Pero era la imagen de los enhiestos y robustos monolitos de roca caliza la que me fascinaba. Los hay de todos los tamaños: voluminosos, en forma de aguja, como afiladas espadas… Y tienen nomenclatura imaginativa, como figuras de frailes, desafiando estoicamente la ley de la gravedad.
El paraje me colmó de emoción cuando iba ascendiendo por las inestables pedreras, por los senderos que facilitan el avance por la pendiente. El ceniciento reino de la piedra achicó mi aislada figura. Me parecían los monolitos gigantes de piedra acechando mi atrevimiento, mi osadía. Sus tonos grises, con alguna que otra graduación ambarina, contrastaban enérgicamente con el rotundo verde de la vegetación. El carrascal enramaba su orla entre el majestuoso roquedo. Me rodeaba una belleza geológica inimaginable desde la distancia. Pero me encontraba en su regazo, en sus dominios, y el abrazo de este fantástico paraje, donde el silencio tiene algo de religioso por su connotación frailesca, me animaba a prosperar por el empinado terreno, cruzando los movedizos torrentes de piedra, buscando la cabecera de la magna canal.
En lo alto se elevaba la cúspide de la Penya de l’Heura. Paulatinamente iba subiendo por un nuevo derrumbadero de piedra suelta, buscando la firmeza de sus costados. Abajo quedaba la augusta afloración de los monolitos, encajados como piezas de ajedrez en un emblemático recinto mágico, un desnivelado paraje entre los más espectaculares de nuestras tierras.
Y culminé mi gradual ascensión coronando la cumbre de l’Heura, sus 1.359 m. de altitud. Presencié la cima del Pla de la Casa. Estaba muy cerca. Imponente, como toda la Serrella. Pero yo ya había tenido bastante con los Frares. Así que bajé hacia el collado Borrell. Y por el barranco del Cirer regresé a Quatretondeta.
A la Serrella he vuelto varias veces. Es una sierra para volver, para ser visitada más de una vez. Me gusta. Sus perfiles, sus cimas, sus crestas, sus pendientes, sus collados… muestran el peculiar empaque de la alta montaña. El Pla de la Casa, los barrancos del Moro y de la Canal, el Portet de Fageca y la Mallada del Llop son nombres que hermosean el senderismo por esta encumbrada sierra, elevada sobre el pintoresco valle de Guadalest, encerrado por grandes montañas: Aitana, la Serrella, la Xortà, la ostentosa Bernia y el gallardo Puig Campana.
5 comentarios:
Hola Luis:
Que magnifico día el que pasamos en la Serrella, una de las sierras de la Comunidad que más me han gustado seria interesante volver, como tu la titulas, algun día
Juan Abad
Hola Luís. Tienes unas fotos sobre esta excusion muy chulas. Con esas fotos me das mucha envídia, a mi me gustaría ir.
Cordialment José Manuel
Serrella es una sierra especial, no está tan masificada como Mariola o Aitana, la subida al Plá de la Casa desde Quatretondeta es muy bonita, dels Flares que decir!!
Hola Luis:
Impresionante! la descripcion que haces dels Frares. Te recomiendo la proxima vez que vengas al Valle de Seta de Famora a Castell de Castells, por la Canal en la Mallada del Llop si quieres las coordenadas GPS solo tienes que llamarme, me localizaras en el Hostal Rural Cantacuc en Benimassot.
Hola Hostal Rural Cantacuc, muchas gracias por tu visita y comentario. anoto tu recomendación, aun que por ahora no uso GPS.
Saludos.
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