Ando bajo oropeles luminosos por
las playas de Vinaros. Una luz que se apega al ornamento, nacida de un sol
esbelto. Las palmeras desenvuelven su grácil continente en danza constante.
Hay movimiento, como un bello corcel
que galopa por el mantel de la arena.
Los resplandores se agitan sobre
las aguas de un mar intensamente azul.
Luces, colores, brisas, mar… Piropos para echar fuera la alegría del
paseo. Lumbre para el romanticismo, que embriaga, que cautiva, que tiene su
mejor eclosión en las atardecidas, cuando un chorro de colores avivan los
sentimientos y el paisaje marino extiende su abrazo enamorado, y mi palabra de
viajero por ahí se enlaza en la cintura de una ciudad viva y marinera. Su luz
es distinta.
3 comentarios:
Que fotazas, este paisaje marítimo me encanta, y tus palabras siempre sabias y acertadas...tus sentimientos verdaderos sueños. Fijate que hoy vienes con Vinarós, y es el destino precisamente, que estamos barajando junto con Benidorm para nuestras vacaciones. A ver por cual nos inclinamos al final.
Abrazotedecisivo lleno de afecto Luis
Muy hermoso muestras a Vinaroz...luz y color. Me gustaría visitar esta bella ciudad.
Un abrazo.
Goriot.
Hola Luis:
¡Que bien describes la belleza de este pueblo marinero!
Los yayos de mi marido eran de Benicarló y la madrina de mi hijo pequeño (29 años), vive en Vinaroz.
O sea que he estado allí varias veces.
Enhorabuena Luis tus letras embellecen la blogosfera.
Un abrazo, Montserrat
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