
Albarracín tiene su rostro. Un rostro muy atractivo y sorprendente, formado por un conjunto urbano inolvidable, un prodigio arquitectónico procedente del medievo de los más bellos de España.
Cuando te acercas desde Teruel y en las mismas puertas de Albarracín, un perfume característico y agradable te recibe. El aire está impregnado de olor a pino, que procede de las serrerías que flanquean la carretera. Y enseguida aparece Albarracín y te atrapa su inmediata presencia. Aparcas cerca del Guadalaviar, que ha hecho sus culebreos entre un fantástico congosto de enhiestos peñascos.
Y con la emoción de tan esperado encuentro, callejeas por las empinadas calles de esta hermosa villa, rozas sus venerables piedras, observas sus casas solariegas, los escudos nobiliarios, te detienes ante mágicos rincones, admiras los detalles de las voladas galerías y balcones de madera, algunos formando chaflán, las buenas muestras de artísticas rejerías y el acusado color rojo del rodeno. Pasas de la ciudad al arrabal, entre estrechos y umbríos pasadizos donde los añejos aleros recortan el cielo, visitas la Catedral y el castillo, y te detienes ante las maravillosas panorámicas que la villa te ofrece, una fascinante escenografía entre su traza urbana y el paisaje, entre la Edad Media y la naturaleza, por donde trepan los lienzos de sus murallas con sus torreones prismáticos. Y revives la historia de los Ben Razín, que permanecieron en este territorio más de tres siglos.
Y cuando decides marcharte de Albarracín, después de dedicarle una larga y entretenida visita, seguro que exclamarás: ¡Volveré!
















En la plaza Mayor de Albarracín tuve feliz y grato encuentro con un distinguido paisano de mi comarca, el pintor M.G. Granell. Tras los saludos de rigor contemplé el cuadro que estaba pintando, toda la plaza figuraba en el lienzo en un alarde de maestría e inmenso atractivo, realizado con la bella técnica del óleo. Pintor sensibilizado por las sugerencias del paisaje urbano de Albarracín, que trata con notable cariño, la naturaleza le brinda el parnaso de sus obras, aunque es un pintor de temática variada, pues aparte de los paisajes, se inclina también por los temas figurativos, bodegones y retratos.
Hablamos de su extensa obra, de sus proyectos y quedamos en vernos en Algimia de Almonacid. Hasta entonces, feliz verano, amigo Granell.
