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El Tiempo en Segorbe. Predicción

El Tiempo en Segorbe

jueves, 17 de diciembre de 2009

Virtudes (relato)


El silencio abrumaba la marcha del caminante. Románticos rosales silvestres salpicaban las márgenes del camino. Los cerros esculpían afiladas cisuras, como dientes de sierra. Los chopos chorreaban sus verdes sayales y los sauces lagrimeaban sus caídos ramajes.

Todo era contemplado por el caminante, que dirigía sus pasos por un paisaje desconocido, nuevo, con el sol arrimando su luz entre encuadres de esmalte, cubriendo melancólicamente las breñas.

Al doblar una curva del camino, el caminante se topó con una pequeña aldea. Dos palomas volaron alocadas al entrar en la plazoleta del caserío. Dos gatos miraron con indiferencia la presencia del caminante. Y el olor a antigüedad flotaba en la aldea, en los muros y fachadas de piedra y en sus añosos tapiales. El sol resaltaba el color rojo de unos geranios. Parecía que había vida en la aldea, pero únicamente el silencio revoloteaba a sus anchas por el tejido secular de las cerradas viviendas.

Sentado, el caminante piensa en estos rincones ocultos a la modernidad de las grandes urbes, donde las romanzas de la naturaleza, el verde florido de la tierra, el silencio y la quietud son tesoros que redoblan musicalmente.

-¿Qué hace aquí?

La pregunta me la hace una anciana, de cuya presencia no me había dado cuenta mientras estaba escribiendo en mi cuaderno de notas.

-Apunto cosas de aquí, señora.

-Mire, pase a mi casa y escribirá mejor.

Me acomoda en una silla. Estoy en el comedor, que aparece centrado por una mesa rectangular, de buena madera oscura. La estancia no es muy grande, y en los anaqueles de un pequeño mueble veo los cuadros de tres niños.

-Son mis nietos. Se llaman Pablo, José y Pilar.

Y, a continuación, añade:

-Por aquí no viene nadie. ¿Que busca?

-Soy un caminante de los que se dice soñadores de montañas, de paisajes, de una cultura rural. Busco la conversación con gentes como usted, tan amables y hospitalarias. En este mundo en que viven ustedes me encuentro muy a gusto, lejos de la altanería de las grandes ciudades, de la envidia, del egoísmo y del egocentrismo de algunos. ¿Me entiende, señora?

-Claro que sí. Nosotros somos felices con lo poco que tenemos, aunque no nos crean en ese mundo del que viene usted.

La anciana me sacó unas pastas y me sirvió un café.

-Oiga, la veo tranquila, confiada conmigo, atendiendo a un desconocido.

-¿Cómo se llama?

-Rafael.

-Pues mire, Rafael, enseguida que le he visto ahí fuera, le he mirado a los ojos, he estudiado su semblante en pocos segundos, y he visto a una persona noble, incapaz de hacer daño a nadie.

La respuesta me ha emocionado, y así se lo digo.

-¿Cómo se llama?, añado.

-Virtudes.

-Con su permiso, Virtudes, salgo un momento a
la calle y vuelvo enseguida.



Al pie de un ribazo veo unas margaritas blancas como la nieve. Escojo un ramito y penetro nuevamente en la casa de la anciana.

-Tome, Virtudes, estas lozanas margaritas son para usted.

Reparo que Virtudes duda un momento, pero de inmediato toma el ramo. Lo mira, mientras por su rostro se esparce una sombra de tristeza y unas lágrimas se desprenden de sus ojos, perlando su piel arrugada.

¿Por qué llora, mujer? ¿No le han gustado?

-Mucho, Rafael. Pero lo mismo me hacía mi marido que en gloria esté. Me entregaba un ramo de flores silvestres de vez en cuando y me hacía muy feliz. Aún guardo el último que me regaló antes de morirse.

Observo en una repisa un jarroncito con unas flores marchitas, muy deslucidas, pero que siguen siendo un tesoro para Virtudes, el dulce recuerdo de la galantería de su marido, obsequiando a la mujer de su vida.

-Gracias, Rafael, las voy a poner al lado.

Todavía emocionado me despido de Virtudes. Me acompaña hasta la puerta de su casa. Contemplo ahora su rostro, que es alegre.

-Adiós, Rafael, que sea muy feliz.

Y la dejo con su soledad, con sus recuerdos Pronto, me dijo, recibirá la visita de sus nietos, que la cubrirán a besos.

El cielo es azul. Por el camino pasan ovejas de color blanco, que levantan nubes de polvo que se esfuman en el aire. Y dos alondras peonaban por los umbrosos robledales del río.

59 comentarios:

Pablo Marín dijo...

