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El Tiempo en Segorbe. Predicción

El Tiempo en Segorbe

domingo, 31 de julio de 2011

En mi auditorio

 
  
Ayer sábado fue un día muy especial para mi. Mi corazón, por un destacadísimo evento familiar, se llenó de emociones, de miradas y caricias dulces.

Por este motivo no salí de excursión. Bueno, el tiempo tampoco me hubiera dejado, con su humor de perros y tan artillero y batallador.

Pero este domingo ha sido diferente. Mi paseo lo he trasladado a Manzanera. He buscado el placer de caminar por un espléndido bosque  de pinos, entre el olor reverberante de las praderas y los hilarantes perfumes de las sabinas. Un riachuelo exhibía al sol sus trenzas cristalinas. Y copiaba su relumbre en los pequeños remansos, que invitaban al baño. Rozo con mis dedos el agua y el cálido contacto me anima a zambullirme. Y paso un rato agradable entre el abrazo del agua, como una efusión de voluptuosidad que festeja mi cuerpo.

Sigo caminando por los prados. Me detengo para contemplar el rojo esbozo de las margaritas y el clamor sonrosado de las rosas silvestres, tan bellas como el lindo rostro de una mujer.

Me siento feliz y alegre. Los pinos escalan hacia las cumbres. Forman una verde sábana, lustrosa, refugiando sombras y vida vegetal y animal.

Los trinos de los pájaros los recibo como una dulce melodía. Y digo que no hay mejor auditorio que la naturaleza, gozando con sus relajantes sonidos.

Armonía, belleza, pulcritud…. La naturaleza pintaba hermosas acuarelas a mi alrededor. Creadora universal, solo el hombre, en su afán demoledor, la va destruyendo, alterándola conscientemente, por el placer de vivir de un modo sofisticado y dominante.

La naturaleza es patrimonio de la humanidad. La biosfera es de todos. Y se debe procurar que sus sanos recursos se respeten, que no se busquen para el beneficio propio.

Ensimismado contemplo la riqueza natural que fluye a mí alrededor. Y me imagino ver una miríada de  lucecitas de esperanza que brillan por todas las partes,  mientras voy  escuchando, emocionado, “Heal the World”, de Michael Jackson.





viernes, 29 de julio de 2011

La abuela Emilia



 -Luis, cuantas ganas tenía de verte.

-Abuela Emilia ¿como se encuentra?

-Ya ves, hijo, achacosa como siempre, pero voy tirando. Anda, sentémonos, que me has dado una gran alegría.

El sol calentaba y nos sentamos en un poyo encalado, bajo el dosel de un emparrado globuloso.

-¿Se acuerda cuando nos conocimos, Emilia?

-Huy, y tanto. Me asusté mucho al verte, Luis.

Emilia era pastora. Iba con su rebaño de ovejas y un perrito que, por su color, lo llamaba Canela. Me topé delante de ella al remontar una trocha y se asustó mucho. Días más tarde, sin saberlo, me la encontré en su masía. Charlamos y desde entonces fructificó una gran amistad entre nosotros.

-Ya ves, Luis, con mis 87 años aún me apaño bien en la masía. Doy de comer a los animales. Me acerco paseando hasta la fuente y de vez en cuando mi hijo Ismael me baja al pueblo.

La abuela Emilia, cuando se llega hasta el pueblo, se reúne con tres amigas octogenarias como ella. Y charlan de sus vidas, de sus hijos, establecidos en lugares distintos, de sus nietos…. De las ganas que tienen de verlos y del abatimiento que produce  en ocasiones la soledad en la vida rural.

-¿Luis, sigues con tus libros?






-Ahora, no,  Emilia. Pero me lo paso bien viajando, conociendo a personas como usted, con su fortaleza y su sabiduría.

-La vida nos enseña mucho, Luis. La tierra nos hace fuertes, y somos como el roble, que se mantiene en pie soportando calores y fríos, tormentas y nieves.

