La belleza del Paraíso: Las cascadas de Tejeda

Qué valle más bello, me dije, al verlo. En la primavera tiene colores de lujo. Sereno, cromático, silencioso y eufónico a la vez. Y atesorado con nombre donoso y característico: Valle del río Paraíso.

Desciendo desde las cumbres que se afinan al lado del Alto del Retamar. Están tocadas de rocas quebradizas y las laderas revelan sus escarpaduras y los relieves de la arenisca.

El río culebrea valle abajo con la cohorte de marciales chopos y de una henchida vegetación de ribera.

Paso cerca del despoblado de Paraíso Alto. Y desde la carretera Los Cerezos-Abejuela nace un camino que recala en el hermoso rincón de la fuente Tejeda. Me acerco paseando felizmente por el camino, ribeteado por el candor de múltiples florecillas con sus rabiosos tonos. La paz es inefable. El sol se pasea a gusto por el frondoso valle, vestido con sus galas verdes. Los pinos y las sabinas, con sus troncos centenarios, exhiben su grata romanza a ambos lados del itinerario. Y me llegan a mis oídos los rumorosos acordes del riachuelo. La vegetación es voluptuosa, crecida, descendiendo por el graderío de empinadas pendientes.

El sonido del agua fascina. Desciende entre escalones naturales. El musgo hace estallar un lustroso verde, y la corriente corretea feliz por el cauce con sus lágrimas de cristal.

Y aparece el idílico rincón donde las aguas recién nacidas del manantial de Tejeda se desflecan en vistosas cascadas. Es un rincón asombroso, adornado por la vibrante alegría de la primavera, ideal para relajar espíritus agobiados, fatigados de urbanas imágenes.

Hay un cielo de rocas y pinares, de verdes enjundiosos. Y hay palpitaciones de agua al caer, como “allegros” de intensidad musical. El aire está cargado de aromas serranos, que endulzan la sinfonía del riachuelo, que se derrama en brillantes cascadas plateadas, dinámicas, en esa ilación vivificadora y estructural que adoptan, con sus efectos a modo de espumeantes cortinas sobre las piedras.

El agua nunca está quieta, no se remansa. Y baja del congosto superior, encajado su cauce por ásperos arbustos y elegantes arces. Al lado de los saltos, se ubica la fuente de Tejeda, admirable en este vergel.

© Texto y fotos: Luis G.