Cuando llego al área de picnic de
la Franqueta
veo que es un paraje maravilloso para recrearse con todos los elementos
naturales que dispone. Y que es una base ideal para desarrollar fantásticas rutas por Els
Ports: Al collado Miralles, donde es factible visitar el pino Ramut, un árbol
monumental con 22 m .
de altura y 3,15 m .
de perímetro; a la cabecera del río de los Estrets, ruta para enlazar con el
GR-7, que atraviesa el Port desde Fredes
a Paüls; el circuito de la
Espina , con rincones de salvaje belleza, para no perdérselo...
Pero opté por hacer el recorrido
circular a la cueva de Picasso. Muy bien
señalizada, con una distancia de 3,1
km ., la ruta, se
adentra por un inmenso bosque de pinos de la variedad negral, coscojas, carrascas,
bojedales, ruscos, tejos y otros arbustos peculiares de este inmenso parque
natural. Hasta que desciende hacia el río de los Estrets, saliendo de la umbría del bosque, emparejándose
con él con protectora barandilla de madera. La llegada a la cueva está
señalizada. Y es un hito en la vida de Picasso, en su primera estancia en
Horta, entre junio de 1898 a
enero de 1899. Esta cueva, pequeña, como una balma, forma un cobijo natural. Se
establecieron en ella Picasso y su amigo Pallarés. El artista dibujaba,
captando toda la naturaleza que le rodeaba. Dibujos en los cuales “el profesor
era la propia naturaleza”. Y al resguardo de la cueva depositaba bastidores y
telas. Y los elementos que necesitaba
los tenía al lado: “el agua, el aire, el viento, la lluvia, el fuego”... En
aquella época se habitaba en molinos y masías, como en el cercano mas de Quiquet, que el pintor solía
frecuentar.
Dijo de esta estancia: “Mis emociones más puras las he
experimentado en un gran bosque de España, donde, con dieciséis años, me había
retirado para pintar”.
Dejo la carismática cueva y sigo
la ruta. Hay quietud en el río, en los pequeños remansos. La meliflua corriente
parece masajear el silencio. Todo lo que me rodea es suntuoso. Los rayos del
sol hacían resaltar las espadañas de las cumbres, mientras llenaban de sombras
y penumbras las hondonadas.
Visito en el barranco del Carrer
Ample el área de interpretación de la Marbrera , conformada por una antigua cantera de
mármol. Subo al mas de Quiquet, donde en siete grandes paneles se muestra toda
la evolución del paisaje de Els Ports, desde la prehistoria hasta nuestro
siglo, donde se enseña a conocer todos los valores naturales dels Ports y
estimar la riqueza de este patrimonio.
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De regreso al pueblo de la Horta me invade una
sensación de pesadumbre, alimentada por la misma felicidad de tanta belleza
salvaje reunida en Els Ports… ¡quería más!!!
Y cuando paso delante del acceso
a las inmensas Rocas de Benet, erizadas soberanamente de líneas geométricas,
que tanto inspiraron a Picasso, su gallarda silueta me hace desviarme del
trayecto principal. Subo con mi coche por el camino del mas de les Eres hasta
el punto donde parte la ruta para ascender a la cumbre principal de esta
montaña, la más emblemática del Port.
Me sentía arrebatado por la
fantasía arquitectónica de las murallas de Benet. Resplandecía dentro de mí el
deseo de tocar la roca y redondear mi aventura personal por esta inmensa
catedral geológica, con la
Llastra como principal lomo rocoso.
Y fui subiendo, subiendo, con el
sol reptando también a mi lado…
IMAGENES DE ESTA PINTORESCA RUTA