Gavarnie, en las primeras horas de la mañana. El frío arreciaba. Al fondo, el famoso circo de Gavarnie
Gavarnie, según he leído, es
también “pasaje y etapa del Camino de Santiago”. Pero, desde siempre, una multitud de turistas
se desplazan desde Gavarnie hasta el colosal circo. Una riada humana gozosa,
riente, iluminada ante el espectáculo natural y fantástico del gran circo. Y mientras uno se acerca hasta
este monumental “coliseo” de rocas
enormes, sientes que el sentimiento que inspira la naturaleza es grandioso.
Esas paredes, esas murallas tan desplomadas, con tantas formaciones rocosas,
culminan en lo alto con un cerco de diecisiete cumbres de más de tres mil
metros de altitud, como los Astazus (3.071 m .), el Marboré (3.248 m .), L’Epaule (3.073 m .), La Tour (3.009 m .) y el Casco (3.006 m .).
Y la imponente cascada -la más alta de Europa- brinca, salta sobre aristas diabólicas,
salpicando de espumas de blancos penachos, a las cornisas, a las brechas, a las
estrechas plataformas, cayendo sobre la “Oule” de Gavarnie.
La caída de la cascada es
violenta, con su altura de 422
m . Uno, casi debajo de ella, se queda inmóvil, asombrado
por el gran espectáculo, impresionado por el enorme estruendo que provoca la
copiosa cabellera líquida, formando líneas acrobáticas, originando una vorágine
de corrientes de aire frío. Nadie diría que estas aguas tienen su origen en un
lago modesto, circular, al pie de los paredones del Cilindro de Marboré (3.327 m .): El lago Helado
del Monte Perdido.
El famoso circo, gracias a la
cascada, parece cobrar vida con su colosal decoración calcárea. Las inertes
rocas empequeñecen a los cientos de visitantes. Y uno no se movería de este
lugar mítico, imantado, subyugado por tanta belleza, que parece respirar por
los orificios de la gran cascada, cabecera del gave de Gavarnie. Decía Henry Russell: “¡Aquí el hombre se siente
como un insecto entre estos palacios de la naturaleza!”.
Sentado, ajeno a la riada humana
que acude casi al pie de la cascada, mientras mi amigo Juan había alcanzado un punto más cercano a la base de la cascada, veía la vertiginosa ruta que sube hacia el
refugio de Serradets, hacia la
Brecha de Rolando, por las “Échelles”. Observaba como los
montañeros superaban lentamente esta endiablada ruta iniciática, con pasos colgados
sobre espantosos abismos. Y me hubiera gustado ser uno de esos montañeros,
gozando del reino de la verticalidad, del riesgo y de la libertad. O de la aventura
histórica, por donde pasaban contrabandistas, “los paqueteros”, que tomaban este camino hace
siglos.
Pero seguía siendo un miembro más
del enorme desfile de turistas, que se acercaban a paso lento, con ejercicio de
paciencia, a la cascada, o se arrimaban casi a su base, recibiendo las turbulencias, las salpicaduras del enorme chorro, esparcido y levantisco, que se aplastaba en el suelo, como una ducha
renovadora.
Pero ahora descendía hacia el
valle. Regresaba a Gavarnie, con mi amigo Juan avanzando unos metros delante. Pasamos
delante del Hotel de Circo. Vimos el teatro que al aire libre se ha montado y
que ofrece representaciones estivales.
Por un instante me detuve. Y
observé nuevamente a los Astazus, al Casco, al Taillón…entrecortando sus cumbres
un cielo azul. “Parecen -pensaba- gigantes que tienen la cabeza en los cielos y
los pies en el fondo de la tierra”. Una tierra por donde corría el Gave, entre
prados de verde intenso, donde un enjambre de florecillas asomaban sus rostros
de hermosos colores, minúsculos como cabezas de alfiler.
Los burros con paso ceremonioso,
cabalgaban hacia el anfiteatro de la cascada, llevando a niños y a grandes. Y
yo, tomé una de estas florecillas y me acerqué al Gave. La deposité sobre su
rápida corriente y se la llevó hacia Gavarnie. Pronto pasaría delante del cementerio pirenaico, donde reposan el
mayor número de afamados pirineistas de todo el macizo. Fue mi homenaje a
ellos.
La mañana, muy soleada, atrajo a cientos de visitantes, dirigiéndose hacia la gran cascada.
Vista de los Astazus (3.012 m.). El Petit lo ascendí en solitario el sábado, 31 agosto 1999, desde el Balcón de Pineta.
Vista de la gran cumbre del Taillón (3.144 m.). La ascendí con amigos el 23 de julio de 1994.
La foto del grupo ante la gran cascada de Gavarnie.
Por encima asoma el Casco (3.006 m.). Otra cumbre que domina el circo de Gavarnie. Lo ascendí en solitario el sábado 22 de julio de 1995.
La vertiginosa senda de las "Echelles". Te sube a Serradets, al refugio, a la Brecha de Rolando...
Impresiona mucho la caída de la cascada de Gavarnie
El monumento en Gavarnie a Henry Russell
7 comentarios:
Gracias por ofrecernos tan bellas imágenes. Esta amante de la naturaleza y la montaña te lo agradece profundamente.
Con tu permiso me llevo esa imagen de la clavellina salvaje para mi colección, es que es mi favorita y su presencia resume parte de mi existencia. Bs.
Luis, son preciosas. Besitos.
Qué riqueza natural
cuánta belleza
y qué deleite en el camino.
Son muy bellas las fotografías, impresiona la riqueza de la naturaleza y el relato bien lo acompañan, todo un hermoso conjunto
Un saludo Luis
¡Hola Luis! La verdad es que es impresionante. Ante tanta grandiosidad, la pequeñez humana no puede más que enmudecer y quedar admirada ante tanta belleza. Por lo que veo, además el escenario te trae excelentes recuerdos de viejas conquistas montañeras.
Un fuerte abrazo.
El Circo de Gavarnie...más o menos el año pasado por estas fechas tuve la suerte verlo con mis propios ojos, uno de los mejores espectáculos naturales que he visto en mi vida.
Un abrazo.
Gracias, amig@s, por vuestros gentiles comentarios. La verdad que los días acompañaron mucho. Y gozamos con tanta grandeza pirenaica, absorbidos totalmente por sus dones.
Así es, Emilio Gavarnie me recordó los placeres ascensionistas de cuando era joven. Que maravilla ver esas cumbres, que tanto soñaba y pude recrearme en ellas, tocando sus piedras cimeras.
Gavarnie, Cauterets, etc. espacios, montañas, valles, rutas mil.... alguna vez hay que hacer alguna ruta por ahí. Lo recomiendo.
Abrazos y besos.
Luias.
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