Emilia, cuando me habla así, me emociona. Soy muy sensible a las personas que tienen el don  de transmitir afecto, que confían en mi, que saben que mi amistad, cuando se abren sin recelos, es para toda la vida, creciendo como un chopo, erecto y feliz.

Me lo dijo una vez la abuela Emilia, y sus palabras significaron para mí un  chorro de alegría, difundidas por una mujer hecha desde muy pequeñita a imagen y semejanza de esa naturaleza que cada día la saluda.

-Abuela, me gusta escucharla. Siempre me ha gustado.

-Ya lo se, Luis. Nos conocemos desde hace tiempo. Eres una persona bondadosa. Has nacido como yo, de la tierra y nos abrimos como el árbol,  al extender sus ramas buscando la luz.

Hablamos un rato más. Emilia es feliz y yo también. Pero me tengo que ir. Su abrazo es alegre, pero también triste. No quisiera que me marchara.

-Volveré pronto, Emilia. Ya sabe que lo que digo lo cumplo.

-Ya lo sé, Luis. Te conozco bien.

-Cuídese, abuela.

-Y tu también, hijo.

La abuela Emilia se marcha con su bastón. Le siguen Canela y un gatito con su pelaje de café con  leche. Van por el camino, como tres amigos. Ella les habla y Canela ladra alegremente. Los cardos lucen por el camino, los chopos del cercano arroyo cangrejero arremeten contra el cielo. Vi a la abuela Emilia doblar el camino y desapareció.



miércoles, 27 de julio de 2011

Por el valle de Olba




Ayer decidí visitar el valle de Olba en el Alto Mijares. La capital es Olba y existen diferentes barrios los cuales reciben el nombre de ilustres apellidos de familias que formaron su población: Los Pertegaces, Los Villanueva, Los Ibáñez (Altos y Bajos), Los Giles, Los Lucas, Los Ramones, Los Villagrasas, Los García, Los Tarragones, Los Tarrasones, Los Moyas   y La Tosca.

Este valle en un pasado no muy lejano contó con una actividad poblacional y  económica considerable. El Millars proporcionaba el agua para la fértil vega e incluso existieron algunas industrias textiles.

Hoy la actividad se inclina por el turismo, siendo el senderismo otra de las facetas interesantes para recorrer este relajante valle,  rodeado por tupidos bosques de pinos, rebollos, enebros y sabinas.

Las aldeas se emborrachan de una sosegante calma. La tranquilidad tiene como contrapunto el canto sonoro de los gallos. El sol se filtra por un lucernario de cúmulos y cirros  y resbala a gusto por el valle, dorando las tejas de los edificios y delineando en blanco y negro las aristas de las fachadas.

El Mijares desciende entre un tropel de choperas. Esboza parábolas de espumas. Es una corriente que discurre fresca y limpia, sorteando rocas y piedras. Rebrilla en los refrescantes remansos, como acuarelas de plata líquida.

Las manzanas, las uvas y los acerolos empiezan a madurar. Los gatos, tranquilos y confiados,  te observan con liviano interés. Y las flores, heraldos del placer,  abren sus sonrisas,  sembrando policromos tributos al caminante.

En Los Ramones charlo brevemente con Stefan. Los dos hemos acudido a la delicia de una fuente, con frontis esculpido por un rostro. Stefan regenta una casa rural en este barrio, y, asimismo, me habló de una  revista que informa de temas del valle. Actividades  muy interesantes. Le prometí enviarle fotos de mi viaje por este diseminado y bello valle, donde la vida parece que se haya detenido para el sumo placer de sus habitantes y de sus visitantes.










domingo, 24 de julio de 2011

Fin de temporada senderista con una sardinada



 Nuestro grupo en el puerto de Canet de Berenguer

El grupo, llamésmole “Amigos de la Montaña” celebró con broche de oro el fin de temporada de senderismo con una maravillosa velada organizada por nuestros queridos amigos Merche y Rafa, en la acogedora ubicación de su casa, excelentes anfitriones que se desvivieron extraordinariamente con su peculiar gentileza para que nos encontráramos todos los amigos muy a gusto, como así fue.

