De la playa de Cullera al lago del estany

Por las orillas de la playa, entre tramos de escolleras, caminando hacia la desembocadura del Júcar 

Con un sol radiante y una temperatura primaveral (20º), hemos desarrollado en la mañana de hoy, 1º de mayo,  una bonita ruta por Cullera. A iniciativa de nuestra amiga Merche, dejamos para el final la joya de esta ruta, que era visitar el precioso lago del Estany.

Así que directamente nos fuimos a la desembocadura del lago, aparcando los vehículos en la calle que queda junto al restaurante Casa Salvador, al lado del mar.

Y por escolleras de piedras y complejos residenciales avanzamos los cinco componentes del grupo: Merche, Carmen, Chon, Pedro y Luis. A veces nuestros pasos quedaban marcados en la arena húmeda, como polvo de oro, otras nos aventurábamos sobre las rocas,  en el momento de la retirada de las olas,  y las más lo hacíamos por las calles de las urbanizaciones, llegando ante la despejada explanada que centra la torre del Marenyet, elevada, con su figura circular, de 20 m. de altura, y que formaba parte del hilván de torres defensivas que vigilaban la costa levantina ante los ataques de los piratas.

Llegamos a la desembocadura del Júcar, donde la atmósfera aparecía cuajada  de neblinas lechosas, que brotaban como vapores fantasmales, emborronando los perfiles de las escolleras, mientras el mar dibujaba umbráculos dorados a lo largo de la costa.

Avanzamos dejando el mar a nuestras espaldas,  por un camino paralelo al río, mientras por la derecha se desplegaba todo el escenario del monte de Cullera, con su célebre santuario.

Al llegar ante el puente de la Bega, buscamos la calle Corbera, por donde parte el camino de la Moleta. Ya en él,  avanzamos sobre cintas de asfalto, entre ribetes ampulosos de cipreses y parceladas huertas de naranjos, cerrados por las típicas “tancades”, donde todavía el azahar nos enviaba sus flujos olorosos. La cercana sierra Corbera recortaba sus cimas más conspicuas, mientras nos desviamos por el camino rural de la Entrada de l’Estudiant, una vez cruzada la carretera Nazaret-Oliva, llegando al objetivo deseado  del paseo: La laguna del Estany.

Ya desde el principio disfrutamos acompasadamente con el paseo por la magnífica senda peatonal, que lo bordea longitudinalmente a lo largo de unos 1,9 km., entre sotos de vegetación de ribera,  que encuadraban postales de la laguna de preciosa estética.

Las típicas barcas valencianas descansaban en sus orillas, amarradas a los embarcaderos. Los pescadores, apoltronados en sus barcas,  se dedicaban a la  paciente labor de la pesca de “llisas”. El sol reverberaba cadencioso sobre la mítica superficie líquida y los patos deambulaban con placer por las plateadas aguas, tomando el sol entre la asombrosa quietud de la laguna, que configuraba  un sinfín de imágenes muy atractivas y pictóricas.

Almorzamos junto a un refugio de pescadores, con los patitos merodeando a nuestro alrededor.  Y seguimos la marcha hacia el final de la laguna, donde comparten espacio selectos restaurantes. En uno de ellos, Casa Salvador, al socaire de sombrillas y blancas balaustradas y arietes, cortejados de flores, y al lado de un grupo de matrimonios, algunos provectos, donde se escuchaban más a las féminas que a los hombres, nos refrescamos con sabrosas cervecicas, mientras nos entregábamos a una charla animada y sosegada, al lado de las aguas de la laguna, que ya recibían los ecos del mar.

La torre de Marenyet

En la desembocadura del Júcar

Por el Júcar, río arriba

La sierra  Corbera, con la Creu del Cardenal y el Cavall Bernat

El camino de la Moleta

Serie de postales  fotográficas de la bellísima laguna del Estany de Cullera... Para volver...!!!

En la acogedora terraza del restaurante Casa Salvador

El restaurante Casa  Salvador