Mientras asciendo pausadamente
por el pedregoso y serpenteante sendero, con el amable sol calentándome la
espalda con sus trenzas de oro radiante, solo escucho el monorrítmico chasquido
de mis pasos y el golpeteo cadencioso de mis flamantes bastones sobre el suelo.
Alguna abeja zumba nerviosa por el verde
ropaje de los brezos, adornados por las incipientes inflorescencias de sus
blancas flores. Y en la cadena de descansillos, urdo algunas preguntas, como resultado
de un adobado maridaje de experiencias disfrutadas a lo largo de mi vida.
-¿Por qué esta pasión mía a las
montañas, a la naturaleza, desde que era un crío?
-¿Por qué, siendo ya una persona
septuagenaria, sigo manteniendo esta pasión, encendida como una llama ignífuga?
-¿Por qué he tenido la suerte de
escribir más de una docena de libros, hablando siempre de la naturaleza, de los
pueblos y de sus gentes?
-¿Por qué disfruto tanto haciendo
senderismo con mis amig@s?
-¿Por qué sigo, semana tras
semana, calzándome las botas con la
misma ilusión que cuando tenía 18 años?
-¿Por qué me emociona tanto
contemplar el rostro de un/a amig@, mostrándome su alegría y sus enarbolantes
sensaciones de felicidad?
Y como corolario a estas
preguntas, solo cabe una respuesta:
Seguir haciéndome estas mismas preguntas muchos años más. Porque
significará que todo sigue igual en mi vida. Que todo va bien. Que los años son
los mismos, aunque la edad vaya alcanzado cotas superiores. Que los senderos
por donde disfruto, seguirán siendo los
adorados compañeros de muchas rutas más, y que los rostros de mis amig@s
seguirán animándome con su alegría y su afecto…
... y que los “fantasmas” que me acechan por la edad no serán los
obstáculos que me impidan disfrutar de más montañas, de sus regios alientos, de
más silentes senderos, de más charlas llenas de amistad, con su frescura y
gozos fulgentes.
Sonrío por el sendero y... aún bebo
más del silencio de la montaña, como una dulce caricia; y me detengo, para apreciar la virginal frescura de la flor sonrosada de la jara, bañada por el vivo sol del mediodía.
6 comentarios:
Hopla Luis.
Yo te respondería, porque sabes disfrutar de lo bueno, lo bello, lo auténtico, que nos ha regalado Dios mediante la naturaleza.
Te deseo de corazón, que por muchos años sigas disfrutándola.
Un abrazo, Montserrat
¡Hola Luis! Sigue disfrutantdo de la naturaleza durante mucho tiempo y sigue haciéndonos disfrutar a nosotros con tus entradas.
Un abrazo.
Contigo es bello viajar por todos esos parajes que tu disfrutas y que nos haces disfrutar.
Abrazos
Y por muchos años más disfrutando de la montaña, Luis.
Bonitos parajes los de Chóvar.
Un abrazo.
Como siempre que preciosidad. Un abrazo.
Estamos enganchadísimos a la montaña Luis y por eso nunca dejaremos de disfrutarla conforme nos permita el cuerpo. Ya sea con largas caminatas o con simples paseos , solo a acompañados. Espadán esta preciosa ahora en primavera y eso que no a echo mas que empezar.
Saludos
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