Arribamos al último sábado de enero y llegó la ocasión
de realizar una ruta inédita para el grupo por la castellonense Serra d’En
Garcerán. Y que mejor que echar mano a la cordial información que nos facilitan
otros compañeros senderistas en sus respectivos blogs. Y el objetivo era
ascender a la mayor altura de la sierra, el Tossal de Saragossa, de 1.078 m. de altitud, que
constituye, por su posición, una atalaya ideal para obtener una de las
mayores panorámicas del Maestrazgo.
Nos reunimos en esta ruta seis
amig@s, con ganas de disfrutar de la jornada excursionista. Pero, aunque los
pronósticos para este sábado, eran que
el viento iba a soplar muy fuerte, fue tal su furia, llegando a alcanzar los 118 km. por hora, que nos
impidió desarrollar toda la ruta, como teníamos previsto.
Eso sí, una vez más gozamos con
la excelente compañía de los amigos, de la charla y de todo lo que pudimos ver.
Pasamos por el núcleo poblacional
de Els Rosildos, para llegar al punto de inicio de la ruta, en
el mas d’En Pollo, localizado en el
acceso al barranco de la
Roca Roja. Formamos el grupo Carmen, Pilar, María José, María Angeles, Angel y Luis.
Y a la hora convenida partimos para
encontrar nuevas emociones en la naturaleza, para contemplar el cielo, las
montañas, los campos las rocas, los árboles, los verdes, los ocres…. Y ver unas
tierras llenas de proezas del pasado, con todas sus reliquias patrimoniales,
remodeladas por ramblas y barrancos.
Pero, como digo, el viento reinó
sobre nosotros y su fuerza e ímpetu nos dominó totalmente. Cuando llegamos a
Els Rosildos el cielo estaba encapotado
por encima de la Serra
d’ En Garcerán. Además, unas cuantas gotas de lluvia caprichosa centellearon
entre almendros floridos. Pero cuando empezamos a caminar, el viento barrió las
nubes y asomó el sol, que, sin el acoso del viento, nos hubiera brindado un día
espléndido.
Y metidos en el barranco de la
Roca Roja pronto empezamos a disfrutar de
sus tesoros botánicos, de sus formaciones geológicas. Pasamos, enseguida de
adentrarnos en él, por dos paneles, que informan de la serie de escaladas en
bloc, con sus nombres y graduación, que
se pueden practicar en este tramo inicial del barranco.
Un magnífico sendero nos elevó
por el barranco. Pasamos delante del pozo Domingo. La vegetación es
extraordinaria, entre formaciones rocosas que asoman por los altos, como la
cresta dels Murons. Cruzamos pedreras, subimos por ellas con tramos de mayor
desnivel y dureza, mientras la vegetación acompañante es prodigiosa, entre
carrascas, enebros, romeros, musgos y numerosos
ejemplares de arces, que mostraban el incipiente crecimiento de sus
hojas.
Al llegar cerca de la cabecera
del barranco, la vegetación, sobre todo de encinas, forma sombrajos asombrosos. Mientras como
vegetación relicta aparecen un buen numero de tejos, de globuloso y verde
ramaje.
Pero otra vez el viento arreció
con fuerza al llegar al despejado Pla de la Creueta, donde se localiza un poste vertical del
PR-CV 349. Lo seguimos en dirección a Serra d’en Garcerán, con la idea de
ascender al Tossal de Zaragoza. Pero eran tan fuertes las rachas de viento, que
por los altos se encolerizaban más. Y como pudimos nos acercamos al punto donde
nace el sendero que conduce a la cumbre del tossal. Y en este problemático
avance, me acordaba de un proverbio hindú, que dice: “No hay árbol que el
viento no haya sacudido”. Ni arbusto, vaya!!; todo estaba dominado por el
viento, que nos llevaba a remolque. Queríamos
avanzar, tratando de caminar contra él, pero
era una “misión imposible”. El viento se oponía rotundamente a nuestro ascenso. Aullaba lastimero. Y podía
echarnos fácilmente al suelo. Y… desistimos con buen criterio, de subir a la cumbre.
Vuelta para atrás, al collado de la Creueta nuevamente. Y
seguimos el marcado sendero en dirección a la Serratella. Pero
en las despejadas lomas Eolo seguía mostrando su endiablada combatividad, flotando sin remordimientos con nosotros. Me parecía
que se mostraba como un personaje mitológico,
capaz de desorientarnos. Teníamos que almorzar. Y como un refugio seguro
localizamos, relativamente cerca, al
lado de la Bassa
del Bosch, una caseta de buena hechura, construida de piedra seca, donde dimos
cuenta de un reparador y plácido almuerzo, resguardados de la furia del viento
y disfrutando de las inigualables “vistas” desde la caseta. Vamos, como si estuviéramos
en un hotel. Son estas casetas una inventiva del pasado, un legado cultural muy
presente en los espacios naturales del Maestrazgo, que usaron la técnica de la
piedra, unidas unas piedras sobre otras
y trabadas sin más sustentación que su propio peso y la forma de su
construcción, acondicionando su interior con estabilidad y firmeza.
Teníamos que seguir. El viento
resonaba aún más. La visibilidad, eso sí, era excelente. Y retrocedimos hacia el
barranco de la Roca Roja,
para bajar nuevamente por él, desechando continuar por la ruta circular, donde,
por las despejadas vertientes orientadas
a poniente, el viento hubiera
obstaculizado enormemente nuestro avance.
Al llegar a los coches, en el mas
d’ en Pollo, quedamos en que volveríamos
con mejor tiempo a hacer esta ruta, pues nos pareció que reúne una notable
calidad excursionista.
Nuestra batalla contra el viento quedó arriba, en los alcorces del Tossal
de Zaragoza.
GALERIA DE FOTOS DE ESTA RUTA