Y provisto de un plano turístico
de Alarcón, empiezo a pasear su suelo de rica historia y recorrer algún camino
secular. Y pronto la villa medieval me obsequia con su nobilísimo rango,
contemplando palacios, puertas e iglesias, como las de Santo Domingo de Silos
(siglo XIII), de estilo románico tardío; la antigua de San Juan Bautista (siglo
XVI), que alberga un conjunto de
pinturas murales de Alarcón, fruto de la
iniciativa del pintor Jesús Mateo “consideradas como una de las altas cimas del
arte contemporáneo mundial”.
Otras iglesias son: Santa
Trinidad (siglo XV), con su portada plateresca, y la de Santa María (siglo
XVI), que destaca por su enorme
espadaña.
Puedo afirmar que Alarcón es una
ciudad relicario, o mejor: una ciudad-fortaleza. De ayer y de hoy. Tranquila.
Un mirador excelente para ese río que sabe hacer hoces como ninguno. Y, asomarse a esos miradores, es una forma de llenar los ojos de paisajes
ahondados de río trabajador, ya saturados de esplendor histórico de tan ilustre
antigüedad que guarda la villa.
Ya dije que en el Parador de
Alarcón rendí tributo a las excelencias de una gastronomía conquense que se
coloca, en mi clasificación particular, en el rango de las favoritas. Lo que me
vino bien para bajar a ver las hoces del Júcar, bajo la protección ocre de las
antiguas murallas. Crucé la puerta de Chinchilla y por un sendero balizado por
las marcas del GR-64, arribé al histórico puente del Picazo, por donde pasaban
los mercaderes que llevaban a Alarcón verduras, legumbres, arroz y aceite, cruzando
la antedicha puerta, donde pagaban una
serie de impuestos, como las Alcaballas.
Me hubiera ido bien seguir un
sendero que rodea todo el cerro, donde
se emplaza
Alarcón, y subir a la villa por el puente de Tebar. Hubiera contemplado la fuerza geológica de las hoces, glosando la prosapia de los paisajes fluviales del Júcar. Pero abandoné la idea.
Alarcón, y subir a la villa por el puente de Tebar. Hubiera contemplado la fuerza geológica de las hoces, glosando la prosapia de los paisajes fluviales del Júcar. Pero abandoné la idea.
Y es que pienso volver a Alarcón.
Y suspirar con tanta belleza reunida en esta hermosa villa. Recrearme con los
trece siglos de historia del castillo, degustar la típica cocina, que se instala en la más selecta restauración,
como los asados, el morteruelo o los suspiros de Alarcón.
Y es que, amig@s, viajar se me da
bien. Y más cuando encuentro estos hermosos remansos de la historia, con la
reciedumbre de la piedra, con la altivez del pasado, entre matices líricos, románticos… que son
emblemas de la vida y capitalidad espiritual.
FOTOS DE ALARCON
4 comentarios:
Preciosas fotos, tengo que ir verla. Saludos.
Preciosas fotos e inolvidable recorrido. Un abrazo.
Estupenda rota! Precioso lugar... você conseguiu umas fotos maravilhosas para nos mostrar que vale à pena estar ali...
Beijos.
Gracias Luis por traer hasta aquí estos maravillosos paisajes. He disfrutado viendolos y he viajado contigo desde mi silla del ordenador.
Un abrazo dese el blog de josefa.
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