Por la Sierra del Pinar, por el GR-36...

Las excursiones con buenos amigos tienen otro aire. Se camina en un ambiente de alegre camaradería. Se sacan fotos para el recuerdo. Todos nos vemos alegres, casi riendo. Es la suma de muchos componentes que hacen del senderismo una actividad feliz, y la mostramos en cada salida.

Y es que las montañas enganchan, su belleza la llevamos consigo, formando una cautivadora retahíla de imágenes, como sus perfumes, sus colores, su mirada… Y notamos en nuestros rostros la caricia del aire de nuestra tierra, como una mano invisible, cargada de sensualidad. Es la ruptura por unas horas de lo cotidiano, para vivir con los amigos  nuestras pequeñas aventuras y el goce  de los parajes mágicos.

En esta ocasión nuestra ruta tuvo el eje neurálgico  del GR-36. Entre Villamalur y Torralba del Pinar. El viento, en esta ruta, nos dio una notable tregua. Cedió bastante en relación a las jornadas anteriores. Lució el sol y la temperatura estuvo acorde para desarrollar senderismo.

No voy a dar muchos detalles de este recorrido. Sí que puedo decir que, en relación a nuevas rutas creadas por la sierra de Espadán, se ha avanzado bastante. Además del GR-36, se enlazan por la sierra del Pinar senderos locales y PRs (el PR-CV 276),  que hacen que se conozca por todas sus vertientes y por las cimas de esta sierra. Este contraste favorable al senderismo de hoy, difiere mucho al que recorría  30 años atrás. Entonces los senderos eran inexistentes, y los que había estaban plagados de aligas y de troncos caídos, que obstaculizaban sobremanera el avance por estas airosas crestas del rodeno, so pena de tener una posible caída y de salir fácilmente arañado de la aventura.

Hoy es todo lo contrario. El GR está bastante transitado, la cobertura vegetal es frondosa y daba gusto caminar por las faldas del Alto del Pinar, con el verde inundándonos. Cerca de Torralba, al alcanzar el Alto de San Cristóbal, seguimos un trecho la carretera en dirección a Villamalur, para dejarla y proseguir  el recorrido por una ondulante pista que nos subió hasta el collado de las Suertes, donde el viento sopló más fuerte, pero sin molestarnos mucho.

Una senda, que cruza transversalmente un pedregal,  nos depositó en un antiguo camino de ronda. El avance ya fue más sosegado.  Habíamos alcanzado los mil metros de altitud, y las vistas eran un prodigio por todas la direcciones, y aumentaron al coronar el Alto del Pinar (1.043 m.): Hacia el cordal principal de la sierra Espadán, por donde se alcanzaba ver la sierra Calderona, estirándose el nudo orográfico hasta la sierra de El Toro; la sierra de Montalgrao; el espigado gigante de nuestras tierras, El Penyagolosa “la montaña sagrada”; una magnífica vista virtual de las tierras de las comarcas del Alto Mijares y la Plana Baixa, hasta alojar la vista en la sabana verde de la huerta que limita con la  amplia franja azul del Mediterráneo…

En fin, una ruta preciosa, de notable sabor senderista, que nos hizo las delicias en una mañana feliz, grata, divertida (¡Oh, el almuerzo, ¡Oh,  los cantos a coro…!!)  y soleada.