Bajamos por el río. Me encanta escuchar la canción de los ríos, aunque se asemejen a un riachuelo. Vamos caminando por las riberas del río Alcalá. Alza la voz en los saltos, cuando cae de roca en roca, rozando los arbustos de sus orillas. Se crece en espumas, en coloquios. Parece que baila seguidillas. Y nosotros nos emparejamos a su lecho. Caminamos sobre una alfombra de hojas de tonalidad cobriza. Son de las choperas, que exhiben su desnudo ramaje otoñal.
Se infiltra el Alcalá entre las despejadas banderas de los congostos. Son habitáculos donde se refugian las sombras, donde crece la humedad. Donde pueden tener su reino las ninfas, resplandecientes con sus cabellos dorados, etéreas, de mirada tierna y dulce.
Vadeamos el río y seguimos el rastro de un magnífico sendero. Subimos entre las pinadas. Nos guían las marcas del PRTE26. Nos elevamos por la intimidad del apretado bosque. Y un camino nos conduce al mirador del Castillo. El valle del río Alcalá con su delicioso cauce se abre hacia Cabra de Mora. El paisaje es espléndido, dilatado, solemne. Pinares que forman un manto vaporoso de verdes. Y en lo alto una serie de roquedales blanquecinos, que afloran entre la pinarada. Y en el horizonte, la sierra de Javalambre dibuja sus severos lomos. Y a sus pies, suben fajas neblinosas envolviendo las llanuras con su impalpable espesor.
Caminamos entre el espeso pinar. Un camino ancho nos sitúa a los pies de los altos paredones de las Canteras de las Navas. Parajes sombríos. Festival de musgos, “los vegetales más primitivos de tierra firme”. Y vamos a parar ante los elevados y vistosos farallones donde brota el arroyo del Regajo y donde vemos, como una coronación hacia el vértigo, una colonia de buitres leonados oteando el espacio.
El arroyo es alegre, menudo. Baja somero formando pozas cristalinas, donde la hierba y el musgo recrudecen sus tonos esmeraldas. Estos rincones son de una soberbia belleza. Y nuestra dicha parece escalar los enhiestos paredones grises. Pero continuamos bajando por el serpenteante camino hasta recalar nuevamente en el río Alcalá. Lo seguimos nuevamente bajo el pandemónium de verticales riscos. Un senderillo que alardea su rastro entre la hierba, y que enlaza con el citado PR casi en el inicio de esta bonita ruta circular, que discurre entre la apoteosis de los pinares y bajo los impactantes contrafuertes de las Navas, entre otros incontables alicientes.