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miércoles, 6 de marzo de 2013

Por el Portillón de Benasque



 El Aneto desde el Portillón de Benasque


Entre los recuerdos de mis andanzas por el Pirineo con amigos de Segorbe,  destaca la ascensión al pico de Salvaguardia, en el impresionante valle de Benasque.

Formamos dos grupos. Unos fueron a conquistar el Aneto; el otro, el nuestro, el objetivo era dirigirnos al Salvaguardia, de 2.738 m. de altitud; una montaña notablemente destacada, situada en la frontera hispano-francesa, y cuya ascensión pasa por la mítica brecha del Portillón de Benasque.

En una mañana soleada dejamos atrás el histórico Hospital de Benasque, emplazado risueñamente sobre la orilla izquierda del Ésera. Cuando lo visitó Henry Russell el día 5 de julio de 1880, reverenciaba sus servicios: “Es un hotel, con excelentes camas, cocina francesa, y una vista magnífica al sur ¡Qué deliciosa estancia! ¡Qué vida tan tranquila y sana se podría llevar, bajo un cielo ideal, sin oír más  que el ruido de las cascadas, y sin poder leer el periódico”.

Hoy se puede decir lo mismo de este alojamiento, convertido en base ideal,  con su confortante imagen hostelera, para realizar múltiples periplos por Benasque. Me he alojado en él un par de veces, y puedo exclamar que el lugar sigue teniendo ese carisma tranquilo, y… si uno quiere, abstenerse de leer el periódico y,  menos,  de los hinchados y aborrecedores cotilleos mundanos.

Así que, con un cielo magnífico y un día sólidamente azul, subimos entre abetos hacia el Pla de la Besurta. Nos encaminamos hacia el Portillón, por un sendero sumamente sinuoso, con prados donde las flores salpicaban de felices colores  la hierba agostada por los hielos del invierno.

A 2.200 m. de altitud dejamos a la derecha el ramal que sube hacia el puerto de la Picada, acceso, asimismo, al Valle  de Arán por la bella Artiga de Lin. Al pie  de las huestes rocosas del pico de la Mina, bordeamos las ruinas de la casa Cabellut y, en fuerte repecho, arribamos a la espectacular brecha del Portillón de Benasque (2.444 m.).

De este punto parte el senderillo que sube al Salvaguardia. Pero antes nos detuvimos para descansar y presenciar el maravilloso espectáculo de los Montes Malditos, con el rey destacando su mitra, el Aneto..!!!,  encumbrado de millares de rocas, de blancos glaciares… Montañas mágicas, esclarecidas de voluptuosidades, donde el viento canta por la noche y hace guiños a las estrellas...…Donde la voz de los abetos y del pinar se combina armoniosamente con el cantar de los riachuelos,  que brotan, con su vivaz  danza  de espumas escalonadas,  al  dejar atrás los cuencos simétricos de los lagos, alojados en enclaves misteriosos y cortejados por el firme granito, entre florilegios de  salvaje virginidad.

El sendero gana altura. En principio, cómodamente. Luego hay que trasponer unos pasajes fáciles en roca. Y una rampa colgada. Y se llega a la cresta, que nos deja en el hito culminante. Vaya espectáculo. Una de las cumbres que todo pirineista debe hacer algún día. Abajo, los encantadores lagos de Boum. Y hacia todas las direcciones los inmensos horizontes pirenaicos. Y tresmiles por doquier. Como titanes de nieve y roca. Un sinfín de cresteríos como olas rizadas. …¡Qué felicidad,  en una mañana tan maravillosa! La brisa del norte nos embriagaba…

Al descender del Salvaguardia y llegar al Plan de la Besurta,  el hambre se había apoderado del grupo. La providencia tenía imagen de chiringuito,  instalado en esta zona, tan  concurrida de montañeros. Creo que en la vida he comido un bocata de tortilla de patatas tan a gusto como ese día. ¡Palabra!!




El mítico Portillón de Benasque


Ascendiendo al Salvaguardia 


El Portillón de Benasque y el pico Salvaguardia


Los Montes Malditos


Un mar de cumbres se domina desde la cima del Salvaguardia



8 comentarios:

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

Buenos días Luis:
Verdaderamente estas montañas son mágicas, según veo en tu Post. Para mi tienen tanta belleza, que inducen a la teosofía, hacen tramitir la presencia de Dios.
Después de esta lectura, empiezo el día con positividad. Gracias Luis, por compartir tanta belleza.
Un abrazo desde esta Valencia que ya empieza a oler a pólvora fallera, Montserrat

Daniel Alcalá Almela dijo...

Buenos Días Luis.

Coincido con tus sensaciones Luis, el Salbaguardia fue el primer pico que ascendimos en los Pirineos y siempre estará en un rinconcito de mi corazón, y no solo por ser el primero, también por su belleza, por al aérea sensación de su ascensión, por el Portillón, por los lagos, por las magnificas vistas...por la compañía con quien lo subí, lo repetí al año siguiente y volvería a hacerlo sin dudar.

¡¡¡Por la tortilla de patatas!!!

Un abrazo.

Sara dijo...

Que preciosidad de fotos Luis, prueba de que tus palabras son muy ciertas, que esa zona engancha y es maravillosa...con esos montes malditos como telón de fondo...que panorámica...¿y he oido Bocata de tortilla? jajajajaja. Que pateada hermosa...dices bien...para escapar de tanto sucio cotilleo mundano y de tanta corruptela imperante...ante esto...la montaña siempre nos recompensa...nuestra maravillosa montaña.
Mi abrazotedecisivo Luis

Kique Ruiz dijo...

Que buena entrada, que recuerdos me trae. Gracias y enhorabuena.

María Bote dijo...

Qué sosegado y maravilloso mar de cumbres, amigo Luis. gracias por enseñarnos tanta belleza.Venir aquí es contemplar, admirar y aspirar todo lo imponente y mágico de nuestra madre naturaleza.


Un abrazo. María

Goriot dijo...

Se te ve jovén con gente joven en esa interesante andada. Muy buenas fotografías.
Un abrazo.
Goriot.

Emilio Vera dijo...

¡Hola Luis! Mágicas (y también mundanas: esa tortilla de patatas excelente) sensaciones en esos maravillosos Pirineos que siempre quedan en nuestro recuerdo y que tú nos rememoras con esta preciosa entrada.
Un abrazo.

Francisca Quintana Vega dijo...

¡Qué envidia me dais! yo tengo vértigo y además, pereza para salir a andar. Y sé que hago mal.....tengo que remediarlo pero ya jaja. Mi cordial saludo.