Para llegar a la Parreta desde Vilafranca se toma la avenida del Losar y la carretera de la Iglesuela del Cid. Un kilómetro después de pasar por el santuario de la Virgen del Losar, se localiza un poste vertical que señala las rutas de “Les Virtuts” a la derecha y “La Parreta” a la izquierda. Por este lado se toma un camino asfaltado que conduce al señalizado albergue de la Parreta, distante otro kilómetro de la carretera.
En el albergue aparqué el coche y a pie me acerqué al bosque de la Parreta, que, como telón de fondo, se estampa detrás del blanco edificio.
El paisaje se bañaba de oro y en las montañas se fundían el verde del bosque y el ocre de la tierra. Seguí el camino que nace detrás del albergue, que me acercó al bosque. La frescura de las sombras aliviaba la fogosidad del sol. La maraña que tejía la vegetación era prodigiosa: Pinares, carrascas, robles y sabinas hilvanaban una frondosidad maravillosa. Los rugosos troncos de las carrascas punteaban el suelo, formando con su espesura un halo umbroso, entre una constelación de óculos resplandecientes. Caminaba con ritmo relajado, aspirando el hálito de las plantas y contemplando la holgura de los árboles, que me cubrían con su arbotante follaje. Me rodeaba la autóctona esencia del bosque de la Parreta, donde se extraía la madera como elemento simbiótico con la piedra. Disfrutaba, andando por el camino, de una tranquilidad mística, sumergido en el silencio del monte.
De vuelta al albergue prolongué mis andanzas por estos parajes. Por el azagador del camino de la Parreta alcancé el señalizador vertical del PRV-1, sendero que une Vilafranca y la Iglesuela del Cid pasando por la Pobla de Sant Miquel. El sol resaltaba la gama gris de la piedra. Por la pendiente que dominan las masías de Tejero y de Cándid se entrelazan muros y caminos. Se respiraba un ambiente evocador, lleno de reminiscencias agrícolas y ganaderas.
Por el ancho azagador de la Fuente del Llosar subí hasta el alabeo de la montaña, siguiendo la pintura del PR. Paredes y casetas afloraban a la vista, mientras las señales del sendero se deslizan por el pedregoso azagador en dirección a Vilafranca, pasando por la masía de la Marina.
De la Parreta me fui a la aldea de la Pobla de Sant Miquel, en los límites con Teruel. El sol se descolgaba a gusto por el venerable puente medieval, construido todo de piedra. Es un excelente monumento sobre el río de las Truchas, único por su estructura.
Y como colofón a esta serie de visitas por esta típica arquitectura de Vilafranca, me detuve para ver la caseta de piedra seca sita en el parque de Buena Vista, construida por vecinos de Vilafranca dentro del proyecto europeo “Parcours de Pierres”, todo un símbolo de estas singulares construcciones de acusada personalidad, revalorizadas desde el año 2006 con el museo, repleto de contenido y explicaciones, donde se conoce toda la técnica de la piedra en seco y el proceso de creación de esta magistral arquitectura popular mediante paneles, maquetas, audiovisuales, etc., y los tres itinerarios señalizados, que sorprenderán al visitante por su calidad y belleza.
En Vilafranca las piedras hablan. Piedras que han alegrado el corazón de este viajero impenitente.
4 comentarios:
Buen recorrido y buena serie para que podamos conocer esos entornos.
El puente medieval sobre el río Truchas es una maravilla.
Estare esperando a ver conque nos sorprendes en la siguiente.
Un abrazo y saludos montañeros
Hola Luis.
Me encanta tu forma de contarlo. Con la misma tranquilidad casi mística con la que caminabas, he seguido yo el itinerario. Precioso "circuito de piedras", bosque y naturaleza en estado puro. Gracias.
Un saludo afectuoso.
Gracias por ponerte en mi blog como seguidor, pues asi te descubierto y esta clase de blog me encantan, lo poco que visto me gusta mucho y te aseguro que seguire viendolo con profundidad.
Gracias y saludos.
Gracias a tí, Mª Angeles. Es un placer seguir tu blog, que también me encanta. Saludos.
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