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El Tiempo en Segorbe. Predicción

El Tiempo en Segorbe

sábado, 28 de noviembre de 2009

El arte estaba ahí


He encontrado hace un rato la belleza. He paseado por el hechizo del bosque. Y me he sentido feliz, porque he visto paisajes románticos y soñadores, una revelación de colores castos que avivaba el sol del mediodía y rincones fantásticos donde los alcornoques, como señores del lugar y con las columnatas de sus preciados troncos, extendían el barroco entramado de sus grisáceos ramajes.

Como emblemas de la belleza otoñal, los arbustos mostraban sus colores con acento vivo, saludando a los heraldos del placer estético. Me he sentido feliz entre los suspiros de las plantas, entre perfumes que rondaban a mi lado voluptuosamente, como amorosas caricias.

Un arroyuelo parecía crear lágrimas de perlas bajo las frondas. Era su canturía alegre, como salmodiando su voz ante la grandeza del marco vegetal, orlado de vibrantes oros y granas, en medio de una quietud agradable, como monástica.

La imagen no es una obra de arte, lo se. Pero si que la naturaleza la ha bordado con sus mejores galas. Y el arte estaba ahí.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Atalayas junto al Mediterráneo


EL PEÑON DE IFACH
EL MORRO DE TOIX (SIERRA DE BERNIA) DESDE EL PEÑON DE IFACH


En las costas valencianas se aglutina un paisaje mágico, representado por un relieve de sorprendente belleza. Son las atalayas junto al Mediterráneo, las montañas a cuyos pies el mar azulea sus aguas con acento turquí, los amaneceres son sublimes con sus magnas tonalidades y uno puede sentirse como una gaviota volando por los inconmensurables surcos del espacio.

Son alturas donde no llegan los clamores de la costa turística, donde la soledad es la más fiel compañera, las claridades son maduras con efectos dorados y el aire se impregna de saladas bocanadas
.

Este poder sugestivo del mar se redobla en las montañas del litoral, donde me apetece estar con actitud excursionista.

Decía Gabriel Miró en su libro “Años y leguas”. “El excursionista no tiene otro goce ni propósito que llegar a un punto concreto del mundo: valle o cumbre, árbol, peña, playa; y, desde allí, casi únicamente desde allí, mirar a la redonda y volver”. Pero vuelve enriquecido de sensaciones, donde palpitan historias de respeto y amor, de conocimiento y felicidad.

Gozo siempre que vuelvo a estas prominentes montañas, como la Serra Gelada, Bernia, Ifach, el Montgó, Irta… Los pinos se inclinan por el viento marino, los acantilados se yerguen egregios y ceñudos, a cuyos pies las espumas crujen en sus embates contra las rocas y los senderos suben zigzagueantes, para bordar su rumbo entre arbustos y plantas labiadas donde se cobijan las gaviotas.


LA SIERRA DE BERNIA DESDE LA SERRA GELADA

EN LA SERRA GELADA




LITORAL EN LA SIERRA DE IRTA



domingo, 22 de noviembre de 2009

Espadán, entre acordes otoñales


Las cumbres de la sierra de Espadán se cubrían de una inalterable capa de nubes grisáceas. Parecía que del cielo se apeara un amplio velo brumoso, que velaba cimas y valles.

Formábamos un grupo numeroso. A la cita de Senderismo ROCACOSCOLLA acudimos 36 componentes. El punto de partida fue en Almedijar, en el área recreativa de Los Pinos. Y el primer objetivo fue alcanzar el pico Cullera, que tiene una altitud de 979 metros sobre el nivel del mar. Iniciamos el remonte de la ladera admirando la belleza del parque natural, su alegría y frondosidad, donde el árbol rey de la familia forestal es el alcornoque.

Cerca de la cumbre un vasto paisaje se domina desde unas proas rocosas. Verdes bosques y cúspides encrespadas de rodeno. Admirable simbiosis geológica y vegetal que caracteriza la imagen de esta hermosa sierra.

Comunidades de plantas aceráceas representaban la fisonomía del otoño con una mixtura de embriagadores colores, arribando hasta el éxtasis: amarillos, naranjas, rojos…, puntilleando el inclinado terreno.

Una cadena de cumbres de significante relieve avanza desde el Cullera en dirección al Penaroy. Un impresionante anfiteatro de altos pináculos silíceos se desploma en pronunciadas vertientes, de aliento escarpado, que conforman la cabecera del barranco Medio, afluente del barranco del Almanzor.

