Y me fui ayer a ver el Júcar, ese río
que es serrano aún cuando se pasea en su mocerío entre arroces y aterciopelados
naranjos.
Me fui a contemplar hoces
desconocidas, a recordar mis andanzas de otras décadas por su curso brincadero
y rumoroso; andanzas viajeras que tuvieron fecundos enfoques literarios con
visos de novelería.
Y ese espectáculo tan admirable
siempre, con el acorde de riscos y acantilados, de chopos y huertas, apareció
ante mi vista antes de amansarse en el pantano de Alarcón. Pero, tras cruzar la
meseta albaceteña, Júcar recobra su ímpetu serrano y se hincha otra vez entre
acantilados, entre enhiestos paredones, hilvanando imágenes muy semejantes al
Cares cantábrico.
Alarcón. Villa de asignaciones pétreas.
Complejo de armonía histórica. Alarcón es su castillo. Y el Júcar, con su
envaje, ahora, de oros y amarillos otoñales. Arriba, la villa. Es como un barco
varado sobre una elevada meseta, señorial, dulce villa monumental, pero a la
vez brava, con genio histórico. Se afila el castillo, su soberbia y almenada
torre del homenaje, y todo el
impresionante cortejo de iglesias, el cordón de murallas, que se estira hacia
las puertas de Chinchilla, Calabozo y
torre del Campo, con la singularidad aislada de las torres de los Alarconcillos
y de Cañavate.
Lo primero que hice es visitar el
parador Marqués de Villena, el castillo de Alarcón, por cuyos muros escaló
durante el asedio Hernán Martínez de Cevallos. En sus aposentos escribió sus
cuentos el infante don Juan Manuel. Y ahora, al contemplar todo el poderío de
esta fortaleza, recreo en la memoria sus gestas pasadas durante la denominación
árabe, la Reconquista
y en la Edad Media.
Tras visitar sus sala noble,
decorado con estilo medieval, entre una sugestiva paleta de rojos y naranjas,
subo al paseo de ronda del castillo. Y me recreo con las hermosas vistas que me
ofrece tan espectacular atalaya, con el verdi azul Júcar abrazando en
profundidad los pies de la famosa villa,
con las tierras pardas y ocres que se estiran hacia confines lejanos, avaladas
las vistas por una luz de cristal, limpia y metódica. Y la villa, esplendor
medieval, alzada entre escarpes y vertientes arropadas de pinos y césped de un
verde chillante, donde las murallas tejen su hilván histórico con notable
enjundia.
En el salón del parador
ordeno emociones, escribo y leo la
prensa. Más tarde vendrá la comida, al lado de un ventanal, donde avisto el calmoso Júcar y la torre del
Campo. El menú es un pregón de la gastronomía conquense, un vino añejo y
sabroso y, después de un aperitivo notable, morteruelo conquense, un paté a base de caza
menor, y un helado de queso con dados de membrillo, regado con un moscatel
delicioso, toda una cultura, la de Cuenca, en torno a la mesa.
10 comentarios:
Luis que bonito también Castilla-La Mancha...pero ¿qué no es guapo en España? hoy nos dejas piedra, historia, naturaleza, cultura, hoy nos dejas un trozito de ti en estas andanzas por tierras Quijotescas. No conozco Alcorcón pero prontito iré... pues tengo muchas ganas de conocer otro pueblecito Castellano Manchego, que tú mismo tb me descubriste hace un año ¿sabes cúal? jejejejeje. Mi abrazotedecisivo y sigue descubriéndome lugares para después ir yo.
Estimada Sara, que dificil me lo pones. Puede ser ¿Alcalá del Jucar? Es precioso también, pero con menos monumentos. El castillo y la blanca parodia de su caserío escalonado...
El otro viaje que preparo, Sara, es por tierras manchegas. Belmonte, con su colosal castillo, los molinos de viento del Campo de Criptana,etc. Es para ti un precioso circuito. Te lo recomiendo, Sara.
Besos,
Luis.
Buenas tardes Luis.
Por fin tengo un ratito para disfrutar de este bello Post.
Preciosas fotografías, acompañadas de tu instructivo relato.
Un abrazo, Montserrat
Hola Luis,unos bonitos encuadres del castillo y torres de Alarcón, con la explicación del relato histórico acontecido en sus murallas.
Una abraçada
Hola Luis,unos bonitos encuadres del castillo y torres de Alarcón, con la explicación del relato histórico acontecido en sus murallas.
Una abraçada
Bonitas tierras de Castilla que tu con tus entradas aún las haces más bonitas.
preciosas fotos,como siempre.
Abrazos.
Gracias, apreciado Luis, por deleitarnos con tan ensoñadora descripción y tan preciosas instantáneas.
Un abrazo desde Asturias.
P.D. Enhorabuena por la publicación de tu libro... Que coseches infinidad de éxitos.
Gracias, María José, por tu comentario y por lo del libro. Estoy contento. Un buen final para este año.
UN abrazo.
Amigo Luis, es inmejorable el título: "En Alarcón, donde el Júcar abraza la historia". Aprendo mucho de las historias que nos cuentas y rtengo que decirte que me encantan los castillos. En mi próxima entrada popndré yo uno que te va a sorprender.
Un abrazo.
Goriot.
Gracias Luis por pasar mi blog y dejarme tan bello comentario,tus palabras son tan poéticas, que me encantaron.
Tu palacio, una maravillosa obra de arquitectura, enclavado en tan paradisíaco lugar. Cuantas reliquias arquitectónicas y naturales tienen nuestros países, cuanta cultura !!!
Un beso desde Argentina
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