Este fin de semana mis planes viajeros se malbarataron, y a última hora me incorporé a la ruta propuesta por Kiquet por la zona de Peñaescabia.
Así que, a la hora prevista, ya estábamos caminando, tras dejar los coches en el aparcamiento de la fuente de los Cloticos.
-Hace fresco.
Y es que la temperatura rondaba los dos grados positivos. Caminando y hablando para distraer el frío, tomamos el sendero que nos elevaría hacia la pista del Resinero. Hay que ver como la procesionaria está invadiendo los pinos de Peñaescabia. Habría que tomar medidas para que no vaya extendiéndose más.
En fin, seguimos elevándonos por un bonito sendero, bajo el alhumajo de la pinada, que hermosea la umbría de tan carismática cumbre.
-Buenos días.
Saludo a una excursionista que baja de la cumbre. Su anorak rojo resaltaba entre los claros y las sombras del bosque.
-Es preciosa esta excursión, me dijo.
Y la miro como baja por el serpenteante sendero, dejando una estela de color por el bosque.
Mientras, llego a la cumbre y alcanzo a mis amigos. El horizonte está empañado por brumas. Pero las vistas más cercanas son sublimes, como el valle por donde discurre el joven Palancia. Adivinamos posibles rutas desde los Cloticos para ascender a las Peñas de Amador. Y proseguimos el avance hacia la visible torreta del vértice geodésico del Cerro de la Cruz.
Hace doce años la andadura por estas elevaciones se intuía sobre el terreno. El punto de referencia era la Peña Juliana. Pero hoy un bonito sendero bastante transitado, salpicado de fitas de piedras, se dibuja sobre el terreno, un sendero acondicionado, que recibe el nombre de Senda de los Tajos, como homenaje a aquella antigua senda que, con igual nombre, recorría todo el valle y por la que anduve en muchas andanzas. Y por este sendero descendemos hacia la pista del Resinero. La humedad de la umbría ha favorecido el crecimiento de una variada vegetación, destacando cercos de tejos de variados tamaños.
Arribamos a la pista y el siguiente tramo es bajar al profundo cauce del barranco del Resinero.
Pero mis piernas se rebelan, diciéndome:
-Si bajas al Resinero, nosotras nos declararemos en huelga y no te seguiremos.
Así que tuve que obedecerles, abandonando momentáneamente a mis amigos, siguiendo solo por la pista para llegar al paraje de los Cloticos.
Y mientras contemplaba este hermoso paisaje de Peñaescabia, con los rayos del sol colándose por la pinada, alumbrando los verdes, iba evocando aquellos lejanos años de la década de los 70, repletos de caminatas pioneras por estos rincones de mi tierra. Y al mismo tiempo mi mente se distraía danzando entre elucubraciones y realidades de ayer y hoy en torno al senderismo. Y preguntándome por qué en la comarca del Alto Palancia hay municipios que parece que creen que el senderismo es un actividad deportiva minoritaria, cuando en otras comarcas, con menos parques naturales y parajes naturales, apuntan más por este turismo, llamémosle verde, natural, ecológico o como quieran, “poniendo en valor” esta actividad “mayoritaria”, dándose cuenta que es uno de los atractivos de los fines de semana con mayor realce en el día de hoy y que crea riqueza.
Por ejemplo, en la comarca del Alto Palancia, cuando se celebran eventos como las recientes Jornadas Gastronómicas, soy testigo cada año de que atraen a un buen número de senderistas, practicando su ruta mañanera por algún parque natural y quedándose a comer en alguno de los restaurantes, dejando un buen pellizco de euros en las arcas de los restauradores.
En fin, pensando en estas cosas llegué a los Cloticos. Escuché música desde la radio del coche hasta que llegaron mis amigos. Una despedida cordial y hasta el siguiente encuentro senderista. Otra mañana en contacto con la naturaleza donde la felicidad es emblema común.
Senderistas:
Kiquet, su hijo Paco, Manolo, Juan, Martín y Luis.
IMAGENES DE LA RUTA