Nuestro viaje por Navarra se extendió por tierras idílicas, donde el Pirineo ostenta ya aires de grandeza. En el valle de Salazar se ubica Ochagavía, una típica villa cruzada por el río Anduña e integrada por cuatro barrios, con calles estrechas, tortuosas, empinadas y empedradas, con casas de grandes aleros de madera y tejados con la característica teja plana. Domina la villa la iglesia-fortaleza de San Juan.
Para visitar la Selva de Irati, tuvimos que pasar por taquilla. Eso sí, las gentes del parque, muy amables, nos informaron de las rutas a seguir alrededor del embalse de Irabia. Y en el desplazamiento admiramos el colosal porte de esta mítica selva, al pie del Ori.
Y para apreciar el renombre de esta selva, es aconsejable recorrer algunos de sus señalizados senderos, caminar bajo el apretado alhumajo de notables ejemplares de hayas y abetos.
Irati tiene su historia y leyendas. Y en sus praderas y bosques cazaron los reyes de Navarra y fue marco también de hechos de armas en no pocas guerras.
Por conocer parte del Camino de Santiago como peregrino, me emocionó mucho llegar a Roncesvalles. Contemplamos toda la riqueza artística que atesora.
Sus monumentos son de primer orden, destacando la iglesia de la colegiata del siglo XIII, del mejor gótico francés.
Punto de arranque de miles de peregrinos que quieren hacer completo el Camino de Santiago español.
La presencia de peregrinos es constante en Roncesvalles. Los vimos en el albergue, recibiendo la religiosa penumbra de la colegiata y en el acondicionado camino por donde parten los peregrinos, con todo el ánimo, ilusión y pasión en las piernas.
Y.... fin de la serie de nuestro viaje por Navarra. Espero que os haya gustado. Gracias...!!!!