"... siguió su senda el caminante meditando, sin mirar atrás, recordando el arrugado rostro de Virtudes contemplando emocionada el ramo de margaritas recibido y dando gracias a Dios por aquellas pequenas cosas que la hacían tan inmensamente rica..."

Un abrazo maestro, impresionante el relato.

MORGANA dijo...

precioso tu relato Luis ,lleno de encanto y magia .
Muy bello.
Un beso.MJ

Unknown dijo...

Un relato que emociona. La sencillez que desprende Virtudes refleja que con muy poco se puede ser feliz, no es necesario tantas cosas como tenemos ahora para ello.
Me ha encantado.
Un saludo.

Juanpla dijo...

Bueno, bueno, una temporada sin pasar por aquí y que evolución ha tomado este blog, ya no solo nos deleitas con tus rutas inigualables, sino que además haces incursiones en la prosa y la poesía, pletórico Luis, maravillosa Virtudes.

Abrazos maestro

Duna dijo...

Luis, primero felicitarte por tu gran trabajo, tanto el relato como las fotografías ,merecen una felictación.

Por favor, pasa por mi blog, y Búscate, tú también estás en mi corazón.

Besos, amigo.

Antonio Amores Diaz dijo...

Que buen relato, y sobre las fotos pues que decirte,la primera me transporta a otros tiempos y con otros valores y principios
Buen trabajo un saludo

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

En la sombremesa, leer este bonito relato, es todo un relax.
Mi imagincación a visto a Rafael, a Virtudes tan tierna, con su carita arrugadita, adornada por estas lagrimas emotivas recordando a su marido.
He percibido este olor a aldea rústica. el aire puro de las montañas.
Muchas gracias por publicar este relato.
FELICES FIESTAS.

Montserrat

Ardilla Roja dijo...

Caray Luis. Te temo jajaja

Una historia preciosa.

A esas margaritas grandes, mi abuelo les llamaba "mohínos". Nunca le pregunté el porqué de ese nombre, pero imagino que fuera porque parecían cargarse de melancolía al cortarlas.

Gracias por compartir.

Por cierto, el final dado por Pablo es "de diez".

Un abrazo

Lucero dijo...

Luis ni se que ecirte en esta tarde tu relato es bello y la foto hermosa, tiene magia y mucho encanto tu escrito una maravilla,besitos y felices fiestass

L. Gispert dijo...

-Pablo, has bordado el final. Verdaderamente el relato tiene con tu párrafo un brillante epílogo.

Te felicito, yerno.
Un abrazo.

L. Gispert dijo...

Gracias, Mª José, me encanta que te haya gustado.

Besos.

L. Gispert dijo...

Así es Granargaceño, he querido reflejar en Virtudes estas personas que vivieron en el marco rural cuando las visitaba al preparar mis libros de viajes. Muchas de ellas me emocionaron y las sigo recordando. Iré contando algunas anécdotas.

Un abrazo.

L. Gispert dijo...

Gracias, amigo Juan. Por ahí sigo andando y reflejando las virtudes de las personas que encuentro por los caminos, por las aldeas -muy pocas ya-, de los paisajes..., de las cosas que me gustan.

Igualmente me complace mucho recibir tus palabras.

Un abrazo.

L. Gispert dijo...

Gracias, Duna, además de tus gentiles palabras, por tenerme en tu blog en un lugar predilecto, que es todo un honor para mi.

Besos.

L. Gispert dijo...

Gracias, Antonio, en la primera foto que querido reverdecer historias vividas en esas aldeas y masías. Me gusta hacerles compañía, me paso buenos ratos junto a estas viviendas vacías, donde se tejieron unas vidas para mi preciosas, aunque con una cruda realidad.

Un abrazo.

L. Gispert dijo...

Gracias también a ti, Monserrat, por tus bonitas palabras. Me doy por muy satisfecho que mi relato desprenda ese ambiente rural, su pureza. Siempre que puedo, voy a su encuentro.

Saludos.

L. Gispert dijo...

Ardilla, qué me dices, ja,ja,ja. No sabía ese nombre de las margaritas. Me ha gustado conocerlo.

Y, a que ha sido brillante ese final de Pablo. Que yerno tengo más estupendo.

Besos.

Rosario Ruiz de Almodóvar Rivera dijo...

Muy bonito Luis es precioso y muy sentido cúantos ancianos se quedan en sus pueblos porque no se habituan a la vida de las ciudades... Por no comentar otras causas...
Tus fotografías como siempre sensacionales..
FELICIDADES.
Un abrazo fuerte

Unknown dijo...

Fascinado me he quedado al leer este relato muy bien ilustrado. Me encanta la definición que hace el caminante de si mismo, cuando le pregunta la anciana por el ¿qué le trae por aquí?. De verdad, me siento muy identificado con esta historia.