La velada, celebrada en zona ajardinada entre un  estallido de luz y colores, tuvo como ingrediente principal una “sardinada” de rango, que nos prepararon Merche y Rafa. La cena se desarrolló como un retablo maravilloso, en un ambiente efusivo, cálido y entrañable, de amig@s que saben disfrutar en la montaña y de momentos tan especiales y apetecibles  como éste.

Y como una sinfonía gastronómica tuvo la cena sus variantes, hechos con entidad por manos expertas entre el grupo, como “allegros” relumbrantes que hicieron las delicias de tod@s, regados con vinos gloriosos. Vamos, que nos chupamos los dedos -con las sardinas, claro-, con perdón de los exquisitos.

Ni que decir tiene que la cena tuvo otro destello sobresaliente: el buen compañerismo,  rubricado por rizos de alegría, divertimento y amena conversación.

Por el trazado callejero de Canet de Berenguer arribamos a la zona del club naútico, arropado entre sombras luminosas del mar y rodales de oro de las farolas. La luna, con su reflejo plateado, se entreveía entre los erectos mástiles de las embarcaciones. No vimos las playas de Canet, uno de los mayores atractivos de la comunidad valenciana, pero sí unos  subyugantes elementos  de luz y música entre las concurridas terrazas, aflorando el mejor ambiente veraniego de la noche, que nos contagió y extendió la fiesta, que felizmente disfrutamos.

Muchísimas gracias, estimados amigos Merche y Rafa, por esta magnífica velada. Tod@s l@s amig@s ¡NOS LO PASAMOS GENIAL!




El encuentro en la estación de Sagunto


Merche y Rafa en su casa


Pilar y Mery sonrientes


Conchi y Toni, magníficos fotógrafos


La sardinada ¡qué buena pinta! Rafa, eres un cocinero de primera.


El feliz brindis


Un momento de la exquisita cena


Carmen troceando su tarta de los tres chocolates ¡Estaba deliciosa!


El autor del blog a bordo de "su" embarcación.


Mª Angeles, Carmen y Pilar.


Merche y Luis


Mª Angeles, Luis, Carmen, Pilar y Vicente


Carmen,  Emilio y Aurelio


sábado, 23 de julio de 2011

Mi Camino de Santiago




Tengo amig@s que han hecho el Camino de Santiago, llenando de gozo la aventura. Y yo también. Bueno, todo no. Parte de él. Y después de hacerlo me motivaron mucho las impresiones que tuve. Tanto que quise volver para escribir un libro. Sí, ya lo se, hay bastantes. Pero cada uno tiene su estilo y un modo diferente de ver las cosas y contarlas.

Me cautivó el Camino. Su arte, su historia, sus monumentos, los albergues donde pernoctábamos… Y la gastronomía. Que bien se come en esa fascinante ruta de las estrellas.

Fue en julio cuando lo caminamos. Particularmente fui en busca del misterio, de su magia, del sentimiento de la mística que encierra este secular acontecimiento social.

Pero, sobre todo lo que más me emocionó fueron los personajes que encontré en el Camino: Marika, Nicholas, Jéssica, Néstor, Susana… La amistad que nos unió por un tiempo. Un vínculo precioso que se enraizó en el gozoso preludio de Galicia, en la cumbre de O Cebreiro, entre castañares y pallozas.

Sí, como la mayoría, me sentí atrapado por el embrujo del Camino. Y cuando lo terminé en Compostela, acompañado de amig@s entrañables, me dije que el Camino es único, que las vivencias que obtienes son extraordinarias.

