miércoles, 31 de marzo de 2010
Los pétalos de mi vida
lunes, 29 de marzo de 2010
Vall de Almonacid: I Recreación Histórica Guerra de Espadán (1526)
domingo, 28 de marzo de 2010
Ares del Maestre. El barranco de los Molinos. 2ª parte y última.
Desde el molino del Molinet parto hacia lo desconocido. Busco los mejores pasos por un terreno inclinado. Subo hacia las terrazas superiores surcadas por los barrancos de los Molinos y Cantallops. Camino al arrimo de piedras detenidas, enraizadas en un terreno despejado. Muros de piedra en seco, escenario de pasadas épocas de claro matiz rural, que encerraban las cosechas de cereales.
Me quedo hipnotizado en el borde del barranco de Cantallops. Bajo los cantiles cenicientos se ensancha la mancha barnizada de un denso carrascal. Recorro el contorno del barranco. Por las fachadas de los escarpes se dibujan fajas paralelas, encintadas por pequeñas canchaleras, donde crece rabiosamente la vegetación rupícola.
Abandono este paraje de vértigo con su comicio forestal y me sumerjo en un terreno despejado y ondulado, panorámico, germinado de erizos vegetales, aisladas carrascas, resistentes al frío invernal, y típicas casetas de piedra. La escenografía de estas tierras es montaraz, caliza, plasmada por elevados cerros, áridas depresiones, corredores y llanadas donde se afincan las blancas masías.
Como un macizo cono truncado afina
Mientras camino tengo al alcance de la vista muchos kilómetros cuadrados de campos, quebradas, bosques y montes, destacando como telón de fondo la enhiesta silueta azul del Penyagolosa, enseñoreando con su galanura la múltiple geografía castellonense.
El cielo es azul y unos cúmulos navegan con su blanco plumaje por este azul que la tarde irá diluyendo. A pesar del viento reinante, la calma es enervante. Así lo afirman las chovas, que recrean el ambiente montaraz con sus repentinos graznidos.
Cuando me acerco al caserío de
Por el camino de Regatxols el alma queda en suspenso. Toda la panorámica es belleza, historia y poesía. Un paisaje idílico, con Ares del Maestre en el centro. Por aquí arrancan las rutas a Morella y Catí, por el racimo de un relieve en formidable plebiscito, bravo y rico en matices.
miércoles, 24 de marzo de 2010
Seamos dichosos con los libros
Siempre salgo de la tienda con una bolsita en la mano, llevando en su interior el tesoro de algún libro.
Los libros han sido siempre los compañeros inseparables de mi vida, desde que empecé a coleccionarlos cuando era muy joven. Novelas, biografías, relatos, poemas… Pero desde hace ya unos años son los libros de viaje los que me apasionan. Sigo al autor en su periplo como un compañero fiel, complacido de la lectura de cada página, recreando su viaje con sus descubrimientos, sus anécdotas, sintonizando con su descripción, con su crónica, con su emblema creativo.
En España ha habido y los hay muy buenos escritores viajeros. Y comentan nuestras tierras, todo lo que les sale al paso. Que es lo que me gusta. Y muchas veces en mis viajes asoma el viajero escritor, y recuerdo sus vivencias, sus impresiones, y me facilita con su relato el conocimiento que necesito de cada lugar para comprender su historia, la cultura, la vida de los pueblos.
Gracias a mi afición viajera, he tenido felices encuentros con los lugareños, con los habitantes mayores de los pueblos, que saben mucho y tienen una filosofía de la vida que me encanta. He charlado al borde del camino con el campesino, con el pastor. Y hemos fumado sentados al sol, y he bebido de la bota de vino que me ofrecieron, enalteciendo el sabor de un buen trozo de cecina.
Cuando me hallo en horas bajas, es decir, cuando mi espíritu está un poco hostigado por el decaimiento, releo estas obras, que me devuelven la vitalidad que tengo casi siempre, pero especialmente cuando recorro los caminos de la luz y de las brisas, del silencio y de la belleza natural.
domingo, 21 de marzo de 2010
Al encuentro del Garbí
-¡Qué tenemos buena pinta, eh!
Y algunos amigos respondían a su llamada haciendo recolección para la tortilla de la noche.