Al llegar a la cumbre la inmensidad de la sierra nos oprime y encandila. Las brumas se enseñorean del paisaje con sus gamas cenicientas. Cerca, el pico Espadán queda atrapado por los vapores de la atmósfera.

Seguimos por la misma línea del cordal hasta enlazar con la pista de la Ibola. El descenso por esta pista, que faldea el espigado crestón del pico Espadán, resultó placentero, admirando los augustos céfiros de sus frondas. Un sendero nos introdujo en el seno del risueño barranco del Almanzor. Nos ofreció en su recorrido su inenarrable belleza, su sello propio. El baile de verdes era copioso. Los penachos de centelleantes arbustos se enjoyaban de gamas coloristas, que ofrecían reflejos inesperados. Seguimos el sendero acompañados por la musiquilla de un riachuelo juguetón, que enriquece un ambiente húmedo, lleno de empaque, la frescura sublime de la vegetación, espesa y rutilante, con alcornoques muy desarrollados. La línea directriz de barranco queda esculpida entre las amplias vertientes del Peña Blanca y el Cullera. La leyenda de la fuente del Almanzor se desgranó en su paraje, y la coloreada cabellera de un castaño centenario fueron ocasiones para detener la vista, como se hizo, casi al final de la ruta, con la imagen típica de una carbonera.

Apunte final. El que suscribe preparó la excursión. Fue un honor que me otorgó José Manuel. Y creo que gustó. La alegría y el buen rollo en el grupo tuvieron realces cromáticos como el otoño, pero sin caducar. Jose nos obsequió con unas naranjas riquísimas, y Juan aportó al almuerzo un vino de calidad, como nos tiene acostumbrados, que disfrutamos, mientras las brisas mañaneras nos acompañaron en este delicioso tramo de la ruta. Hasta la otra.

Más fotos:





















jueves, 19 de noviembre de 2009

Soy peregrino de caminos


Busco ese rincón
donde triunfó la alegría,
respiro la quietud,
que tanto llenó mi vida.

Soy peregrino de caminos,
de paz, sosiego y dicha,
no pido más, aspiro
seguir tranquilo con mi amor limpio.

Miro al cielo y su fulgor
me ciñe como un manto de grana,
color, belleza, albor,
poesía, pasión y alma.

martes, 17 de noviembre de 2009

Las masías


Llego a la masía
con sonidos de lluvia.

Las nubes lloran,
lavan los ramajes
y las piedras.

No hay silencio;
solo escucho
el tamborileo de las gotas.


Las masías o casas de campo. He visto muchas en mis andanzas excursionistas. Todas las comarcas de Castellón registran este legado testimonial, que permanece en la memoria de nuestros mayores, abandonadas la mayoría.

Estas viviendas alejadas de las poblaciones, se ubicaron en el marco montañoso, salpicando valles, mesetas, depresiones y algún alcor. Siempre en lugares soleados y con dilatado horizonte visual. Se edificaron aisladas o formando núcleos, pero siempre junto a la tierra cultivable.

Su origen se remonta a los siglos XIII y XIV, aunque recibieron remodelaciones en los siguientes siglos y otras se edificaron en los siglos XVIII y XIX. Con su presencia se explotaron los recursos de la tierra, aunque también estaba armonizada esta explotación con la ganadería. Estos hábitats estaban constituidos de planta baja, donde se encontraba la cocina y el establo, y un piso superior, donde se alojaban los dormitorios y el desván, que era el espacio donde se almacenaban los alimentos, los frutos y los granos.

Construcciones anexas a las masías eran los corrales, el gallinero, la cisterna, la era, el pajar… Y casi siempre lucía un árbol su refrescante follaje estival, habitante vegetal del área, generalmente un olmo.

Dada la actual expansión turística de las comarcas del interior, algunas masías han sido rehabilitadas como residencia estival o segunda vivienda.

Para mí, cuando disfruto de la compañía de alguna masía, las considero como elementos culturales y etnográficos. Porque lo son. Y hoy son testigos del silencio, aún con sus fachadas personificando la blancura de la cal, que el sol besa con vehemencia.

Surge esta hilvanación de hoy porque estoy leyendo la novela titulada “La masía”, de Sebastián Juan Arbó, ambientada en la tierra natal del autor. “En la masía -leo en una de sus páginas- la vida discurría igual, con las mismas tareas, las visitas acostumbradas, con los ladridos del perro y los cacareos en la era, de las gallinas”.

domingo, 15 de noviembre de 2009

El pino


Quedaste solitario sin tus hermanos,
tras el paso del fuego arrasador,
sigues firme con el cordaje de tus ramas,
lanzando al cielo tu venerable verdor.

