Desde la cumbre de las Rocas de Masmut
Cuentas venturas han disfrutado mis piernas. Calculo que mis pies habrán calzado (¿) botas. Muchas. Los dedos de mis pies aún se cabrean conmigo por las palizas que les doy. Y que dure.
Así que quiero con esta entrada, la última del 2011, tributar un homenaje a todas las botas que he tenido. Con ellas he pasado calor, frío, miedo…. He sido feliz, he gozado con amigos y solo. El destino me ha deparado el privilegio de poder conocer y amar muchas montañas: El Pirineo, las Montañas Valencianas, el Sistema Ibérico…
En estos marcos he volcado mis sentimientos. Me he lanzado, con mis botas puestas, a la conquista de la altura. He forjado durante muchos años una relación con estas montañas de mis amores cargadas de distintas escalas. Tierras diferentes, con el encanto de sus valles, de sus collados, de sus bosques, de sus cimas…
He sido feliz y lo sigo siendo. En este año que va a comenzar muy pronto deseo seguir disfrutando del montañismo. Que mis botas continúen acompañándome con el mayor entusiasmo por el camino, cruzando un intrincado bosque, abriendo senderos, ensanchándolos… Llegando a los sueños, a la aventura, haciendo la ascensión que soñamos, logrando la comunicación con la naturaleza, profundizando en sus conocimientos. “Ni las horas ni el cansancio distraen el pensamiento”.
Mis botas. Y un nuevo año que llega con más esperanzas. Saldré con ellas a vivir nuevas rutas, que son fuente de felicidad. Lo he leído y lo digo: “Caminando, quien va a la montaña, gana sabiduría y felicidad”.