Uno a estas alturas de la vida
sigue sin tener ganas de zambullirse en las amorfas horas de “no se que hacer”.
Y se empeña en seguir olisqueando el horizonte viajero para enfilar nuevos
rumbos. Esta vez por las omnipresentes y mayestáticas tierras de Teruel, allí,
donde hace años, marcó sus pasos de vagabundo y se cargó de experiencias e
impresiones suficientes para escribir libros de viajes.
Mientras me acerco a mi destino,
veo que los campos exprimen sus verdes mejor que nunca, que las amapolas
sangran mejor las verdinosas parcelas
cerealistas, y que las pinadas acrecientan el tipo con vigor y energía.
-Vaya, esos son como yo.
Y paso por el primer pueblico,
una fantasía urbana, con su notable patrimonio popular: Villarroya de los
Pinares. Y te llama la atención todo, desde la silueta de su torre, pinchando
el cielo, hasta la estructura urbana de sus casas, procedentes la mayoría del
siglo XVI.
Y sigo la estela rumorosa del
Guadalope, con sus remansos, con sus filigranas vegetales, con los prados
remontando cerritos, con saltos de aguas arrinconadas, presidiendo parajes de
ensueño, donde la roca se crece para alojar las andanzas de las cabras
montesas.
Y cuando llegas a Miravete de la Sierra , parece que en un
santiamén te adentras en otro mundo. En un mundo rural lleno de encantos
medievales. Y no es difícil que exclames, utilizando ese ñoñismo en el lenguaje coloquial:
¡jolines!
Y es que en Miravete resplandece
el silencio que acaricia el aire, la quietud… Todo te condiciona y te estimula.
Su arquitectura popular es de ensueño.
Todo encaja para que el paseo sea feliz. Reconfortante. Y…. ¡admirable!…Porque
la infinidad de detalles que atesora te atrapan maravillosamente…. Y ves como
la roca se agranda para darle una plasticidad original al entorno urbano…..Y
presidiendo el rumbo de las casas, se levanta la iglesia de Nuestra Señora de
las Nieves… Y el ayuntamiento, integrado
por una plaza porticada… Vamos, que la visita es de las que gustan. Y de las
que dejan perenne huella en el recuerdo…
Con el río Guadalope como
compañero, puedes extender más visitas en dirección a Aliaga…Crecen colinas
donde la roca se amorra al río. Y el espectáculo natural te fascina… Y si
tienes la suerte de encontrar algún lugareño, seguro que el diálogo que establezcas
con él te gustará, porque te hablará de
su tierra con el mismo amor que la trabajaron sus antepasados, con el afán y el
esfuerzo y la nobleza que conforman la mejor idiosincrasia o enseña, superando
dificultades de todo tipo. Y es que el carácter de estas gentes ha hecho que
hoy veamos estas tierras con total asombro. Porque el oficio agrícola las
transformó, y la evolución histórica, también. Llena de avatares, y, como decía el gran J.A. Labordeta, de “contradicciones".
7 comentarios:
Buenos días Luis.
Precioso recorrido primaveral por los encantos de una provincia encantadora.
Un abrazo.
¡Que precioso! me encanta. Besos.
Muchas gracias por descubrirnos, con tus fotos, esos preciosos rincones.
Teruel es muy bonita y ahora viendo esta maravilla de fotos en primavera aún lo es más.
un abrazo
¡Hola Luis! Una preciosidad de entrada con unas fotos fabulosas. No sólo "Teruel existe", sino que no tiene desperdicio. No te lo puedes perder.
Un abrazo.
Excelentes prosa y fotografías
Un saludo
al + mc
Que fotones Luis, preciosas todas pero esa amapolas en primer plano con la montaña detrás...es un lujazo de imagen. Un gustazo seguir tus senderos.
Abrazotedecisivo amigo
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