Entre suspiros mezclas cariño,
y disfrutas con el baño de la claridad,
los pájaros te brindan sus amorcillos,
y las flores la fragancia de la amistad.

Vives, pino amigo, mirando los valles,
mientras las brisas entonan sus rimas,
como una sinfonía de albricias,
como una ofrenda sutil y mística.

Recibes el beso de la fervorosa aurora,
que por el Mediterráneo asoma,
y el enervador vuelo del ocaso,
con la polícroma cabalgada de su ornato.

Eres como un lucero de esmeralda,
que orlas el secular sendero,
por donde paso con mi alma cansada,
buscando la inspiración del recuerdo.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Las lagunas de la sierra Calderona


En el término de Segorbe, en la demarcación del Parque Natural de la Sierra Calderona, se contemplan cuatro lagunas, que reciben los siguientes nombres: La Butrera, Gabacho, Rosa y Portillo. Incluidas en el 2002 en el catálogo de Zonas Húmedas de la Comunidad Valenciana, existen puntos en sus respectivos perímetros donde, con precaución, se pueden observar sus características físicas. En los accesos principales de dos de ellas figuran carteles de “prohibido el paso”, por formar parte de propiedades particulares. Se insertan en el paisaje segorbino, con su forma alargada o redonda, embelleciendo los parajes donde se ubican, con una combinación de agua y tierra atractiva y curiosa, de notable valor natural.

Son hábitats o zonas húmedas que anteriormente fueron canteras para la extracción de arcilla. La explotación produjo la formación de grandes cubetas o vasos en cuyo fondo destaca la coloración del agua, con su tono azul-verdoso, espejeando la supremacía del disco solar, el vuelo sincopado de la torcaz o cuando se despereza con los azotes del viento, dibujando minúsculas ondas multidireccionales que se pierden entre el cordón de las matas de enea. Estas aguas remansadas tienen el aliciente de alimentar un estrato herbáceo que crece en las orillas, y casi siempre es el pino el que ocupa las áreas superiores del hundido terreno. La fauna integrante de la sierra tiene en estas propicias lagunas su cita.

-Cuac, cuac…

Los patitos dibujan espirales por encima del agua quieta. Su lenguaje se escucha claro entre el cristalino silencio del paraje. Contemplo el coloquio de estas aves. Parece que silban sobre el brillo del agua. Picotean tranquilos, diseñando la estela de sus felices rondas.

-Cuac, cuac…

Atrás quedan los patitos, tranquilos, despreocupados, en medio de la naturaleza.

martes, 10 de noviembre de 2009

Al lado de una ermita


Me gustan las ermitas que atalayan cerros y montículos, mientras la vista atrapa paisajes y horizontes. Decía John Ruskin que “Ninguna arquitectura es más soberbia que la sencilla”. En mis viajes por la Comunidad Valenciana he visitado bastantes. Las ermitas son lugares donde abundan las tradiciones, emparejadas con la devoción.

Me encuentro al lado de la ermita de San Cristóbal. Corona el cerro del mismo nombre. A sus pies se extiende la población de Castellnovo, con la estampa de su castillo, que por la noche descuella el armónico equilibro de su iluminación.

Desde este mirador se abarca una notable extensión de terreno de la comarca del Alto Palancia. Por un lado se alarga la superficie semiondulada del valle del Palancia, oscuras huertas apretadas y orquestadas de verdes. Los chopos, con la fantasía de sus flecos dorados, señalan la sinuosa línea del río, buscando la gloria del naranjal del Camp de Morvedre. La sierra Espadán marca la omnipresencia de sus cumbres, punzadas de tonos verdes y violetas que, arrolladoras, revisten sus valles, angostos y agrestes.

Como contrapunto a Espadán aparece el anfiteatro de las montañas de la Calderona. La bóveda celeste es un espacio radiante de azul, salpicada con alguna nube blanca que se recrea sobre el valle, sobre el río, que culebrea doblando la escenografía de la ciudad de Segorbe, que compone una estampa pintoresca descansando holgadamente entre sus emblemáticos cerros. La vista se pasea también con Altura, con su destacada imagen urbana apiñada alrededor de la iglesia y su airosa torre.

