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El Tiempo en Segorbe. Predicción

El Tiempo en Segorbe

lunes, 29 de junio de 2009

De Mosquera al Carrascal


El último itinerario de nuestro grupo de senderismo (Rocacoscollá) para cerrar la temporada se desarrolló por el Parque Natural de la Sierra Espadán. Recorrimos una ruta circular por la legendaria belleza del valle de Mosquera. Se ascendió al monte Carrascal, para admirar el espectacular paisaje de la sierra y de la comarca, y por las Balsicas descendimos al encuentro del olivar, cerrando el circuito. En la última parte del trayecto el fuerte calor del mediodía se agarró a la tierra y nos machacó con ahínco. Rubricamos la ruta envueltos por las acogedoras sombras del área recreativa de las Carboneras de Azuébar, donde gozosamente nos refrescamos en la fuente.


Los primeros pasos nos encaminaron hacia el valle de Mosquera. Partimos desde el paraje donde nace el camino de la Boguera, que comunica con Almedijar. Seguimos la asfaltada pista hasta la entrada al valle, rodeados de un paisaje antrópico. Apareció enseguida la verde profusión del extenso alcornocal que cubre el valle, con las escarpadas rocas de rodeno emergiendo en las abruptas laderas, aflorando su formidable tonalidad roja.


La ruta de Mosquera es de excepcional belleza. Las sombras se engastaban en el tupido bosque y las adelfas nos brindaban su rosáceo galanteo. Caminábamos por una senda de ensueño, en un ambiente romántico, mientras vigorosos helechos enjundiaban la toponimia del barranco de la Falaguera, denominación que hace referencia a la abundancia de estas plantas.



Llegamos al umbral de la masía de Mosquera, pasamos por su lado y proseguimos la ruta valle arriba, hasta su cabecera, constelada de verdes uniformes, con los alcornoques desplegando el caprichoso retablo de su ramaje.

Llegamos al pie del Carrascal. Recamadas orlas rocosas se incrustan en sus empinadas laderas, y el deseo de ascenderlo fue casi unánime en el grupo. En fila india se encauzó la progresión, entretenida y pintoresca. Se alcanzó el airoso mojón del vértice geodésico entre un matorral espeso y las panorámicas premiaron las miradas. Las más conspicuas cumbres de Espadán se empenachaban de procelosas nubes y los velos de nieblas pálidas difuminaban el cercano paisaje costero.


Bajo el sombrío cobijo de un monumental alcornoque realizamos el almuerzo. Y, como es habitual, resultó muy animado, compartiendo gollerías, dulces y otras exquisiteces afines. Y bajo la dominante mole del Carrascal, seguimos un bonito sendero. Superamos cerros encadenados y arribamos a las Balsicas. El descenso fue continuo entre el castaño tapiz de las jaras, hasta llegar al barranco Vidal, ya en la recta final de la ruta.






En el restaurante Millán disfrutamos de una comida estupenda. El servicio fue excelente y a todos nos gustó. Eso sí, íbamos enfundados en nuestras coloristas camisetas, identificativas del grupo. Y en septiembre volveremos a caminar por los privilegiados espacios naturales de la Comunidad Valenciana, gracias al gran entusiasmo de nuestro entrañable amigo José Manuel.

Y…

¡FELIZ VERANO!

jueves, 25 de junio de 2009

Mi alabanza a los compañeros

León. Foto, L. Gispert

Llevo más de un año con mi blog. Disfruto con él, escribiendo, publicando mis fotos, que salen de mi “cámara viajera”, recibiendo vuestras visitas y comentarios, y … soy feliz.


San Juan de Gaztelugatxe. Foto, Pablo Marín


Asimismo, disfruto sobremanera conociendo otros lugares de mi país, lugares entrañables y mágicos, bellos, curiosos, tierras de adentro y de nuestros mares… Y esto engancha, porque como el buen yantar, es un placer inmenso y sugestivo ir conociendo día a día esa estela enriquecedora que nuestros compañeros nos brindan con los estupendos trabajos de sus blogs, con fotos y textos magistrales de las objetivas bellezas urbanas y naturales que atesora España, con sus gentes y sus tierras, sus fiestas y costumbres, auténtico crisol de culturas.

Santa María de Eunate. Foto, Raúl Marín


Ahora conozco más Madrid, gracias a Jota Ele.
-Béjar, gracias a Juan Carlos.
-Badajoz, gracias a Pizarro.
-Briviesca, Burgos, gracias a Abi.
-Yecla, Murcia, gracias a Mª Angeles y Jose.
-Ciudad Real, gracias a Anzaga.
-Aragón, gracias a Carolina Martínez.
-Cantabria, gracias a Alvaro Gutiérrez.
-Menorca, gracias a Toni Pons.
-El Norte de España, gracias a Pablo.
-Segorbe, Castellón, gracias a Juanpla.
-León, gracias a María Diez.
-Cádiz, gracias a Esmeralda.
-Cazorla, gracias a Abraham López.
-La Costa Brava, gracias a Pepsans.
-Orense, gracias a Bob Fisher.
-Baix Emporda, gracias a Antoni Illa.
-Ibiza, gracias a Vicente B.


