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jueves, 26 de marzo de 2009

Vilafranca: Por los paisajes de la piedra seca-2

En la segunda visita por los paisajes de la piedra en seco de Vilafranca recorrí el itinerario de “Les Virtuts”, toda una asombrosa y perfectamente conservada concentración de caletxes (caminos delimitados por paredes), bancales y eras, casetas con sus bóvedas, paredes, porteras… Es un paraje donde la piedra enseñorea su belleza y la técnica que imprimieron sus constructores.


Como reza el artístico panel temático situado en el azagador de entrada a la zona “Les Virtuts es un homenaje a todos los vilafranquinos que viven de la tierra”. Y es que en este paraje se descubre por su admirable conservación y estética todos los elementos de piedra en seco que se utilizaban para la agricultura. Incluso -me dijeron- hasta hace unos años atrás seguía cultivándose patatas y cereales.

Para llegar a “Les Virtuts” desde Vilafranca se toma la avenida del Losar y la carretera de la Iglesuela del Cid. Un kilómetro después de pasar por el santuario de la Virgen del Losar, se localiza un poste vertical que señala las rutas de “Les Virtuts” y “La Parreta”. Esta última cerrará esta serie de tres crónicas dedicadas a los “Paisajes o caminos de piedra en seco” de Vilafranca.



Siguiendo el itinerario hacia “Les Virtuts” veremos un primer panel o mesa de interpretación donde se muestra la importancia de esta zona, conformando “un paisaje agrícola esculpido por el hombre”.

Más adelante aparece otro panel situado en un resalte rocoso a modo de mirador, con la inclinada perspectiva de “Les Virtuts” enfrente, permitiendo divisar todo el empaque y la vistosidad de la modelada piedra, multiplicándose llamativamente en la escalonada superficie.



Un magnifico camino o caletxe, salpicado de porteras, nos eleva hasta la zona más emblemática del paraje, entre casetas, paredes y bancales. Es todo un museo para observarlo detenidamente, para fotografiarlo con entusiasmo, completado con la lectura de los distintos paneles que fijan la ruta, donde se explica con textos y primorosos dibujos las labores de la siembra y recolección del cereal y las herramientas que se utilizaban; la vida de los habitantes temporales en las casetas durante las cuatro estaciones del año, destacando el importante trabajo de la “peonera” y la relación entre la ganadería y la agricultura, con ilustraciones de algunos elementos, como los azagadores, contadores, balsas, pesebres y pilas.



“Les Virtuts”, entre el incalculable valor histórico y cultural de “los paisajes de la piedra seca” de Vilafranca es un paraje rural para ver. Y, en mi caso, para contarlo. Hasta la última crónica, que hablaré del “Bosque de la Parreta”.

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sábado, 21 de marzo de 2009

En el Peñón de Ifach

Recibo un e-mail de Mary con la feliz propuesta para el grupo Rocacoscolla de visitar el Peñón de Ifach, en la festividad de San José. Tenía interés de realizar una excursión por el parque natural más visitado de la Comunidad Valenciana. Y a Calpe me fui, para encontrarme con los amigos. En el aparcamiento nos reunimos los nueve que íbamos a formar el grupo: José Manuel, María Amparo, Mary, Belén, Carmen, Pedro, Aurelio, Fede y Luis.

Tras pasar por el centro de información iniciamos el itinerario. La cara norte del peñón se yergue imponente, ciclópea, formidable. Es una visión sumamente atractiva y su figura, como salida del mar, destaca imperiosa si se observa a cierta distancia, desde las playas y el paseo marítimo de Calpe.


Ifach resplandece en la costa, bañada de luz y de vientos que soplan bajo el azul. Su geometría es abrupta pero perfecta. Se afilan los precipicios como inexpugnables lenguas aceradas entre cornisas, protuberancias, cortaduras y miradores. La roca se engrandece, sus proporciones destacan regiamente como hito sublime de la costa. Parece que no quiere achicarse ante las cercanas montañas, de mayor altitud y erizadas de airosos cresteríos. Ifach es la magnificencia de la arquitectura natural de La Marina, su símbolo.

El primer tramo del itinerario está vallado. La vegetación orla su zigzagueo. Aparecen pinos tumbados por el efecto del viento y su ramaje configura alhumajos de verdor. Se gana altura y las vistas son magníficas, alcanzándose el parque natural de la Serra Gelada, el esbeltísimo Puig Campana y la recortada alineación de Bernia, con el Moro de Teix escurriéndose en el mar. En la parte opuesta de la costa se divisa el Montgó, detrás del promontorio de Moraira. Se llega al mirador del Botánico Cavanilles, donde las vistas mejoran y el peñón eleva en picado su mole rocosa, salpicada de multitud de plantas rupícolas y surcada de vías de escalada.


La senda se eleva hacia el túnel, entre ejemplares de polipodio. Este paso, de 50 metros, abierto en el año 1918, está asegurado por dos maromas, ya que el rocoso suelo está resbaladizo por la cantidad de visitantes que lo atraviesan.

Tras el túnel la senda se estrecha y hay tramos donde se han instalado cuerdas para asegurar estos pasos y evitar resbalones. La vegetación es exuberante en todos los lados, se extiende como un verde mantel en la inclinación de la pendiente en su orientación noreste, y la primavera se copiaba con una adecuada floración, riquísima en colores.


La ascensión alcanza una bifurcación. Por un lado la senda termina en el mirador de Carabineros, un espacio que antiguamente albergó un puesto de vigilancia sobre la punta del Carallot, y por el otro el itinerario continua hacia la cima.

