Losilla, el río Arcos y unos senderos de cuento

Vamos, que si la ruta que nos ofreció nuestro amigo Kiquet hubiese sido una monumental tarta, no hubiera quedado ningún resto para las hormigas. Una ruta preciosa, de enorme calidad excursionista. Disfrutamos, vivimos el senderismo y la buena compañía de l@s amig@s.

El río Arcos se ameandriza bastante después de pasar por la localidad de Arcos de las Salinas. Conforma un cañón de gran belleza. Calizas y dolomías reafirman el ímpetu geológico que labra el río, con paredes que alcanzan los 200 m. En su curso se jalonan los molinos, y el matorral está integrado por un  espeso cortejo de enebros, sabina negra, pinar, guillomos y, en la red fluvial, por chopos, olmos, juncales, rosales silvestres….

Partimos cerca de Losilla de Aras. Bordeamos bancales donde el trigo patentiza su esbelto tono dorado, con las espigas dobladas como un signo de reverencia. Descendimos por una abarrancada depresión. Llegamos al cauce del río Arcos, radiante de vegetación, que lo bordeamos varias veces. Volvimos a subir. El buen sendero -balizado debidamente- nos elevaba con sus zigzagueos, circulando entre frondosos pasillos de carrascas. Las vistas se ampliaban, mientras que el siguiente objetivo, el Puntal de  Peña Blanca aún  quedaba algo lejano.

Tras el reconfortante y entonado ritual del almuerzo, nuevo descenso para abocarnos a la ascensión más dura de la ruta…

-Eh, Luis, qué pasa?

-Luis, que te estamos esperando.

-Chico, continúa.

Lo siento, amiga lectora.

Lo siento, amigo lector.

Me he quedado atascado. Menuda cuesta más endemoniada, pesadísima. Y es que lo pasé canutas. Mis piernas se negaban a subir más. Mi corazón, tan romántico siempre, se consumía en latidos,  como si escalara una pared vertical.

Sí, llegué arriba. La cuestica  quedaba atrás con sus incipientes materiales rocosos…. Jodida cuesta!!!

Llegamos a la estrecha corona de la Peña Blanca. En su tramo superior la caliza forma terrazas travertínicas, de color blanquecino. Su porte es agudo, afilado en ocasiones, recortado por paredes verticalísimas, que se precipitan sobre el cauce del río Arcos, recubierto por pinadas, abriéndose su valle y apareciendo el trabajo ancestral en  su demarcación agrícola.

Ahora la progresión mejoraba. El camino que tomamos se dibujaba en unos amplios cortafuegos. Al norte se divisaba la redondeada y maciza sierra de Javalambre, con el Buitre y la escisión del río Arcos, que recibe las aguas de numerosos barranquillos, drenando este sector serrano que se prolonga hacia la Comunidad Valenciana,  hasta desembocar en el río Turia.

Lorenzo nos atizó bastante bien en este tramo final de la ruta. Menos mal que corría una ligera brisa que se descolgaba de la Muela. El camino nos llevó hasta el espontáneo aparcamiento.

En resumen, una ruta buenísima, un ambiente majísimo y una divertida foto de las chicas que nada tienen que envidiar a las bailarinas del Moulin Rouge. Pero, no la enseño, jejejejejeje…

Hasta la próxima.

Imágenes de la ruta