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domingo, 26 de mayo de 2013

Una ruta deliciosa, en la ascensión al Calderón


Dedicada a ese libro que fructificará del corazón de cada amig@.






Se ha extendido su toponimia como el Calderón, aunque el nombre más apropiado al techo de las cumbres valencianas es el Alto de las Barracas. Su fisonomía es típica, conjugada con la individualización actitudinal que configura el amplio relieve de la sierra de Javalambre, con su cohorte de cumbres anchurosas, de vastos dominios orográficos. Tiene esta montaña 1.837 metros, 24 más que el gigante Penyagolosa. 

Javalambre es una sierra con multitud de rutas, que circulan por los redondeados lomos cimeros, surcando sus constantes desniveles, cubiertos por sabinas rastreras. Su cota máxima alcanza los 2.020 metros. Brinda  un sinfín de panorámicas excelsas, llenas de sabor excursionista. Una sierra que,  en primavera,  se cubre de florecillas y en el invierno es visitada por el frío y la nieve.

Al Calderón se sube normalmente desde la Puebla de San Miguel. La ruta es preciosa. Y te permite presenciar una variedad notable de especies vegetales de renombre, como las sabinas,  representadas en  la impresionante  reliquia de Las Blancas, sabinas albares de gran porte.

Pero nosotros elegimos otra ruta alternativa, que nace del idílico paraje de Matahombres, a donde se llega por pista, que parte del bonito pueblo de Camarena de la Sierra, rodeado por vertientes que descienden de cotas que rondan los dos mil metros de altitud.

El día no podía ser mejor, soleado y muy despejado. Partimos a las nueve de la mañana. Eso sí, se notaba una temperatura fresquita, pero que venía bien para caminar. Pronto el paisaje pinariego nos fue conquistando. Por los altos asomaban los despejados lomos del Alto Javalambre, y las cabelleras pinariegas se descolgaban formando mantos esmeraldinos muy vistosos. Los pinos albares rizaban sus características formas, con troncos gemelos,  hermanados entre el sotobosque. Llegamos al área de la fuente de la Miel. Su libre manar era caudaloso, como una gruesa hebra de cristal.

Abandonamos la sinuosa pista que conduce a la Puebla de San Miguel, y tomamos otra que nos subió, siempre entre el acorde pinariego, hasta el despejado collado del Buey (1.715 m.),  donde se articulan las rutas que suben desde la Puebla de San Miguel y Arcos de las Salinas. Y cuya encrucijada conforma la ruta de ascensión al visible lomo del Calderón, referenciado  por el estirado y blanco hito del vértice geodésico.

Tras visitar el refugio del Buey, decidimos no tomar el clarificado sendero que zigzaguea a través de un cortafuegos y termina en el vértice del Calderón. Proseguimos el itinerario por un camino que se adentra en la pinada, circundándola. Y a la trocha nos metimos en el bosque. Fue la parte más dura de la ruta, ya que la inclinación de la vertiente septentrional del Calderón es acusada por esta parte. Una vez reducida la inclinación, el suelo mostraba una gran riqueza botánica, representada por la olorosa, abultada y espesa  sabina rastrera, de un verde compacto. Unos metros más de andadura y coronamos el despejado cabezo del Calderón. Serie de fotos y  atractivo momento,  donde disfrutamos del dilatado paisaje de la sierra de Javalambre, un mar de montes que se abría espectacularmente con su excepcional belleza y amplitud, con el suelo cubierto de innumerables sabinas rastreras, adaptadas a la singular topografía serrana, al clima continental de la sierra, tan acombada entre cerros y escindida de torrenteras.

Tras el almuerzo, recreado por la belleza de tantos anfiteatros serranos, decidimos bajar del Calderón por el sendero del cortafuego. Bajada rápida. Y dejamos a la derecha el collado del Buey,  para adentrarnos nuevamente en la pinada y percibir,  con alacridad, los perfumes que nos brindaba el frondoso bosque. Troncos sobre el suelo mullido, dibujando formas curiosas. Alguna foto más. Y nuevamente en la pista.

