El Turia y la Peña María

Un paseo por el Turia es una buena opción senderista en el verano. Así lo disfrutamos  Carmen, Pilar, Mª José, Emilio  y el autor de este blog, felicísimo con tan entrañables amig@s.

Nos fuimos a Gestalgar  y directamente al punto de partida de la ruta, en la zona de baños de El  Motor. Pintor de paisajes, el Turia ensancha su cauce entre acordes vegetales de relevante hechura.

Caminamos al lado del río. El aire es puro, con ambiente estival. Resplandores verdes, tranquilidad, charla amigable. Rumor de río jubiloso y aromas puros,  como una brazada de paz.

Llegamos al encantador paraje de la fuente del Morenillo. Qué rincón más precioso, coruscante. Un remanso fresco, cantarino,  al lado del barranco del Arco.

Es la fuente una parada obligada. Además ya se ve erguida la Peña María, con su vertiginosa silueta recortando el azul. Buida y poderosa se alza sobre el Turia. Y por serpenteante sendero subimos al encuentro de los paisajes, de la canción del viento y del asombro del Turia bajo los pies. Atacamos su cumbre por el único punto accesible, dado que todas sus paredes son verticales.

Descendemos al sendero, lo seguimos hasta un collado. Vamos bajando. La presencia de la Peña María es espectacular. Llegamos al Turia y…. ¡resulta imposible vadearlo! Lleva mucho caudal y las piedras están sumergidas. Además, las aguas bajan muy rápidas y la vegetación de ribera es copiosa. Así que nuevamente ascendemos el sendero con el sol pegando ya fuerte. Llegamos al collado de acceso a la Peña María y lo descendemos hasta una confluencia de rutas, frente a la fuente del Morenillo. Seguimos un sendero que nos encamina  al paraje de la fuente Peña María. ¡qué rica  estaba el agua! Un breve descanso y proseguimos la marcha. Cruzamos el Turia por un vado cementado. El río hace méritos de su caudal y con su rumor declara la fortuna del paisaje. Lame con fruición  los pies de la Peña María. La escalan.

Y nosotros seguimos la marcha  hacia el pueblo. Nos paramos para ver una gran y ruidosa cascada que pasa por debajo del camino. Se la conoce como el Derramador. Tomamos  una senda entre tupidas bóvedas de cañaverales. Vamos al lado de una acequia. Las escarpadas laderas de la montaña recortan el azul. Hay una placa que indica el vestigio de un acueducto y llegamos al pueblo, a la concurridísima zona embalsada del Motor. Gentes de todas las edades bañándose alegremente. Y nosotros,  con las ganas que teníamos de refrescarnos y eliminar el calor que llevábamos encima, nos metimos al agua con enorme contento, resultando el baño de lo más placentero y reparador, dejándonos una agradable sensación de relax.

Unas frescas cervecitas en  Casinos nos supieron a gloria. Despedidas cariñosas y hasta la semana próxima.