Salamanca. Foto, L. Gispert

Y un largo etcétera de compañeros, que no cito por no hacer exhaustiva esta relación, a los que pido disculpas por no haberos nombrado, pero que igualmente hacéis una maravillosa labor divulgativa con vuestros textos e imágenes, mostrándonos el soberbio acervo de nuestras maravillosas tierras y descubriéndonos un patrimonio al que normalmente no se accede.

Por todo ello,

¡¡GRACIAS!!.



Mérida. Foto, L. Gispert

martes, 23 de junio de 2009

El Nacimiento del Palancia


Acudo al Palancia una vez más,
a la maravilla de su nacimiento,
un congosto fascinante, estrecho,
donde las aguas brotan alegres
acariciando ávidamente el suelo.

Retumban los pasos en el pasillo,
la incursión tiene porte de aventura,
apasiona la roca aguerrida, mágica,
aplomada, lóbrega, corpóreo visillo.

Lecho angosto, bastión mayúsculo,
remansos del impar venero,
cauce inverosímil, irregular, sin cielo,
sombrío, donde muge el viento.

Entre montañas altivas y gallardas,
Peñaescabia alza su vuelo,
la roca se acrece bajo el cielo,
y el Palancia canturrea auras melodiosas,
proclamase como un encantador río,
cortejado por virginales fragancias.

sábado, 20 de junio de 2009

La Fuente de los 50 Caños


50 chorros de plata,
entre rumores que cautivan,
fuente de mi vida, que esmaltas
donaire, ornato y enseña viva.

50 chorros de plata,
dan renombre entre brazadas,
mírame, fuente grata,
mientras alzas tu voz en volandas.



50 chorros de plata,
egregio retablo, crisol de culturas,
símbolo fraterno entre escudos heráldicos,
broncíneo conjunto que destella y brilla.

Maravillosa simbiosis de agua y piedra,
caudal de antañona belleza,
placer infantil de candorosas caricias,
preciada diosa de singular majeza,
Segorbe, noble y bella, te admira.

50 chorros de plata,
concierto bajo la brava colina,
Sopeña goza contigo, adorada danzarina,
y el Palancia te dedica su cálida sinfonía,
canta, canta, sigue cantando,
¡oh! Fuente de las Provincias.

jueves, 18 de junio de 2009

La danza de las mariposas


Al descender del mirador del Arrastraredo, camino de las pinturas rupestres de Albarracín, me detuve a descansar en un prado. Las mariposas revoloteaban de un lado a otro, es decir, iban, como estrellas de la mañana, de una flor a otra, esmaltando el aire dulzón con el dibujo de sus colores. Habían muchas. Una de ellas se posó en una flor, muy cerquita de donde me hallaba. Extendía sus alitas, con gracia. Y parecía decirme ¡Venga, hazme la foto, que me voy a otra flor! Y se la hice. Y aquí la muestro.

miércoles, 17 de junio de 2009

Ermita de Santa Bárbara de Pina


Muéstrate orgullosa, querida ermita,
estás abierta a los paisajes,
recibes el galardón de la altura,
los besos y las caricias de los pinares.

Sencilla y blanca como una paloma,
te posas sobre la cima de la montaña,
Santa Bárbara, preciosa y viva,
destino de fervorosas romerías.

Te envuelven aromas serranos,
luces y sombras, esencias puras,
eres cobijo ocasional de excursionistas,
y te ofreces con cariño a sus miradas.

Te arroban los galanteos de las aves,
te visitan nubes emocionadas,
te rodean los brazos de la noche,
los fulgores de plata de la luna,
y te llegan los júbilos de las amanecidas.

sábado, 13 de junio de 2009

Albarracín: La ruta del rodeno



Detrás queda la medieval Albarracín, con sus recias murallas y su mágica armonía urbana, matizada idílicamente del color de la tierra, con su fantástica arquitectura, con sus calles trepando en la pendiente y asomada al angosto paisaje que hilvana el río Guadalaviar.


Camino hacia las pinturas rupestres, resguardadas en las covachas del pinar del Rodeno. Sigo el GR-10 que, cómodamente, me conducirá hacia los puntos de interés del itinerario, afincados en un singular espacio protegido, donde el pinar es el bosque dominante, perfilado por las areniscas del Bundsanstein, que forman, con su estampación geológica, la imagen espectacular, entre la belleza de las rocas rojas.