Fuentes claras nos sonreían. Los escaramujos salpicaban la pista. La belleza de los altos cortejaba nuestra andadura, arribando al punto de partida, en el área de Matahombres, ya no tan solitaria como hacía cuatros horas atrás.

Seguidamente visitamos un paraje netamente eufónico. Se trata de las cascadas de los Amanaderos. Nos trasladamos con los coches hasta allí.

-Qué maravilla, exclamaban mis amigos.

En efecto. El agua del Riodeva salta formando bellas cascadas, entre bloques de areniscas rojizas del rodeno. Por esta zona rapelan los escaladores, con sus flamantes trajes de neopreno. Barandillas de madera y tramos de escaleras rampantes protegen el tránsito de visitantes,  para evitar el peligro de los profundos escarpes. Por el cauce se precipitan los saltos. Su sonoridad es patente. Y el sol reverbera en estas largas trenzas cristalinas, escalonadas y entre espumas y juegos ardidos. Todo el cuadro de Matahombres conforma un éxtasis notoriamente contemplativo, que recrea el alma con la gracia del agua saltadora.

Con alguna sorpresa en el itinerario de vuelta, alcanzamos la asfaltada pista que nos depositó en el refugio Rabadá y Navarro, cuyo nombre está dedicado a dos alpinistas aragoneses que fallecieron en la cara norte del Eiger, en el año 1963. Allí nos esperaba Javi, que nos preparó una restauradora comida, que degustamos con sumo placer. Breve descanso fuera del refugio, recibiendo un baño de sol, y regreso a casa.

Una ruta espectacular, salpicada de una sugestiva cadena de encantos, y que tod@s los amig@s disfrutamos con el gran compañerismo que nos caracteriza. Javalambre nos ofreció sus maravillas. Y junto a las fuentes, las sabinas, la floresta pinariega, las rocas, el Calderón  y los Amanaderos, sentimos que la sierra nos dio su corazón, con el abrazo de un alegre ambiente montañero.


GALERIA DE IMAGENES DE UNA RUTA MEMORABLE 

























8 comentarios:

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

Hola Luis.
Todas las fotografías son a cual más bellas.
Celebro que hayas pasado una excursión tan feliz junto a tus acompañantes.
Un abrazo, Montserrat

Juanpla dijo...

Una ruta magnífica, a ver cuando nos enganchas a tu nieto a tu yerno y a mi y nos llevas de tu mano por algún paraje maravilloso.

L. Gispert dijo...

Ya sabes amigo Juan que para mi sería un placer..... Así que habla con ellos, y os engancho a todos....

Un abrazo.

Sara dijo...

Cuando empiece a montañear por esas tierras, ten por seguro que tú habrás sido el que me has descubierto cada una de esas cimas, de esas sendas, de esa paz de tu zona...otro reportaje excelente mi estimado amigo Luis, excelente en imágenes, esencia y sentimientos trasmitidos a través de tus letras.
Mi abrazotedecisivo grandote y pasa muy buena semana.

Emilio Vera dijo...

¡Hola Luis! El Calderón o alto de las Barracas está en la agenda, esperando a que un buen día encontremos el momento de ir. Por ahora nos conformamos con leer y admirar tus hermosas fotos, para abrir boca.
Un abrazo.

Goriot dijo...

Amigo Luis: Siempre que entro en tu blog me asustas, subido en tal alto lugar parece que te vas a caer.
Depués veo la Fuente de la Miel. Muy bien narrado y buenas fotos de la andada.
Un abrazo.
Goriot.

miguel pros dijo...

buenas tardes luis,soy miguel pros,perdona pero no me acuerdo como puedo entrar para ver donde sales los sabados,dime como puedo hacerlo,gracias,un abrazo.

miguel pros dijo...

buenas tardes luis,soy miguel pros,dime como puedo entrar para saber don de vas los sabados,gracias.