La temperatura es perfecta. Sin viento, cielo azul y un sol espléndido, que te permite aligerarte de ropa. Es fiesta y se nota en la cantidad de gente que sube el peñón. Unos llegan solo al mirador de Carabineros y otros siguen la ascensión con el deseo irrefrenable de llegar a la cima. Hay familias con niños y grupos de jóvenes y mayores, caminando con precaución por el sendero, a trechos con la pedregosa superficie alisada de tantas pisadas que recibe el itinerario.


Las gaviotas patiamarilla son las dueñas del espacio de Ifach. El inmaculado blanco de su plumaje rasguea el azul del mar y sus constantes vuelos recortan, en una danza de maniobras, el paisaje marítimo. El silencio estaba repujado por sus alborozados graznidos. Inagotables en sus evoluciones en el grandioso regazo de la claridad del Mediterráneo, se posan en el ramaje de la lanzada de pinos, cerca de la senda, acompañando la subida de los visitantes, y en las rocosas repisas, desafiando los impresionantes acantilados.



Tras superar el último tramo peñascoso la senda arriba al mojón del vértice geodésico que señala los 332 m de altitud. Las vistas son preciosas, con Calpe, su puerto, las salinas, que según el folleto del parque “formaban una laguna que en tiempo de los griegos, se extendían desde el Penyal hasta las montañas más próximas”. Y estas montañas se avistaban difuminados sus imponentes rasgos por una bruma grisácea. El Montgó, la sierra de Bernia, Oltá, el Puig Campana, Aitana… simbolizan el majestuoso relieve de La Marina. La belleza de las panorámicas, el mar y la costa con sus acantilados, calas y playas y la explosión turística determinan los aspectos en el amplio encuadre que se divisa desde la cota superior del peñón. Espacios naturales, protegidos, como la Serra Gelada y el Montgó, montañas del litoral de interesantes visitas, como el Peñón de Ifach, que atesoran unos valores excursionistas muy emblemáticos.

Al descender del peñón nos fuimos a comer a un típico restaurante de la costa de Benissa. Y después visitamos la cala Fustera. Nos aventuramos por uno de los acantilados, avanzando fácilmente de roca en roca bajo las ásperas quebradas de las paredes, mientras las olas, en sus relajados embates, nos brindaban su fino rumor entre cantos de espuma. Ifach estaba allí, cerca, dibujando su prodigiosa mole entre el ténue trasluz de la atardecida, atalayando el gran mar y la Costa Blanca, llena de luz.

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sábado, 14 de marzo de 2009

Vilafranca: Por los paisajes de la piedra seca-1

Son testimonios de la arquitectura rural. Piedras que son tradición, patrimonio y cultura de las comarcas de Castellón. Son los paisajes de la “piedra en seco”.

Y me fui a Villafranca del Cid o Vilafranca para ver esta arquitectura ancestral y etnológica, estas típicas construcciones que son todo un museo al aire libre. El lugar: “El Pla de Mossorro”.

Junto con otras poblaciones de Castellón y Teruel donde la arquitectura de la piedra seca está muy extendida, Vilafranca encabeza este destacado elemento patrimonial, habiéndose señalizado tres rutas para que los visitantes conozcan en sus recorridos estas singulares y abundantes construcciones de piedra caliza. Son el precitado “Pla de Mossorro”, “Les Virtuts” y “La Parreta”.


Y es que en Vilafranca la primigenia expansión de estos trabajos se centró en el siglo XVIII. Y crecieron en todo el término los paisajes de la piedra con sus peculiares formas, elementos y técnica, no utilizándose ningún tipo de argamasa, sirviendo para encauzar el paso del ganado, impidiendo que accediera a las superficies cultivables, y como necesidad para la actividad agrícola y pastoril. Y se construyeron casetas de variada tipología (existen más de mil en todo el término), calificadas como “las obras mayores de la piedra seca”, paredes, paredones, bancales, porteras, pozos, balsas, contadores, azagadores y caletxes, mojones, corrales para el ganado, etc.

La piedra en seco en Vilafranca tiene un atractivo turístico de primer orden. Los interesados pueden recibir toda la información en la Tourist Info (Tno. 964441432), amablemente atendida por Guillem. Existen, pues, tres rutas dispuestas para que los visitantes conozcan sobre el terreno la arquitectura de la piedra en seco, pero también en Vilafranca funciona todo un modélico museo de la piedra, el primero de la Comunidad Valenciana, sito al lado de la oficina de turismo, que ocupa la antigua lonja, un edificio gótico del siglo XIV.


Quise, pues, conocer en este primer contacto con los paisajes de la piedra seca en Vilafranca, una de las tres rutas. Y estuve en el “Pla de Mossorro”, situado a 5 km. de la población, a donde se llega tomando el camino de la Estrella. La humanizada planicie está dominada por las sierras Brusca y Negra. Todo este espacio, que conoció la actividad de pastores y ganaderos, está rehabilitándose por el trabajo de los operarios del Taller de Empleo “Vive la Piedra, trabájala”.


La visita está señalizada con flechas que indican el recorrido entre casetas, muros y azagadores, con el complemento de ilustrativos paneles, que informan del proceso que seguían en la construcción de todos los elementos de la piedra.


Entre las bellezas naturales de Vilafranca descuellan los paisajes, curiosos y fantásticos, de la "piedra en seco". Es, como se señala en el propio tríptico del Museo "Un paisaje hecho... con sudor y a golpe de martillo". Para ver.

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