El GR-10 me adentra por este estético y modélico mundo del rodeno. Los pinos descienden por las vertientes del barranco del Cabrerizo, y los bloques rocosos se intercalan en asentamientos inverosímiles. El cauce es frondoso. Afloran sargas, plantas trepadoras, arces, majuelos, avellanos… El bonito sendero me lleva al abrigo de la Fuente del Cabrerizo, que presenta dos representaciones, con las figuras de un cérvido alzando su cabeza y un equido.


El abrigo se emplaza entre las fuentes de la Cruz y Cabrerizo. Agua fresca, saludable, para el caminante.



Al salir del barranco una pista me conduce al paraje de las pinturas rupestres, cobijadas bajo enormes y rojizos bloques de rodeno. Primeramente visito el abrigo de la Cocinilla del Obispo, uno de los más destacados de los abrigos de Albarracín, con representaciones de toros. Deambulo tranquilamente por el protegido paraje, acudo a la fuente de la Señora entre un coro de hermosas jaras, y visito el conjunto de pinturas, pasando antes por el arboreto del Arrastraredo, que muestra al visitante las distintas especies botánicas que aparecen en el enclave “bajo la cubierta del pino rodeno”.



Tras asomarme al sugestivo mirador del Arrastraredo, uno a uno visito los abrigos del Arquero de los Callejones Cerrados, de los Dos Caballos, del Medio Caballo, del Ciervo, de las Figuras Diversas, de Doña Clotilde… El paisaje del rodeno, un espacio natural donde se inscribe la huella del hombre, el legado de sus composiciones, un arte de gran valor.



Prosigo el recorrido por el GR-10 hacia el mirador del Puerto. Paso al lado de la masía de Losilla. Sigo ahora la blanca estela de un camino, que bordea una alargada nava cerealista punteada de sabinas. El camino se eleva zigzagueante entre el pinar. Y en el cambio de vertientes, lo abandono. Me desvío hacia el mirador, avanzando entre prados, marojos y arces. La belleza de los paisajes es espléndida. Densos bosques de pinos se descubren desde la impar atalaya del mirador. Debajo mismo, en aérea repisa, aparece una gran gnamma, que enclaustra agua de lluvia. Desfila ante la vista todo el formidable cortejo del rodeno, con su vigorosa personalidad, entre bloques, abrigos, cavernas, pasadizos y tormos. Las formas son sorprendentes. Asimismo, la meteorización de la roca ha formado huecos de diferente aspecto, denominados alvéolos, tafonis o gnammas.



Tras admirar el paisaje, matizado regiamente por miríadas de verdes y rojos -pinares y rocas-, con las sensacionales panorámicas de los montes Carbonera, Peña de la Cruz y Jabalón recortando la línea de cumbres, decido regresar a Albarracín, engolosinado por tanta belleza. El sol pega fuerte y sus rayos de fuego rielan sobre el verde tapiz de los sembrados. La calma es sorprendente, y únicamente escucho el sordo rumor de mis pasos. El sol calienta la tierra.



miércoles, 10 de junio de 2009

El Portell de l' Infern



Cuando parto de Fredes me invade una alegría tremenda porque se que voy al encuentro de parajes inolvidables, al verdadero paraíso natural que es la Tinença de Benifassà. Sobre todo el recorrido que iba a hacer, alcanzar el Portell de L’ Infern y regresar por el mismo itinerario a Fredes, aunque existe la sugestiva variante de volver por el impresionante barranco del Salt.


Un balsámico silencio me envuelve. Solo escucho mis pasos. Al poco de dejar atrás Fredes dejo la ruta que desciende hacia el frondoso barranco del Salt y tomo el PRV-75 por un camino empedrado, que me eleva suavemente por el bosque de pinos albares. Los prados cubren el suelo, salpicado por minúsculas flores. Las hay de todos los tonos, con sus cálices blancos, rosas, amarillos…



El tiempo es excelente, con un cielo esmaltado de azul. Y la luz baña el bosque con pasión, creando claros y sombras. Me siento tranquilo, pues, por esta favorable temperatura. Traspongo el Cap de la Serra y la panorámica que alcanzo acelera mi alegría. El poder mágico de la Tinença surge ante mi vista, proporcionándome una gran alegría, una felicidad aupada por la pureza y la virginidad de esta privilegiada naturaleza.


Desciendo pausadamente, sin acelerar la marcha, con breves paradas para apreciar serenamente esta majestuosa naturaleza, que se extiende abigarrada ante mis ojos, rasgada por escarpados promontorios, imponentes dentadas, murallas y barreras en graderío.



El sendero es ancho. Una pareja de halcones vuelan en círculo. Abajo, surge el laberinto del barranco de la Tenalla. Y descubro dos cabras montesas cerca del mas del Pixon. Al verme, desaparecen entre la vegetación.



