1. Fantásticas rutas por los Pirineos Centrales Franceses

El Vignemale, en la ruta reina de nuestro flamante periplo pirenáico

Mi amigo Juan. Ambos compartimos felizmente actividades montañeras más de 20 años... Y las que seguirán....!!

Finalmente mi amigo Juan y yo hicimos el viaje. Y si tuviera que valorar nuestro periplo pirenaico por el Parque Nacional de los Pirineos Franceses, diría que ha sido fantástico.

Tres días donde el mejor tiempo nos proporcionó unas temperaturas sumamente templadas, rondando los 20º, inmensamente soleadas y con un cielo pulcramente azul, como recien lavado.

En la ida pasamos por el bellísimo Valle de Tena, cruzamos a Francia por el Pourtalet,  dominado por el majestuoso e individualizado Midi d’ Ossau, con la bella perspectiva de las cumbres que enmarcan el valle de Broussette. Nos alzamos por carreteras sinuosas hacia el col del Aubisque (1.709 m.). Parada obligatoria en este paso habitual del Tour de Francia y centro de deportes de invierno. Fotos y un ambientazo de viajeros. Muchos ciclistas fotografiándose ante el cartel del puerto y en el rolde de bicicletas escultóricas. Los picos estaban enfajados entre densas nieblas, pero no así los valles. La carretera se enroscaba en pendientes considerables, siendo su trazado una verdadera obra de ingeniería.

Traspuesto el col d’ Aspin (1.489 m.), brillaba el valle de Arrens con sus inmensos prados y pueblos casi entrelazados, pasando primeramente por Arreau, para llegar a Argelès-Gazost.

Conectamos con la carretera D-921, dejando a la izquierda la dirección de Lourdes. Seguimos por el bellísimo valle de  Gave,  dirección a Gavarnie, que era nuestro objetivo final. Nos alojamos en la población de Luz Saint Sauveur, encrucijada de rutas al col du Tourmalet, Bareges, Viella, Gedre y Gavarnie.

Nuestro hotel fue el Londres, con amplia terraza panorámica y marco dialogante sobre el curso del río Bastán, cuyos rápidos ofrecían un recital de murmullos a los clientes, sobre todo en el tiempo relajante de la cena.

Por la tarde, pensando donde ir, elegimos el valle de Troumouse. Chapó!! Acertamos!!. Empezábamos bien el Grand Slam de los Altos Pirineos.

Para ello seguimos hasta Gedre, viendo antes el puente de Napoleón, que salva espectacularmente la garganta del Gave sobre 60 m. de profundidad.

Vaya valle, amig@s. Había que pagar peaje. Que no es un impedimento para que cada verano acudan millares de turistas.  Pero valió la pena. Eso sí, la carretera hasta llegar al circo, que forma parte del catálogo de Patrimonio Mundial de la Humanidad,  hilvanaba un haz de curvas vertiginosas hasta el amplio  aparcamiento del circo (2.080 m.).

Y arriba todo impactaba. La soledad de los prados, su aspecto salvaje, el gran cordal de las cumbres que enmarcan el circo, como los picos Gerbats (2.904 m.), Tromouse (3.085 m.), de Serre Mourène (3.090 m.), de la Munia (3.133 m.), el gigante del circo,  la Pène Blanque (2.905 m.) y el Gabiédou, cuyos colosales  pilares remarcan la entrada al circo de Troumouse..

Hay numerosas rutas para recorrer el circo. Paseos fáciles hasta la ermita de la Virgen,  a los lagos des Aires y entre pastizales,  donde todavía hoy son muy frecuentados por el ganado.

Al descender del circo, no pasamos por alto la visita al valle de Estaubé, con su lago, des Gloriettes,  y encabezado por su célebre circo, donde se recortaba entre el cerco de nieblas la Brecha de Tucarroya, por donde anduve hace años cuando ascendí al Gran Astazu  (3.012 m.) por el Balcón de Pineta.

(Continuará… dentro de 3 días)

En el Pourtalet. Detrás, el gigantón, el Midi d'Ossau

En el grandioso circo de Troumouse

La Munia, con sus 3.133 metros de altitud.

Bucólica imagen salpicada en el excepcional circo de Troumouse

Lago y valle de Estaubé