La naturaleza  te acompaña, los bosques te acogen con sus sombras, los lugareños se emocionan a tu paso, los riachuelos te dedican sus sonatas, el rumor del viento parece otro, el canto gregoriano te hace saltar las lágrimas y el silencio “te habla” como una ensoñación divina.

Hay que volver al Camino.





jueves, 21 de julio de 2011

A la luz de la luna




Ando por caminos blancos, en una noche de luna llena. Solo se escuchan mis pasos, anidados en el polvo de las carriladas. Pinceladas de plata se escurren por los campos. La  luna me brinda su luz, cono una brazada sosegante. Fulgores que alientan los colores de las flores del camino, embrujadas por el relente. Los insectos duermen y las flores descansan Recibo un hálito reparador de la naturaleza, bajo la bóveda estrellada. Camino a gusto. Y me imagino verte, mi sultana, con tus invisibles alas, meciéndote en la luz de esa luna que me brinda, en las sombrías horas de la noche, el esplendor de tu imagen, presintiéndote seductora, gozando con tu aliento, entre el cristal de la luz de una luna esplendente.

He buscada la soledad y he encontrado una luz enamorada, que ha bendecido mi alma, la pureza del ensueño, encumbrándose en la noche serena, de luna llena.


martes, 19 de julio de 2011

Colores en la tarde



Algunas tardes me desplazo desde mi ciudad al campo. Realizo breves paseos de una hora. Me distraigo así, cuando el sol ya arremete por la Calderona y la Bellida. El valle del Palancia empieza a solaparse de sombras y las andanzas recobran el ritmo habitual del gozo. 

Estas fotos son del paseo de esta tarde. Los paisajes, a causa del viento de poniente, se habían hinchado  en claridades y colores preeminentes.

Voy por la Vía Verde de Ojos Negros hacia Jérica. Mis ojos se recrean descansando sobre la placidez del paisaje. Digo yo, que mi tierra, la comarca del Alto Palancia, tiene personalidad y señorío.

Y disfruto recorriéndola.

Arranco una matita de tomillo. Lo huelo. Y su grato olor me trae recuerdos del tío Emilio, que conocí en mis recorridos al estilo Cela por la comarca del Alto Mijares.

-Luis -me dijo- el tomillo es una planta magnífica, es mejor que el café.

Cuantas historias y anécdotas reverdecen en mis andanzas. Sobresaliendo  siempre la belleza humana y natural.




lunes, 18 de julio de 2011

Hacia la Olla

 

Otra interesante salida sabatina con mis amig@s. Nos encontramos en el Parque Natural de la Sierra Calderona. Partimos de Marines Viejo. Hay una sinfonía del silencio que navega por las empinadas calles de este pueblecito, que se asienta sobre un vistoso cresterío silíceo, que se le conoce como la Quebrada de los Tollos.

Vamos camino de la Olla. El sendero es bonito, serpenteante, antaño un camino de herradura. Pinos y una espesa vegetación mediterránea lo orlan. Abajo zigzaguea el Carraixet, que baja de Gátova. Desembocamos en una pista. Y la seguimos de frente. Ahora se escalonan bancales de olivos. El marco serrano es sugestivo. Pinos y alcornoques visten las montañas. Sobre todo el emblemático Gorgo, donde el bosque crece en toda su salvaje belleza. Reúne parajes intrincados, donde las huellas del senderista van creciendo con el respeto y el gozo a estos ámbitos serranos, llenos de belleza. Los panoramas que se divisan son claros, alegres y llenan el alma con el goce de los sentidos, porque la tierra se ha sumergido en un baño de verdes bajo el escenario azul del cielo.

Llegamos al despoblado de la Olla. Algo lejano se yergue el Castillo Real de Marines. Esta aldea es de origen morisco. Y fue abandonada a principios del siglo XX. Las casas están en ruinas, acusando la acción destructora del tiempo. Cascotes y muros que se resisten a caer. Dos o tres casas quedan en mejores condiciones. Y el símbolo del caserío, la torre-fortaleza, permanece en pie, como mudo testigo del pasado de este núcleo rural.