¡¡¡Que grandes son las cosas sencillas!!!, un cordial saludo.

claudia dijo...

Que la paz, el amor, la felicidad, la comprensión y la tolerancia sean la tónica del inicio de un nuevo año. Que la estrella de Belén y el amor de Dios ilumine vuestros corazones y nos permita el renacimiento de mejores días en vuestros hogares y en el mundo entero.
Un sabio dijo: la riqueza de un humano se mide por la cantidad y calidad de los amigos que tiene. Gracias por ser parte de mi fortuna.
Feliz Navidad y Feliz 2010.
Claudia
Gracias por seguir a:
http://do-mi-sol.blogspot.com
http://do-mi-sol-artistas.blogspot.com

carlota dijo...

Virtudes , que envidia , pues me encantan los pueblos pequeños , incluso solitarios , pero , claro que no me falte el coche ...

Un besote

roentare dijo...

Wow, the colour is simply incredible in deed! Amazing work!

Montserrat Sala dijo...

Los paisajes como el de hoy,me recuerdan como ya te dije en anteriores ocasiones, mi tierra chica. El pueblito i los parajes que lo rodeaban y que me són tan queridos. Un saludo.

Javier G. Pérez dijo...

Qué encuentro tan emotivo. Desde la imágen empedrada de la casa tan alejada del tiempo actual, hasta ese recibimiento cálido por parte de una persona que, ofrece al nostálgico caminante, la ofrenda de un tiempo arrancado al mismo tiempo. Un encuentro para el recuerdo. Para guardar bien recogido.
Es acogedor y envolvente el relato Luis. Me ha llegado al alma. Sinceramente.
Saludos.

Mª Angeles B. dijo...

Que bonito relato!

Luis es una historia preciosa...muchas veces me sorprende como las gentes del campo o los caserios tratan a las personas tan amablemente, sin conocerlos los meten en sus casas...yo creo que no seria capaz.

Felicidades Maestro.

Besos

Paquita Pedros dijo...

Un bellisimo realto me gusto mucho
un beso navideño

Pizarro dijo...

PRECIOSO RELATO Y LA IMAGEN ES PRECIOSA.
GRACIAS POR TU COMENTARIO.
SALUDOS Y FELICES FIESTAS EN COMPAÑIA DE TU FAMILIA Y SERES MÁS QUERIDOS.

Jacque dijo...

Vim convidar você para pegar meu cartão de Natal,no Blog: Arco-Iris Encantado. E também quero convidar para voltar ao mesmo Blog dia 1° de janeiro, é meu aniversário, vou deixar uma lembrancinha.

Beijo.

Jacque

M.Eugenia dijo...

Que relato mas humano,tienes razón que en las grandes ciudades todo es mas deshumanizado, algo estamos haciendo mal.
Saludos

L. Gispert dijo...

Gracias, Rosario, he querido plasmar la sensibilidad y la riqueza de los habitantes de los pueblos, y es natural que las gentes mayores no quiersar salir de sus casas donde tienen tantas raices contraidas.

Un beso.

L. Gispert dijo...

Gracias, Bob, esa grandeza es digna de alabanza, y de esas cosas sencillas tenemos mucho que aprender.

Saludos.

L. Gispert dijo...

Claudia, con la emoción de tus palabras te deseo igualmente una Feliz Navidad y un venturoso Año Nuevo.

Un beso.

L. Gispert dijo...

Hola, Carlota, caminando o en coche siempre es enriquecedor conocer estos pueblicos llenos de historias humanas.

Un beso.

L. Gispert dijo...

Me alegra mucho, Monserrat, que mis escritos te recuerden esos ambientes rurales tan impresionantes.

Un saludo.

L. Gispert dijo...

Hola, Javier, tus palabras también tienen la rúbrica de la emoción. Son sentimientos preciosos que se encuentran en el regazo de estos pueblecitos y en sus gentes.

Saludos.

L. Gispert dijo...

Gracias, Mª Angeles y Jose. Me alegra que os guste mi historia. Esas atenciones han sido la constante en mis viajes. Podría contar muchas anécdotas, algunas ya están reflejadas en mis libros. Nadie ha eludido atenderme. Incluso a la media hora de estar muy gustosamente informándome, me han invitado comer, a un desconocido, sí. Esa es la grandeza humana de las maravillosas gentes que he conocido.

Abrazos.

L. Gispert dijo...

Gracias, Luna, un beso navideño igualmente.

L. Gispert dijo...

Gracias, Pizarro, recibe con mi afecto el deseo de unas Felices Fiestas.

Un abrazo.

L. Gispert dijo...

Bienvenida, Jacque, y gracias por pasarte por mi blog, e invitándome a pasar por el tuyo.

Saludos.

Jota Ele dijo...

¡Oiga usted!

