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jueves, 24 de mayo de 2012

Estela y el refugio





La vi sentada sobre una piedra plana, las manos acopladas a sus mejillas.

-¿Te pasa algo?

-Hola, no nada. Pienso, envuelta en la noche.

Sí, la noche había caído sobre el valle, oscureciendo su majestuoso relieve, el lago mayor y los contornos cercanos.

-Yo tampoco tengo sueño, le dije.

-Que bonita es la noche en el Pirineo.

En efecto, la noche reposaba bajo el mar infinito de las estrellas. Sobre los Beciberri cabalgaba una luz mortecina, ribeteando sus airosos perfiles.

Nos dimos a conocer. Se llamaba Estela. Y me contó cosas de su vida.

-Este viaje me viene bien. Para despejarme de lazos sentimentales. Hace un mes rompí con mi novio. Creo que aún le quiero y a veces hay imágenes que no desaparecen porque sí.

-Estela, la vida hay que afrontarla entre dichas y desdichas. Hay que vivirla a pesar de las tribulaciones que nos acosan. Eres muy joven. Ya verás como dentro de poco tiempo la alegría y la felicidad te estimularán  y hallarás tu nuevo príncipe.

-Ya. Tengo buenos amigos. Algunos de ellos están aquí, en este viaje. Y su compañía me reconforta. Lo mismo que estas montañas, que parece que te transmiten energía y navegues por un mundo de ensueños.

-Vivamos estos instantes Estela, charlando. Mañana tenemos que madrugar, pero se está muy bien entre el silencio de estos preciosos lugares.

Sí, charlamos de muchas cosas. Su voz era dulce. Como una melodía misteriosa, pero llena de encanto. Tenía ganas de hablar

-Luis, sabes, me ha venido bien que estés aquí. Me has hablado de cosas muy bonitas. Y creo  que las palabras de amistad nacidas en el regazo del Pirineo te hacen recobrar las ganas de vivir, de gozar de este mundo tan mágico.

-Así  es Estela. Piensa que a veces el destino nos obsequia con cosas maravillosas. Y ésta es una de ellas. Charlando tú y yo tranquilamente, como si nos conociéramos de toda la vida.

Me cogió las manos. Fue un instante. Y creo que su gesto fue de gratitud y de amistad.

En la montaña te encuentras a gente simpática, amable, que te descubren su mundo sin más. Los Pirineos nos rodeaban y la noche parecía mágica, como los millones de puntitos resplandecientes que salpicaban el cielo.

Al día siguiente coronamos el Montarto. Quiso que nos hicieran una foto con su cámara… El viaje siguió y también pasaron los años desde aquella excursión al Pirineo,   donde conocí a una chica llamada Estela.

Hace tres meses recibí un correo y una foto. Estábamos Estela y yo. Y el texto decía: Luis, por tu blog sabia que eras tú. No te envié la foto porque perdí tus señas. Hoy te la envío. Perdona todo este tiempo que ha pasado desde entonces. Sabes, me casé a los dos años de aquella excursión al Pirineo. Tengo tres hijos maravillosos. Pero sigo recordando aquel refugio, aquellos instantes contigo y tu frase, que nunca olvidaré: “Cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones para vivir”. Besos.









10 comentarios:

Sara dijo...

Hola estimado Luis!
Otra sensacional entrada de esas que dan paz y hacen compartir esos momentos de refugio, esta vez es Estela y todo tu blog podría ser estela y ese refugio con esas palabras y sentimientos que lo habitan.
Paso deprisa que tenemos a las 6 una concentración en León por la minería, tiempos muy difíciles amigo Luis, muy convulsos, a ver como termina todo.
Abrazotedecisivo

MA dijo...

Hola amigo Luis entro a tu blog ...Un soñados por las cumbres desde tu muro de Face y me encuentro con unas imágenes bellisimas que dan paz junto con tus textos.
Como siempre un placer entrar a ver leer y comentar tus post de naturaleza viva...

Besos de MA y feliz día.
El blog de MA.

Margarita dijo...

Una preciosa historia, Luis. Y muy bien narrada. Así es, hasta en los momentos difíciles hay que mirar todas las cosas buenas que tenemos. “La vida no es esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia”. Es algo que últimamente también me digo.

Las fotos son estupendas, un lugar que te llena de paz.

Un beso,

Margarita

Anónimo dijo...

Luis, hacen falta más personas como tu, de verdad amigo...
Si la vida estuviera libre de envidias y las personas se escucharan, todo iría mejor.
Que maravilla de historia, no imaginas lo bien que me sentó leerla.
Besos!

Toni Ibañez dijo...

Hola Luis; el incalculable valor de todo lo que los caminos nos depara, la felicidad de compartir el calor de tanta gente y en tan diferentes situaciones. Suerte la gente que puede sentarse a charlar contigo en tus montañas.
Grandísima frase final.
Un fuerte abrazo

Montserrat Sala dijo...

Hola Luís: te supongo todavia por el Pirineo. Tal como habias anunciado. Pero me parecía que ere en verano que ibas a subir. Veo qeu sigues por Aragón. Y el Pirineu de LLeida, no vas a ir?
He leido tu historia. tierna, dulce, reparadora...
REcibe un montón de abrazos amigo.

'(por cierto si te pasa por mi blog, veras el Monte Cervino desde Italia,
Una imagen poco conocida.)

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

Que ilusión Luis saber de Estela.
Que se casó y tuvo familia.
Que es feliz.
Bendito encuentro en los Pirineos.
Un abrazo, Montserrat

María Bote dijo...

Bellísima y entrañable historia Luis. Gracias por compartirla, amigo.

Un abrazo. María

Teté M. Jorge dijo...

Maravilhoso o seu sentir por todos os cantos que caminha...

Beijo carinhoso.

LUIS MIGUEL, MARIA JOSE dijo...

Una hermosa historia, real, de las que llenan y que gusta recordar. La vida nos suele regalar momentos como el que nos cuentas ¿puede haber algo más hermoso?.
SAludos.