Acabo
de regresar de esa villa de Teruel que remoza siempre el placer de mi memoria.
Que enriquece mucho mi vitalidad de viajero impenitente, callejeando sus
estrechas calles, sus plazas armonizadas con la mejor arquitectura popular. Así
veo siempre a Rubielos de Mora, donde afloraron amistades que nunca olvidaré.
Amistades que me enseñaron muchas cosas, amigos del alma, de la cultura, del
arte…. El gran escultor Pepe Gonzalvo, Miguel Igual, Luis Clavel, Juan Antonio Usero,
Angel Gracia…. Y en ocasiones, charlo con otro buen amigo, David Montolío, hijo de esta maravillosa tierra, gran tenor y una excelente persona, encariñado a este
Rubielos que le vive en la sangre, entregándole sus ofrendas musicadas.
La
vida sigue. No igual como la entonó Julio Iglesias. Pero mis pasos son iguales,
como hace veinte años, recorriendo esta villa encantada y encantadora, aliento
de mi literatura, con sus casas nobiliarias, palacios y conventos, con la
lluvia soleada de su historia, tan gremial, tan universal desde el medievo.
Fachadas de piedras labradas, portales, balconajes, aleros, escudos nobiliarios,
fuentes… Encendido patrimonio, florón para el turismo, hilvanado magistralmente
entre la sensibilidad de la cultura
aragonesa.
Sí,
Rubielos de Mora ¡uno de los pueblos más bonitos de España!, siempre ha sido y es motivo de gozo, de
remembranzas, nacidas muchas veces en el sabor de amenas y gratas tertulias,
entre tapiales añosos, alguna capea y al arrimo del mostrador de un bar de culto.
Faro de mi alma viajera. Perla de la sierra…Gúdar, agreste y amable. Serena y
verde en el verano. Blanca cuando el invierno impone su pulso.
Imágenes de esta bella villa
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