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El Tiempo en Segorbe. Predicción

El Tiempo en Segorbe

domingo, 26 de octubre de 2008

Apuntes del otoño en el Palancia

Una guerrilla de amazacotados cañaverales escolta al Palancia, que sigue orillando huertas de Segorbe. El sol templa el paisaje agrícola. Huertas de Artel por la margen izquierda del río; del Sargal, Morera y Molino del Arco por la opuesta. Al fondo, la sierra Calderona, pintada de azul. Y un pico, el Águila, oteando el centro del valle, el ombligo del Alto Palancia.


El caminante recuerda que “solo se conoce la tierra cuando se la camina. El mejor pulso es el de la planta de los pies”.

-Oye, ¿y a dónde vas por este camino?
-A Soneja.
-¿Y que buscas?
-El paisaje de nuestro río.

El camino corre por las huertas de Artel. Caquis y nísperos.

Un coro de balidos se escurre desde el cabezo montañoso de Artel. La marcha calmosa de las ovejas apenas hace sonar las esquilas.

Un cuervo grazna en el cielo.

Y al otro lado del río asoman las casas de Geldo, rodeado de huertas lozanas entre los matices otoñales.

El color del campo es bonito, un color que conforta la vista. Los altozanos de La Serradilla
enverdecen el panorama.



El caminante deja a la izquierda el asfaltado camino de Castellnovo y cruza el Palancia. Los rayos del sol se escurren por la chopera del río. Enfrente, la pincelada del polideportivo. Cerca, la fuente del Cristo, con su atractivo mosaico del Cristo de la Luz. Y en el pueblo la traza del palacio de los duques de Medinaceli, con su añoso gesto.

El caminante atraviesa nuevamente el puentecillo sobre el Palancia y toma un camino, un camino algo taimado que se empareja con el río y le llevará a Villatorcas.

El sol templa el trabajo de un labrador encorvado sobre la tierra, sazonada y doméstica.

Por el Batán canturrea el agua de un canalillo.



El camino vaga por tramos amorosos de vegetación, de ambiente fresco y sombrío. Los chopos realzan su señorial arquitectura, la esdrújula de sus relucientes amarillos. La hierba alfombra el suelo con el ardor del verde y los cañaverales apresan el cauce del Palancia brindándole el alazor de su colorido.



Cuando la brisa palpita desprende una lluvia de hojas de los chopos y sus aéreos y silenciosos giros copian ramalazos de luz solar.

Los regueros enriquecen el caudal del Palancia, haciéndole crecer en remansos, en susurros e irisaciones.



Chopos amarillos, plátanos ocres, brezos róseos, adelfas verdes… Y el azul del cielo. ¡Qué bellos apuntes dibuja el otoño en las orillas del Palancia!



Fragmento de mi libro titulado "Por las orillas del Palancia".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, Luis. Pasear por el camino del Batán desde Geldo en el otoño es disfrutar de una de las choperas más notables del Palancia, con una exquisita exbición de los colores otoñales. Como muy bien describes en tus páginas. P.Martínez.