Que en las grandes ciudades no todos somos altaneros. También los hay bajaneros.

¡Ja, ja, ja, ja!

Bello y sentido relato, Luis.

Ese caminante en busca de la felicidad de lo sencillo, me suena.

Un fuerte abrazo.

Laura RS dijo...

Luis, menudo relato, que bonito, de verdad que me ha emocionado!!!

Un abrazo muy fuerte!
Un Viaje al Atardecer
All About Madrid

L. Gispert dijo...

Como en mi pueblo, Jota Ele.

¡ja,ja,ja!

No está muy lejos ese caminante ¿verdad? con su mochila a cuestas, el blog de notas y el boli presto, con sus constantes andanzas, dando vueltas por ríos y montañas, buscando esas aldeas donde brota la pureza como el azul del cielo y la flor de los campos, donde "el sol sale para todos" decorando el mundo.

Así le parece al caminante.

A veces, Jota Ele, me abordan estos aparentes florilegios literarios como las tormentas por el camino -vaya comparación- y las aplico en los comentarios. No sé que te parecerán.

Un fuerte abrazo, amigo.

L. Gispert dijo...

Gracias, Laura, me siento muy feliz por lo que me dices.

Un beso.

MIGUEL NONAY dijo...

Magia en las manos para fotografiar y magia en las manos para escribir.

Preciso y emotivo este relato, maestro.

Ah, y magia para comentar y tratar con tanta generosidad a aprendices como yo.

Un fortísimo y sincero abrazo, Luis.

A salto de mata

Rosa Cáceres dijo...

No sólo eres un magnífico escritor de turismo y naturaleza, para lo cual ya hay que ser un buen narrador, ahora descubro en ti a todo un poeta.
Me ha conmovido el relato.

Sara dijo...

Virtudes las que tú tienes...
Es un placer pasarse por tu blog a disfrutar de estos relatos de naturaleza viva y mássssssssss.....
En una noche gélida como es ésta, aquí en mi tierra...después de leerte, ya no se siente frio sino una calidez inmensa.
Gracias por compartir
Un abrazote

Carmen Montoro dijo...

Precioso relato, amigo Luis!

Mi abuela materna se llamaba Virtudes, y era una muy buena persona, en el pueblo la recuerdan por su bondad... Me encanta, cuando dicen al referirse a mi, "la nieta de Virtudes".

Un abrazo cálido y tierno!

L. Gispert dijo...

Gracias, Miguel, bellas palabras las tuyas, que te agradezco sinceramente; tienen el destello de la amistad y la viveza de la generosidad. De aprendiz nada, eres maestro de viajeros, amigo.

Un fuerte abrazo.

L. Gispert dijo...

Gracias, Rosa, sigo siempre aprendiendo por este camino que emprendí con ganas, gozando de la amistad de notables escritores, como eres tú.

Saludos.

L. Gispert dijo...

Gracias, Sara, cálidas y muy bonitas palabras me dedicas, que embellecen este blog.

Un abrazo.

L. Gispert dijo...

Gracias, Carmen, cuanto me alegra que tu abuela se llamara Virtudes. Es un nombre que me gustaba, porque representa las cualidades que adornan a estas buenas personas de los pueblos.

Un abrazo.

estrella dijo...

HOLA AMIGO PASE A DESEARTE QUE ESTOS DIAS DE PAZ Y ARMONIA LA PASES MUY FELIZ EN COMPAÑIA DE TUS SERES QUERIDOS Y QUE LA MAGIA D ELA NAVIDAD SE ESTACIONE PARA SIEMPRE E TU HOGAR, UN ABRAZO Y BENDICIONES CON AMOR.....LUZ ESTRELLA

Ricardo Miñana dijo...

Hola paisano, excelente tu relato,
curioso y con buen texto, gracias
por compartirlo,
un placer pasar por tu casa

Que tengas unas felices fiestas
Feliz Navidad
RMC

Elsa dijo...

Bonito relato, Luis, lleno de encanto y sencillez.
Y bonitas fotos, la primera me ha recordado a mi pueblo.

Un abrazo y Feliz Navidad.
Elsa

ruma dijo...

La toma de un jardín de rocas parece mostrar la elegancia.

Muchas gracias por la escenografía conmovedora.

Desde el Lejano Oriente.
Saludos.

L. Gispert dijo...

Gracias, Estrella, Felices Fiestas a ti y a tu familia.

Un beso.

L. Gispert dijo...

Gracias, RMC, y que la Navidad sea muy feliz para ti y tu familia.

Un abrazo.

L. Gispert dijo...

Gracias, Elsa, me he sentido muy bien al escribir este relato.

Feliz Navidad.

Un abrazo.

L. Gispert dijo...

Gracias, Ruma, desde España con mis cordiales saludos.