Seguimos caminando. Se  escucha un  paradisíaco silencio adormecido en la tupida floresta. Nos adentramos por una bonita senda en el barranco de la Hoya. Todos los parajes que vemos rezuman riqueza botánica. Hay humedad, corre por el lecho un hilillo de agua rumorosa, y las plantas crecen con alegría verde, como las adelfas, sonriendo con los racimos de sus flores sonrosadas.

Nosotros disfrutamos con la ruta, con las vistas de la Calderona, con las animadas charlas, y con el almuerzo, con las exquisiteces que habitualmente aportamos,  con el buen tiempo, con el sol, con las flores… Todo es magnífico en nuestras excursiones. Lo sabemos y repetimos.

Hacemos aquello que canta Serrat: “No dosifiques los placeres; si puedes, derróchalos”.

Senderistas: Carmen, Mery, Mª Angeles, Emilio, Juan y Luis.









sábado, 16 de julio de 2011

Ráfagas dormidas



Hay ráfagas dormidas, que se refugian en mis pensamientos. Pero despiertan y me embriagan, me inundan de extrañas sensaciones, aletean como abejas que acuden ansiosas al goloso néctar. Es como una llama intensa que a veces quema, que vibra como un eco.

Sin embargo, recupero la calma y se llena mi cuerpo de besos de sol y de brisas, que danzan en la playa como ondas caprichosas.

Y veo que te acercas sembrando en la arena tus risas. Y mi cuerpo dormido despierta. Es una explosión ardiente de luz y colores, y es tanta la alegría que tengo como un festival de lauros que me parece ver bajo tus pasos brotar rosas y lírios cárdenos.

Y que de tu frente, convertida en pabellón diáfano, veo desprenderse luceros que revolotean hacia mí. Son tus ojos, dulces y apasionados, y deseo decirte, mi sultana.... ¡que te amo!


viernes, 15 de julio de 2011

Verano, sol y playa



  
Tengo la playa cerca, a un poco más de 30 kms. Y alguna tarde me acerco a estas playas de las costa mediterránea para recibir el beso de las brisas, el estímulo fresco y romántico de las olas y contemplar la inmensidad del mar.

¡La tierra manda! Y es mi aliento, mi estímulo, mi eterna ligadura. Entre montañas me crié. Pero el mar también me tira.

Qué hermosas son las auroras y los atardeceres, entre balbuceos de colores líricos, hermosos, con alientos de júbilo, tiñéndose las aguas mágicamente de un color púrpura.

Siento el mar y paseo sus playas, los caminos… Y así me rondan altos sueños, que son como manantiales de aguas íntimas.

Recorro los estupendos “Els Estanys”  de Almenara, me asomo al marjal, veo los patitos de mil colores tan tranquilos. Y ya en la playa, la paseo, se hunden mis pies en la arena, dulcemente, y sonrío con ganas a las olas, orladas de espumas blancas, escucho el sonido de caracolas lejanas que me hablan de emociones englobadas…

Y digo con alegría y relajado que solo es poesía el amor…. ¡en todo!

Y escucho la música que emite la megafonía. Hay animación en la playa de Almenara. Se celebra la “Fira Comercial d’estiu a la mar”. Numerosos stands se alinean por el paseo. Multitud de articulos se exhiben en las estanterías. La gente pregunta, compra, se distrae, se lo pasa bien.

Saludo a Lupe, que atiende el stand de la Mancomunidad del Alto Palancia. Es miembro del personal de turismo de la Mancomunidad. Y hablamos de sus actividades, de esta ventana  abierta que tiene el Alto Palancia cara al mar. Charlamos un rato y tras despedirme de ella,  la dejo informando a un grupo de señoras, mientras la brisa refresca la tarde vestida de fiesta.