La foto del grupo
Cuando uno se adentra en el macizo de Els Ports te da la impresión que penetras en un mundo mágico, en un continente de piedra reluciente de grises y vegetación lleno de esplendor y belleza, donde caben todos los estilos artísticos de la naturaleza: el barroco, el gótico…
El recorrido por estos insólitos, abigarrados y majestuosos escenarios naturales debe abordarse con calma. La rica combinación forestal y la fiereza geológica te atrapan. Parece que estás en un mundo diferente, en una cartografía donde habitan seres de cuento en el misterio de recónditos habitáculos, agazapados en el entramado salvaje de los escarpes.
Diez amig@s acudimos a la cita de nuestro amigo Kiquet. Íbamos a recorrer el barranco de Lloret donde impera un hito importante de la ruta: Els Escarrisons. Y emprendimos la marcha cautivados, impresionados desde un principio por la belleza de este enorme territorio montañoso, que hubiera hecho las delicias de William Morrins, Rider Haggard o el mismimo Tolkien.
Ascendíamos lentamente por el serpenteante sendero. Unos puntitos de pintura nos guiaban. La subida era fuerte por terreno pedregoso. Nos parábamos para admirar el paisaje y aligerar el resuello. Las panorámicas se alargaban hasta el mar. La inclinación del terreno era tenaz, afanosa para nuestra ascensión en un declive de peñas y matorrales. El terreno estaba cubierto, principalmente, de matas de boj. A medida que subíamos no nos imaginábamos por donde íbamos a llegar hasta las terrazas superiores. Parecía no existir un paso factible ante el caos geológico de las murallas que aparecían ante la vista, formadas por incontables e impenetrables agujas, bloques, cornisas, escarpes y barras rocosas a modo de contrafuertes.
Cruzamos una pedrera salpicada por una solitaria higuera, que parecía contar el número de montañeros que ha pasado por su lado. Y pronto alcanzamos el hito primordial de la ruta, el paso de “El Escarrisó de Borosa”, formado por un tramo inclinado de antiguas escaleras de madera. Lo superamos con las debidas precauciones y llegamos, tras un recorrido sinuoso y algo aéreo entre matorrales y algún pino, a las terrazas superiores, donde almorzamos, disfrutando de la belleza exuberante de los panoramas que teníamos alrededor, situados en tan privilegiado mirador.
Nos encontrábamos en el Coll de Morralets, desde donde me desplacé hasta los balcones panorámicos del barranco de Cova Pintada, para hacer fotos de tan intrincado y variopinto paisaje, dominado por la cota máxima del macizo de Els Ports, el Caro, de 1.434 m. de altitud, que apenas sed avistaba entre brumas y neblinas.
Proseguimos la marcha circulando por fajas preeminentes, por rañas fragosas que dominan el valle de Lloret, encerrado por la Roca Xapada, de 986 m. de altitud, y Les Moles de Roudora.
Era la parte de la ruta que más me gustó, menos exigente que las anteriores, pero más atrevida y emocionante al bordear continuos precipicios entre rodales de boj. Las vistas se extendían hacia el valle colindante a Lloret, el del barranco de la Vall, amurallado por el Racó dels Capellans y la Mola del Boix.
Los buitres nos visitaron. Hicimos fotos. Llegamos hasta un collado y regresamos hacia el punto de partida. El buen tiempo fue primordial para el éxito de la ruta. Sin una ligera brisa que acariciara nuestros rostros, el sol alumbró los paisajes al mediodía y la compañía de tan buenos amigos fue todo un lujo.
Participantes: Kiquet, Carmen K., Emilio, Mª José, Carmen D., Pilar, Merche, Rafa, José Vicente y Luis.
GALERIA DE FOTOS
Mª José encabezando el inicio de la ruta
Observando las curiosas formaciones rocosas. ¡Es un caracol!
Nuestro amigo Kiquet
Un alto en la dura ascensión
Cruzando la pedrera. La higuera, un hito de la ruta
Carmen D. en el "Escarrisó de Borosa"
Pilar en "El Escarrisó de Borosa"
Progresando por las terrazas superiores, entre matas de boj
Típico paisaje de Els Ports: Crestas, agujas, tozales, muelas...
El grupo en una de las terrazas rocosas. Detrás, el Caro, el techo de Els Ports (1.434 m.)
Entre las formaciones rocosas destaca, a la izquierda, la Roca Xapada, y al fondo Les Mirandes y la Mola dels Conills
La marcha por tan espectacular ruta se hace al borde de precipicios
Altas paredes que dominan el fragoso valle de Lloret