Mañana primaveral, verdes soleados en el espinazo central de la sierra Espadán. Aspectos que enaltecieron el canto de nuestro grupo de amigos en nuestras continuas rondas, la alegría y las animadas charlas…., floreciendo entre bosques de pinos y alcornoques, entre un baile ardoroso de verdes y sonrisas de manantiales.
Salimos de Sueras por calles que nos convencen y enseguida vemos en lo alto, a 582 metros de altura, poblado de sol, el castillo de Sueras o de Mauz, vigilante y almacén de historia, pues fue protector de alquerías musulmanas.
Un sendero con turbantes pinariegos nos sube hasta sus derruidos muros, libres de arbustos -excelente mejora- alzados sobre un promontorio rocoso, con algunos precipicios recortados sobre el pintoresco valle de Castro.
Descendemos entre la solemnidad de los paisajes de estos rincones del parque natural. Nos recibe la fuente de Castro, acaudalada, donde el agua brota por varios caños. Preside una umbrosa área recreativa, con pista que llega desde Sueras.
Proseguimos la marcha por un camino entre una fantástica galanura vegetal. La ruta se encamina hacia el mas de la Campana. Encuentro con el GR-36. Su sonido es canción para el senderista. Recorremos espacios para el gozo. Hay sinfonía de alcornoques, y sutileza rósea en los almendros, donde los pasos se aroman de silencios, entre cuestas y el reto de los collados. Que son remansos para el descanso, mientras los ojos se llenan de tanta hermosura serrana.
La intimidad de Espadán es callada. Asombra a cada paso con su resplandor de verdes, con la tierra enrojecida entre cantos de rodeno. Caminamos a gusto por un bonito sendero. Qué placer. Joya que recorre espacios que nos llenan de pasión montañera. Se hace grada y gana horizontes, lejanías, gozo lírico para las panorámicas.
Y en el descenso Espadán nos muestra su credencial más emblemática en los Órganos de Benitandús. Y la saboreamos. Grandeza en la roca inmortal, caprichosa. Caudal rojizo de singladuras fantásticas sobre el invencible vacío, abanderando coordenadas de tronío, desafiando soles y vientos. Y aquí, en estos miradores excelsos, nos hicimos la foto del grupo.
Aún la marcha nos depara más rincones de la sierra, umbríos, donde los arbustos crean singladuras vegetales de notable riqueza cromática. Una marcha agradable entre el porte pinariego. Descendemos por pista hacia Sueras. La ruta circular termina en la población. Hemos gozado entre paisajes puros y recios, solemnes, entre brazadas de amistad pura. Nos hemos sentido hermanados con esta grandeza de Espadán, y ha brotado una vez más nuestra alegría entre los aires puros de la sierra. Nos hemos parado, fotografiado la ruta, reído. Y entre la paz de estos rincones, allí donde la campana extendía sus sones, almorzamos. Como siempre pasando un rato divertido, entre tantas exquisiteces para encender el entusiasmo como un himno triunfal.
Nota: Ha sido una jornada muy feliz y divertida. Hemos disfrutado de una de las mejores rutas por la sierra de Espadán. Hemos gozado comiendo en el restaurante Victoria de Altura. Y la compañía de l@s amig@s ha sido lo mejor.
A Mª José, Vicente, Mila, José María, Jaime, Angel, Carmen, Pilar, Juan, José, Manolo, Martín, Amparo y José Tomás, a tod@s, muchas gracias.