inundados por el agua, formando un inmenso embalse, donde se reflejaban las nubes, la ermita dels Sants de la Pedra,  y alguna casita coquetona con su pincelada blanca. Pero también el trabajo de los huertanos enriqueciendo la tierra.

Llegamos a la montaña. Una montaña para emocionar. Salió el sol. Caminábamos por el sendero, entre una cohorte de arbustos, entre la tierra roja y un roquedo sumamente poroso. Observamos los perfiles de la montaña por la que avanzábamos, sus contornos, las instalaciones que registra. Abajo los rascacielos, los hoteles, los manchones arenosos de las playas desiertas, los barrios adosados a la montaña…

La  montaña olía  a humedad, a mar, a soledad… Éramos once senderistas. Y nos encantaba pararnos, dominando, a vista de pájaro,  el mar y la costa, el interior,  con su pléyade de arrozales como balsas inertes entre reflejos plateados y azules. Pasamos al lado del radar metereológico y llegamos a las ruinas del Fort. La atmósfera se había clareado en la pequeña distancia, pero se emborronaba con manchones cenicientos a lo largo de la costa, hacia la albufera y hacia Gandía.

Paramentos y ruinas de la antigua muralla. Y un magnífico sendero que nos aboca, bajo el alhumajo de una grácil pinada, en el castillo y en el santuario, que dominan tanto la antigua villa como la moderna Cullera. El sol hacía resplandecer el santuario y la robusta torre de las campanas,  con su cúpula de tejas vidriadas de reflejo cobrizo.

Seguimos bajando por el camino del Calvario. Vimos cerca la torre de la Reina Mora, que formada parte de la fortificación del castillo. Allí está una ermita, consagrada a Santa Ana.

Y bajo la enorme rotulación de “Cullera” -pintada nívea en la montaña-, que por la noche resalta con su iluminación artificial,  recuperamos el sendero,  que nos encamina hacia el cementerio, desde donde partimos casi cinco horas antes, mientras con la vista nos recreábamos viendo el curso calmoso del río Júcar y el fondo lechoso de los campos de arroz.

-Pues yo Luis a esta ruta le pondría cuatro estrellas.

-Una ruta muy maja, y con este tiempo, ha resultado fantástica.

Mientras valorábamos la espléndida ruta de La Lloma, nos aposentamos en el Club Náutico. Unos riquísimos platos los rondamos en un ambiente de cálido divertimento, donde Rafa se erigió en protagonista absoluto,  contando sus divertidas anécdotas, derramando el regocijo entre los presentes. Y es que “todo” contribuyó para relumbrar una placentera ruta dorada por mil detalles en una Cullera otoñal.

Y, amig@s, a esperar la siguiente, que ya la tenemos a la vuelta de la esquina…
















© Fotos: Luis Gispert.