El Valle de la Murta, una delicia entre montañas

Su esencia es mística. Tierra de fuerte verdor, como un himno de recuerdos. Es monumento vegetal, al amparo de simbólicas montañas, por cuyas paredes resbala la luz, el viento, las brisas, en caricias sempiternas.

Levanto mi entusiasmo siempre que lo veo. Es un valle lleno de paz y belleza. Y sus aromas son penetrantes, emborrachan, como los altos silencios.

La Murta es conocida también como la Vall dels Miracles “por las propiedades medicinales de las plantas  que allí crecían”.

Nuestro grupo de amigos tomó el camino de entrada al valle. En lo alto se divisaba nuestro primer objetivo: La Creu del Cardenal (545 m.). Alegría en los pasos, en la charla, en las miradas.  Cruzamos el puente de Felipe II y paseamos por el caudal histórico, el monasterio, con sus ancestrales muros y su claustro, por el jardín “romántico”, por el paisaje  vivo, como un edén,  que abraza sus vestigios.

Y seguimos entre la cohorte vegetal que acompaña la ruta, como el armario de un boticario. Y nos elevamos por un pedregoso sendero. Y llegamos a la primera cumbre, la Creu del Cardenal. Vimos rutas por la sierra de Corbera, con sus afilados picos. Al lado el espolón del Cavall Bernat (554 m.) Vimos los arrozales. Vimos el mar…. Gamas, brazadas agrícolas por la extensa llanura, la albufera, con sus elementos gustativos.

En esta cumbre, entre rocas afiladas que nos sirvieron de mesa, dimos buena cuenta del almuerzo, y demás detalles alimenticios,  habituales y comunitarios que nos supieron a gloria.

Y dimos paso a la adrenalina. Seguimos subiendo. Ahora por una empinada canal. Trepamos por la roca del Cavall Bernat. Las manos se agarraban a los salientes rocosos, incluso a los fuertes tallos de los arbustos… Es una trepada entretenida. Y superamos, felices,  el erecto tramo. Y alcanzamos en pocos metros el vértice geodésico (587 m.).

Y descendimos otra vez hacia el valle de la Murta, trazando un recorrido circular. Larga bajada decorada por flores, por jaras blancas y moradas, como vestas que revisten la roca, por pequeñas matitas de tomillo asomando sus pequeñitas florescencias… Andamos por un bonito sendero  que recorre la sierra del Cavall. El itinerario es sumamente panorámico, cruzando lomas.

Alcanzamos la pista forestal de la Solana que nos deja en la Casa del Guarda, puerta de entrada a este valle, hermoso, recoleto, donde se conjuga la historia y la naturaleza admirablemente. Vamos,  una auténtica joya para el senderismo.

Lo pasamos fenomenal!!!

Senderistas: Carmen D., María José, Susi, Juan, Martín, Manolo y Luis.