He disfrutado al lado de la ermita. El tiempo ha pasado rápido, sin darme cuenta. Pero ahora tengo la compañía de un visitante inesperado, el viento, que silba tozudo con sus ráfagas alrededor de la ermita, creando metálicas resonancias de caracola.

El crepúsculo enarbola su apoteosis cromática. El cielo se tiñe de grana.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Almedijar


Desciendo feliz de la sierra
y la encandilada fuente me espera,
con sus cantares frescos y puros,
manando alegres a la alameda.

Almedijar, risueña como los romancillos,
de fervientes e inmortales leyendas,
esencia de la sierra, encadenada con sus peñas,
perfumes alegres, de espliegos y tomillos.

Serrana Almedijar, de sonrisa clara,
donde la agarena historia cabalga,
de calles tortuosas, centelleantes y albas,
bajo el temple de acero de la coloreada sierra.

Prodigio de frescura con sus frondas encantadas,
de alcornoques enamorados como fieles vasallos,
por sus aromadas sendas andan los montañeros,
musitando cantos entre jarales y romeros,
como coplas de plata arpadas de esmeraldas.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Para Conxa


Esta entradica se la brindo a mi amiga Conxa, que tiene la gracia y la virtud de engalanar los jueves con originales posts en su blog “Jo mateixa”, donde brilla el buen humor, iluminado por la varita mágica de su simpatía.

Hilvana cada jueves sus textos con rubias cervecicas, que es un buen ejercicio para el estómago y para restaurar el ánimo, que ella siempre abandera. Ella los denomina “los jueves cerveceros”. Pero hoy dice que se han acabado, que el “Día de cervezas” los pasa a los viernes. Así que mañana estaremos al loro.

Ha salido de una pequeña intervención y ya está recuperada. Y yo le dije que le entregaría un ramo de flores, pero como personalmente no ha podido ser, le regalo estas florecicas recién captadas por el mirar de mi cámara en una salida por la amorosa sierra Espadán, donde aroman las plantas silvestres con arrebatados asomos.


Aunque llueva, el sol sale los jueves para todas y todos. Y además, los viernes.

¡Feliz jueves, Conxa!

martes, 3 de noviembre de 2009

La tarde



La tarde se empobrece de colores,
el viento cabecea la arboleda,
los cipreses verdean el camino,
y las abejas aletean sin amores.

Las nubes son como velos infecundos,
tejiendo sombras temblorosas,
el alma del paisaje queda como dormida,
como una vieja melodía abatida.

Los ojos se pierden en un cielo sin sendas,
buscando el retablo de las estrellas,
el azul con su acento infinito,
y el brillo de las montañas y las praderas.

domingo, 1 de noviembre de 2009

El agave


Tras el caluroso verano y ya con el otoño coloreando los campos y las montañas, reanudo con más intensidad mis paseos vespertinos por las huertas segorbinas. Salgo a primeras horas de la tarde, cuando el sol en su augusta retirada inicia su planeo sobre las gamas grises y moradas impresas en las montañas de la Calderona, buscando en su peregrinaje el sutil regazo del ocaso, entre bamboleantes y aburridas nubes y amelocotonadas armonizaciones.

En este libre vagabundeo tengo una gran tendencia a observar todo lo que me rodea. Es un regalo que recibo del campo, como los arrullos del agua que fertiliza la maternal tierra. Y como voy solo, a veces entono ¡desentono! canciones populares o me adentro en hilvanes poéticos, que giran en mi pensamiento como chicuelos molinillos de papel.



Esta tarde he andado por la Rambla Seca. Algún mirlo al oírme salía disparado de las espesuras. Los sabrosos caquis van intensificando la glosa de su color, mientras que las hojas de este frutal, como señorial hábito, empiezan a mudar sus tonalidades hacia la ultimación de los pasionales púrpuras.



Una planta me ha llamado la atención. Recuerdo que en mi niñez abundaba bastante en el emblemático cerro de San Blas, adornando las ruinas del viejo fuerte. Me refiero al agave, que constituye una planta muy típica del bosque mediterráneo. Es originaria de Méjico, y se conoce también como pita, atzavara, magney, fique, cabuya….

Sus grandes y carnosas hojas, que se agrupan en rosetas y terminan en un gran aguijón, son ricas en fibras longitudinales, y se utilizan para producir, entre otros aprovechamientos, cáñamos y cuerdas.


También se producen del agave bastantes bebidas, como la tequila, el pulque y el mezcal. La especialidad de esta planta para obtener la tequila es el Agave Tequilana.

Siento un especial orgullo de contar estas cosas, realmente hermosas.