Mi río, el Palancia

El protagonismo de muchas de nuestras comarcas lo ejercen los ríos, que han servido de fundamentos temáticos de la literatura española, desde el “Cantar de Mío Cid” a “Las Coplas de Manrique” o los poemas de Rosalía de Castro y el candor de Víctor de la Serna.

“Soy un río pequeño, pero con gracia, y con más fama que muchos ríos grandes”.

Así creo yo que es mi río Palancia. Río histórico, poético. Que nace al ritmo de impulsos naturales en el corazón de las rocas. Cabrillean sus aguas bajo la estirpe de elegantes choperas. Rojea huertas y olivos plateados. Le canta a la piedra histórica, a la peña viva, a las flores del almendro y del cerezo, a los caminos y al melancólico sendero, al sol y a la brisa; a las campanas de nuestras iglesias, al viejo molino, a las esquilas de los rebaños, a la ascética de la tierra, a los pueblos con sus muestras arquitectónicas, al espinazo de las sierras amigas, al paisaje puro, luminoso; a la flor recién nacida, al reputado y sombrío alcornoque; a los puentes, pasos de incontables generaciones, que soterran sus cimientos en el ajetreo histórico que dejó sus huellas en cada tramo del camino.

Nota: En este mes de junio la mayoría de los post estarán dedicados al agua, a través de ríos y barrancos. Escapadas desde mi ciudad en esta primavera que estalla en mil flores, al encuentro de sus matices, de sus canciones, de sus veneros.