Plaza del Ayuntamiento
Que puedo decir de esta hermosa capital. La conozco muy bien. Cada semana la visito. Tiene fama, hace paisaje urbano al azul. Es luminosa, tiene color y sabor a…. fiesta, a gastronomía… No existe lobreguez en Valencia. Tiene su tono dorado, los naranjos que la abrazan. Y tiene mar… Y una albufera, donde los ocasos son divinos entre escarlatas y violetas, con sus juncos, con su avifauna, con las aguas del lago espejeando el sereno avance de las barcas….
Y un río serrano, el Turia, cuyo viejo cauce florece todo el año con sus árboles de mil tonos, como huertos pintorescos, aromatizando el paseo y los clásicos mármoles de los modernos espacios de la cultura.
Me gusta rendir culto a la belleza, a los frutos de la tierra, a los exquisitos placeres del buen comer. Los primores de la paella, cocida al crepitante fuego de la leña, el “all i pebre”, el pescado recién capturado con su inherente aroma…
Valencia es clara y monumental, Valencia es historia, desde que el Cid cabalgara por sus tierras. Y fue cortesana y mercantil. Y es musical, con obras cimeras de Joaquín Rodrigo y del maestro Serrano “el mito popular”.
Evoco aquellas tardes de círculos culturales, de cafés, de mesas de mármol… Charlas en mi juventud, ávido de saberes, entre escritores y pintores, porque Valencia alumbró eminentes artistas del pincel, con reverentes obras, fuera de convencionalismos. Y son Sorolla, Benlliure, Domingo Marqués, Segrelles, Ignacio Pinazo…
He paseado Valencia de día y de noche. Por sus calles íntimas, bajo las gárgolas de sus monumentos religiosos, en sus fiestas, por las fallas del Pilar, del barrio del Carmen…, llenando el estómago de las delicias de los dorados buñuelos, acompañados de un aromático chocolate.
Me gusta sentarme en la plaza de la Reina, tan animada, al lado de la apoteosis colorista de cataratas de flores que parecen brindar sus rojas gemas al Miguelete, al cimborrio de la Catedral. Se respira en el aire un olor a azahar, se escuchan los suspiros de la arboleda y el incesante trajín del tráfico.
-¿Qué le traigo?
-Un café, por favor.
Evoco muchas cosas, como el paso de los tranvías con el estruendo metálico de sus ruedas. Y también las visitas a las librerías de viejo, a las salas de arte, al teatro…. Notabilísimo teatro con Concha Piquer, Lilian de Celis, Sara Montiel…
Sí, Valencia es luz, y me atrae, me llena, como esos fulgores de marzo, como esos monumentos irónicos, como sus bellas falleras.
Palacio Marqués de Dos Aguas
Miguelete y puerta barroca de la Catedral de Santa María
Plaza de la Virgen
Torres de Serranos
Torre de San Bartolomé
Palacio de la Generalitat
Lonja de la Seda
Los Santos Juanes
Mercado Central
Gran cúpula del Mercado Central
Ayuntamiento
Estación del Norte