Me siento a gusto en este mundo de vertiginosas paredes y profundos barrancos de la Tinença, un escenario amplio, glorioso y profundo, que, poco a poco, voy conociendo. La panorámica adquiere altitud a medida que voy bajando por el sendero. Abajo, se ahonda el barranco del Salt con sus bruscos giros y en lo alto se agiganta el cónico Tossal d’ en Cervera. El sol traspasa la cara delgada de las hojas de los arces y sus matices cobran destellos pintorescos.



Ciclópeas paredes se elevan sobre el sendero, que serpentea entre el pinar. Disfruto contemplando estos parajes abruptos y sombríos, que la ruta va flanqueando. Los arbustos bordan su sueño verde en la fantástica verticalidad de la blanca caliza, con sus ribetes ocres, por donde sube la hiedra, brillante y verdinegra.



El sendero se abre en cornisa, aéreo tramo de suma belleza. Surgen varias cavidades, que se conocen como Les Balmes, y llego al Portell de l’Infern (965 m.). Y antes de emprender el regreso a Fredes, descanso en el regazo de este tradicional paso, donde se empapan las ventiscas. Mis ojos contemplan extasiados tanta belleza… Y observo con ahínco las siluetas de dos titanes de este soberbio y quebrado macizo: El Tossal d’ en Cervera y el Negrell. Se encadenan en una notoria barrera arropada por un bosque espeso de pinares. Dos cimas que pretendo hollar antes de que irrumpa el verano.



Antes de partir, abro los brazos y saludo a esta impresionante naturaleza, que me brinda sus tesoros con toda su grandeza.


domingo, 7 de junio de 2009

Como una bandera al viento


Saturado de soledad y de soles,
adoro este pino a la vera del sendero,
de deformado ramaje, aunque bello;
invencible al ímpetu de mil vientos
me acerco a su tronco y le doy un beso.

sábado, 6 de junio de 2009

Mi abrazo, ciertamente utópico, a una olivera milenaria


“El olivo es árbol corpulento, copudo, si le deja la poda; y que, con los siglos, se transforma en escultura expresionista”.

(José Luis Herrera)

A los pies de la cadena principal de la sierra Calderona, entre un cerco de verdeantes y suaves colinas, se tiende la partida de Ferrer, sita en el término de Segorbe. Engloba tierras de secular secano, donde crecieron olivos, algarrobos y viñedos. El paisaje se viste de pinares, engalanando campos y ribazos, que en la primavera se acicalan de vivos colores por la pléyade de florecillas silvestres que adornan blancos caminos y silentes alcores.



Bajo las siluetas engrandecidas de las cumbres señeras del parque natural de la Calderona, donde se enseñorea el alcornoque y se fortifica el rojizo rodeno, una olivera es protagonista de estas tierras, oreadas por un aire cargado de exuberantes esencias serranas, como un bálsamo que crece en las holgadas sombras de este patriarca de la historia olivarera segorbina, donde la luz pinta en su elegante porte arbóreo, arrebujando su notable tamaño. Así es este monumento natural, esta milenaria olivera, conocida como “La Morruda”.



Si visitáis la bella ciudad de Segorbe, declarada Conjunto Histórico-Artístico, no dejéis de ver este árbol monumental, que según los técnicos podría superar los 1.500 años de edad. La señalización es buena, partiendo de las rotondas de la autovía A-23, frente a Geldo, siguiendo la asfaltada pista de Cabrera, distante 8 km. Cerca queda la masía Ferrer, una típica construcción de la arquitectura rural del Alto Palancia, reconvertida en casa rural, donde se puede disfrutar de sus instalaciones y alojamiento, en medio de la naturaleza.


Emplazada en un paraje colindante con dicha pista, “La Morruda” preside una superficie de terreno protegida por muretes de contención de piedra seca, donde está situado un panel didáctico y otro de información con las “Rutas de las Masías”, instalado por la Concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Segorbe.



“La Morruda” tiene una altura de 6,05 m. y el perímetro de su tronco es de 6,44 m. (cinco personas cogidas de la mano no llegan a rodearlo). El tronco, con una altura de 2,20 m. presenta en la cepa protuberancias de carácter irregular, con una vistosa copa redondeada formada por un ramaje principal, cuatro cimales de gran grosor, estando apuntaladas las ramas extendidas para evitar el riesgo de rotura por el peso.

La Asociación Cultural “La Aldaba” de Segorbe inició su protección en el año 1995, conservándose para admiración de todos gracias a las constantes medidas de protección, que tienen como objetivo mejorar las condiciones biológicas de vida de esta bella y emblemática olivera, que atesora un notable valor histórico y cultural.


“La Morruda” es noticia singular, pues ha recibido recientemente el premio al mejor olivo monumental de España, por parte de la Asociación Española de Municipios del Olivo (AEMO).