Entre masías

 Hace pocos días disfruté mucho con la ruta que hice por las hermosas riberas del Guadalaviar. Me hubiera gustado compartir con algún  amigo esa feliz experiencia, por una zona de suma belleza y casi ignorada. Hoy ando nuevamente con la compañía del sol y de la brisa, por uno de los caminos que trenzan el Alto Mijares. El silencio navega a gusto por estos parajes, revestidos  de ecos rurales. Las carrascas ribetean el camino y escalan por las vertientes rocosas. Cerca veo al colosal Penyagolosa. Y me digo:

-Tienes que volver al Penyagolosa, Luis.

Claro que volveré. Antes que el calor apriete. Pero no haré la ruta por el barranco de la Pegunta, partiendo del ermitorio de San Juan. Saldré desde Villahermosa del Río. Me gusta más. Es más montañera. Pasaré por el mas de Borrás, la fuente de las Mozas y por el antiguo nevero. Y cuando descienda del Penyagolosa, buscaré el arrimo del GR-7. Y bajaré por el Carbo. Vaya río más majo, con sus cascadas, con sus pozas cristalinas y las masías apegadas a la tierra, esa tierra hermanada con los tiempos, con los recuerdos y el olvido.

Las flores dibujan de colores los caminos, los insectos crean un ritmo ardiente de flujos sonoros,  y disfruto de la paz y de la tranquilidad, conformando duchas animosas a mi corazón,  un tanto cansado de muchas cosas.